Un comité de científicos internacionales descartó que hasta ahora exista relación identificada entre la enfermedad que ataca a los vacunos, conocida como el "mal de las vacas locas", y los brotes entre humanos con 11 casos aparecidos en Gran Bretaña y uno en Francia.
El investigador estadounidense Joe Gibbs, del Instituto Nacional de Desórdenes Neurológicos de Bethesda, dijo que sus colegas subrayan que "no hay evidencia que sugiera un vínculo directo entre las enfermedades animal y humana".
Sin embargo, los científicos recomendaron extremar en todo el mundo la vigilancia y la investigación de las encefalopatías espongiformes transmisibles (EET), tanto humanas como animales, para determinar el origen y el alcance del mal.
El grupo de expertos divulgó este jueves en Ginebra las conclusiones, despues de tres días de deliberaciones en la sede de la Organización Mundial de la Salud.
Los investigadores analizaron la vinculación entre el mal de las vacas locas, que responde al nombre científico de encefalopatía espongiforme bovina (BSE) y la enfermedad de Creutzfeld-Jakob (ECJ), que ataca a los humanos.
La denuncia del gobierno británico en marzo pasado de la aparición de 10 primeros casos de ECJ relacionados con la encefalopatía bovina, conmovió a los círculos científicos y repercutió sobre la dieta de la población europea, que redujo el consumo de carnes vacunas.
El científico británico Raymond Bradley, del Laboratorio Veterinario Central, de Weybridge, admitió que el consumo de carne bovina se había reducido en su país en 15 por ciento. En otros países europeos, la disminución llegó hasta 50 por ciento.
La aparición de la enfermedad amenazó a la industria cárnica mundial, que en 1993 atendió a un consumo global de carne vacuna de 52.729.000 toneladas y totalizó exportaciones por 13.690 millones de dólares.
El director general de la OMS, Hiroshi Nakajima, reclamó la dilucidación urgente del origen de la enfermedad porque "está relacionada a una necesidad humana fundamental, como la alimentación".
Nakajima recordó que la carne vacuna es un alimento básico en numerosos países, constituye una fuente accesible de proteínas para una población considerable y representa una parte esencial de las economías de países industrializados y en desarrollo.
El dictamen de los científicos reunidos en Ginebra puntualizó que hasta ahora no se han encontrado pruebas de la vinculación entre las enfermedades animal y humana.
Sin embargo, dejó abierta la posibilidad de que investigaciones posteriores puedan demostrar la existencia de una relación entre los dos males.
Por esa razón. la OMS adoptó medidas para que aumente la vigilancia de las encefalopatías en todo el mundo.
Se hará un control estricto de la incidencia de la enfermedad CJ así como de la existencia de posibles formas atípicas, anticipó Ana Lía Taratuto, de la Sociedad Argentina de Neuropatología de Buenos Aires.
La OMS insistió también en la prohibición terminante de usar tejidos de animales en la alimentación de especies rumiantes y en otras recomendaciones sobre la cría higiénica del ganado y la eliminación de los restos de los animales.
"Es fundamental que los gobiernos entiendan la necesidad de aplicar las recomendaciones de la OMS", dijo Taratuto.
Los científicos aconsejaron a la OMS que se incrementen las investigaciones y los esfuerzos por identificar el origen del mal.
"Debemos esmerarnos en las tentativas de diagnosticar la enfermedad", propugnó Gibbs.
En especial, reconoció, existe conocimiento escaso de los países del Tercer Mundo, de la existencia de la enfermedad, tanto en humanos como en animales.
El comité recomendó a Nakajima que se desarrollen mejores diagnósticos de la enfermedad, incluídos los experimentos in vitro, para aislar, identificar y caracterizar al agente de la enfermedad.
Después de trabajar más de 40 años con esta enfermedad aún existe la necesidad de comprender con mayor precisión la naturaleza del agente causante, reconoció el investigador estadounidense.
Sin embargo, el comité convino en que indudablemente una proteína huésped normal se ha transformado en anormal y luego induce a la patogenia que deriva en la enfermedad clínica.
Gibbs especificó la necesidad de profundizar los conocimientos en genética para identificar las causas.
En los humanos hay formas familiares de esta enfermedad, que están determinadas por mutaciones en el gen que controla la producción de la proteína, insistió. (FIN/IPS/pc/96)