El Estado en Venezuela "se ha desordenado en grado tal que parece no existir", afirmó el Contralor General de la República, Eduardo Roche, al entregar hoy al parlamento su informe sobre la gestión pública correspondiente a 1995.
"El desorden del Estado es la mayor causa del dispendio de los recursos de la cosa pública, mucho más dañino que la corrupción activa", dijo el funcionario al presentar una suerte de "siete pecados capitales" de la administración pública.
Incapacidad para controlar, violación frecuente de la legalidad, incumplimiento de las metas, retrasos en la ejecución, graves deficiencias en las obras y ausencia sistemática de mantenimiento, y maniobras para eludir fiscalizaciones son "vicios crónicos" del Estado, según Roche.
El Estado emplea 1,3 millones de personas -Venezuela tiene 22 millones de habitantes- y maneja un presupuesto de 13.000 millones de dólares, pero "ignora cuáles son sus bienes patrimoniales, dónde están, cuál es su estado y empleo, y cuál es su valor", aseveró.
Los casos más indeseables en la Venezuela de 1995 fueron desorden e ineficiencia de la gestión en infraestructura, crisis financiera, déficit fiscal, seguridad pública vulnerada, inseguridad jurídica y control de cambio ineficiente.
Como ejemplo del "altísimo daño" que esos casos provocaron, Roche mencionó las pérdidas operativas de 440 millones de dólares que, por primera vez en seis décadas, tuvo el Banco Central de Venezuela, instituto emisor y de reserva.
Otro es la deuda que con el Banco Central mantiene el estatal Fondo de Garantía de Depósitos Bancarios, por 1,3 billones de bolívares (7.500 millones de dólares al cambio promedio de 1995), con respaldo de muchos bienes con títulos inseguros.
Esa deuda se contrajo para resolver la crisis del sistema financiero que estalló en 1994, hundió 60 por ciento de la banca y "todavía sigue sin resolver", según el contralor.
El presidente Rafael Caldera llegó al poder en febrero de 1994 esgrimiendo la bandera de la lucha contra la corrupción, y Roche sostiene que continúa pero, más que eso, afirma que "el desorden hace más daño que la corrupción activa".
Pese al negativo panorama de la gestión pública, Roche se declaró "razonablemente optimista", por la entrada en vigor de nuevos instrumentos legales de contraloría, la adopción del criterio de control de gestión y pidió "refundar el Estado, haciendo un Estado para los ciudadanos". (FIN/IPS/hm/ag/if/96)