Europa envejece rápidamente. A comienzos del 2000 un 25 por ciento de su población tendrá más de 65 años de edad, cuando en 1990 ese segmento no superaba el 20 por ciento, y la Unión Europea se prepara para organizar la atención a la acrecentada legión de ancianos.
Alemania puede aprender de sus socios europeos -sobre todo de Dinamarca y Holanda- en cuanto a la atención de sus ancianos y, por otro lado, necesita con urgencia una legislación que regule la ayuda y los derechos de los miembros de la Tercera Edad.
Estos son los primeros resultados de un estudio que está realizando el Instituto Max Planck de Derecho Social Internacional y Extranjero, con sede en Munich, por encargo del ministerio alemán de la Familia, los Ancianos, la Mujer y la Juventud.
Alemania necesita este marco legal, señala Bernd Schulte, uno de los autores del estudio, porque en el 2010 contará con 16 millones de mayores de 65 años y porque para proteger a los niños y jóvenes menores de 18 años se ha dotado de normas legales específicas.
Esta transformación en la estructura demográfica de la Unión Europea (UE) pone a sus países socios ante un enorme reto social y por eso el estudio, que será publicado a finales de 1996, compara los sistemas de asistencia a los ancianos vigentes en Dinamarca, Gran Bretaña, Holanda, Francia, España y Alemania.
Alemania necesita un segundo pilar jurídico para garantizar la mejor atención a sus ancianos, además del seguro para personas que necesitan de cuidados especiales, opina Renate Gorges, director en el mencionado ministerio de Bonn.
Según Schulte, la nueva ley debe tender a que los ancianos permanezcan el mayor tiempo posible en su entorno acostumbrado.
Las legislaciones de todos los países comparados se guían por el principio de mantener la autonomía e independencia de los ancianos y de asegurarles una vida en su propia vivienda, incluso cuando ellos requieren cuidados especiales, subraya Schulte.
Pero no cabe duda de que el grado de normalización es en los países escandinavos más alto que en mingún otro Estado de la Unión Europea.
Por otro lado, la gama de servicios ofrecidos a los ancianos en Holanda es mucho más variada que en Alemania, Francia y España.
Mientras Francia, Gran Bretana y Alemania tienen una estructura social muy parecida, Dinamarca ha desarrollado un variante típica de los Estados benefactores de Escandinavia, y renunciado ampliamente a que sea la familia quien se encargue de atender y cuidar a los ancianos.
Esta función está esencialmente en manos de los municipios y explica la alta cuota de mujeres trabajadoras (90 por ciento) en Dinamarca.
Pero, señala el estudio, también desciende en otros países el número de familias que atienden gratuitamente a sus ancianos, al tiempo que Euopa envejece y disminuye el número de obreros y empleados que con sus impuestos pagan el costoso mantenimiento de los ancianos en residencias especiales.
Schulte considera que debe haber en Alemania un cambio en la política de asistencia a los ancianos no sólo por razones financieras sino también humanitarias.
El experto alemán explica que aquí se debe sustituir la política de socorro por otra de emancipación de los ancianos, que les garantice la mayor independencia posible, la salvaguarda de sus derechos y la participación en la vida social.
Un déficit notable de la legislación alemana es la falta de coordinación de las entidades que ofrecen servicios a los ancianos, así como la inexistencia de una legislación que regule un nivel de servicios mínimo.
Otro ejemplo positivo es que Dinamarca y Holanda disponen en la actualidad de "guarderías para ancianos", de forma que ellos pueden vivir en su hogar y estar atendidos durante el día.
Además, desde 1987 no se han construido más residencias de ancianos en Dinamarca, pero sí se han habilitado entre 5.000 y 7.000 viviendas de acuerdo con las necesidades de la Tercera Edad.
En Alemania hay en la actualidad 12.360.000 de ancianos, de los cuales 800.000, o sea 6,5 por ciento, viven permanentemente en residencias especiales.
Por cada 80 ancianos que viven en residencias especiales hay en Dinamarca 100 enfermeros, mientras que en Alemania, sólo 38. (FIN/IPS/rc/jc/pr/96)