VENEZUELA: Educación comunitaria emerge como alternativa

Frente a la educación impartida por el Estado o asumida como empresa privada, en Venezuela se abren paso escuelas comunitarias, de propiedad o bajo conducción de padres, representantes y maestros.

Además de un esquema diferente de gestión, las escuelas comunitarias propician una enseñanza "sin miedo a la libertad", con estudiantes ganados para combinar la aplicación a los deberes con su disposición para la crítica y el debate.

"Democracia y autoritarismo son opuestos", sostiene Ana Camposano, directora de la Escuela Comunitaria Moderna de Bello Monte (Caracas), "por lo que si se tiene una estructura democrática en la escuela es más fácil aplicar un modelo de eseñanza participativo".

A la inversa, "un modelo participativo puede motivar menos a maestros de escuelas privadas, a cuyo dueño anima el lucro, o públicas como las de Venezuela, que son de un Estado que estácomo ausente y no exige calidad", dijo Camposano a IPS.

En Venezuela funcionan ya nueve escuelas comunitarias, integradas en una asociación que preside Camposano y aboga porque las comunidades se organicen y reclamen al Estado -gobierno central, regional o municipal- la transferencia de los planteles.

La escuela tradicional "es vertical, sin participación, padres y niños carecen del derecho a decir lo que quieren o lo que necesitan, y los maestros deben hacer exactamente lo que decidan los directores o los dueños", según Camposano.

El modelo desarrollado por su escuela "supone que educar no es limitar, corregir o enderezar, ofreciendo digerido todo el coocimiento, sino liberar y desarrollar las posibilidades del niño para que reelabore ese conocimiento", agregó.

Mary Díaz, maestra del preescolar, dijo que "en esta escuela se desarrolla autonomía para las propuestas, tanto individuales como colectivas", en procura de que "el niño salga ileso del preescolar, es decir que haya desarrollado autonomía para decisiones y cierta independencia".

Taylor Uzcátegui, ingeniera, es madre de una alumna que retiró de un colegio "de mucho renombre" y llevó a esa escuela.

"Al principio le dio trabajo adaptarse, porque estaba acostumbrada a repetir, memorizar y a los cuestionarios, y aquí se exige análisis y comprensión, pero ahora no quiere salir de su escuela", cuenta.

Otros padres coincidieron en que "si algo aprenden aquí los hijos es a defender sus derechos", así como en destacar "las reuniones donde se opina sobre la educación que deben recibir los muchachos".

Los egresados, aquellos alumnos que hicieron en la escuela seis de los nueve grados de enseñanza básica y luego fueron a un liceo secundario, son de quienes más confrontan su experiencia.

"La capacidad de crear no se ha perdido, pero sí la libertad. Uno sigue teniendo su creatividad, porque es innata, pero el problema es desarrollarla", dijo Alexandra Salamanqués, en tanto para César Casal "la educación aquí es de orientación, de cómo comportarse ante distintas experiencias".

Zaira Castro dijo estar "estudiando muchísimo". "De aquí me quedó un hábito de estudio". Valentina Fraíz comentó a su vez que "hay padres que han pensado que estando en esta escuela los hijos no se van a poder acostumbrar a otros sistemas, y es al revés porque enseñaron a no ser dependientes".

Como contraste, una prueba internacional de comprensión de lectura realizada en 1992-1993 en 32 países mostró que los niños venezolanos sólo estaban ligeramente por encima de los de Botswana, Nigeria y Zimbabwe, mientras que los de nueve años se ubicaron en último lugar.

En los últimos años, Venezuela destinó a educación 2.000 millones de dólares anuales o 20 por ciento del presupuesto de gastos del Estado, casi 300 dólares por alumno, pero 70 por ciento de los recursos van a pago de nóminas y otros gastos burocráticos.

"El resultado ha sido escuelas sin proyectos, sin planes para mejorar la calidad de la educación que imparten, carentes de directores como líderes, sin autoridad para destituir a un maestro que trabaje mal", comentó Camposano.

La escuela pública "es tratada como que no es de nadie, de un Estado que constitucionalmente debe garantizar la educación pero que no se nota, bajo supervisores que son en realidad tramitadores de papeles", agregó.

Como alternativa, la asociación que dirige trata de impulsar la educación comunitaria, con comunidades que se organicen, desde el momento en que urbanizadores desarrollen sus construcciones, para asumir la gestión de la escuela junto con los maestros.

Otro mecanismo sería la transferencia de recursos desde el Estado central hacia las administraciones locales y de barriadas, "lo que no contradice ni programas generales del Ministerio de Educación ni el principio de la enseñanza gratuita".

"Puede surgir una escuela donde todos aporten: el Estado los recursos de base, la comunidad cuidado y gestión y los maestros esfuerzos para contener la deserción", opinó Camposano.

En El Salvador, el Estado transfirió recursos directamente a comunidades, en Nicaragua asociaciones de docentes desarrollaron proyectos donde la deserción se redujo a casi cero, y un camino parecido se siguió en Minas Gerais, Brasil.

Una tercera opción es la participación de la empresa privada, como la que se apresta a respaldar la expansión de la escuela comunitaria de Bello Monte -hasta ahora de clase media- por la vía de su fusión con un centro de enseñanza aún más popular. (FIN/IPS/hm/dg/ed/96)

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