RUANDA: Sobrevivientes del genocidio de 1994 no están seguros

Mientras continúan los esfuerzos por juzgar a los responsables del genocidio de 1994 en Ruanda, algunos tutsis y hutus moderados sobrevivientes de la masacre son asesinados, destacaron organizaciones de derechos humanos con sede en esta capital.

"Estamos profundamente indignados por los atroces asesinatos de sobrevivientes del genocidio", dijo a IPS Jean Bosco Rutagengwa, presidente de IBUKA, una federación de organizaciones defensoras de los derechos humanos que ayuda a los sobrevivientes a recuperarse de la experiencia e intenta impedir que vuelva a repetirse.

Rutagengwa se refirió a la eliminación de dos familias el pasado fin de semana en dos incidentes separados, los más sangrientos ocurridos hasta el momento, según fuentes oficiales de Kigali.

Personas no identificadas mataron este sábado a una familia de cuatro miembros en Gafunzo, en el oeste de Ruanda, cerca de la frontera con Zaire -donde se encuentran refugiados miles de extremistas hutus-, y otras nueve personas fueron asesinadas en el municipio oriental de Rusumo, cerca del límite con Tanzania.

Las víctimas de Rusumo, que fueron atadas y golpeadas con azadas antes de que su casa fuera incendiada, fueron identificadas este lunes como "Elzeus Bagoroza, sus dos esposas y sus seis hijos", en un informe oficial.

Bagoroza, un herbolario, era uno de los pocos sobrevivientes tutsis en el área, y se sospecha que sus asesinos ingresaron al país desde el campo de refugiados Benako, en Tanzania occidental. Benako alberga a unos 700.000 ruandeses, entre ellos milicias Interahamwe, que encabezaron el genocidio.

"Fuentes confiables indicaron que los criminales forman parte de grupos de infiltrados cuyo propósito consiste en eliminar toda evidencia de las atrocidades de 1994", señaló el informe oficial.

"No existe duda de que estos crímenes contra sobrevivientes y testigos de la masacre son obra de los mismos que devastaron Ruanda hace dos años", comentó Josue Kayijaho, vicepresidente de IBUKA.

Kayijaho declaró que su agrupación tiene pruebas suficientes para fundamentar sus afirmaciones, y observó que "las víctimas son eliminadas de la misma manera en todas partes".

Las características de los homicidios recuerdan los métodos de las milicias Interahamwe. Las víctimas son apuñaladas, decapitadas con machete o hacha o quemadas vivas en sus casas, y también se registraron casos de ataques con granada y envenenamiento, especialmente en la capital.

"Los actuales asesinatos me recuerdan los crueles métodos de Interahamwe en 1994", manifestó Josephine, de 35 años, quien perdió a su esposo en el genocidio.

"La muerte a menudo se produce luego de torturas y tratamientos degradantes tales como abrir el vientre de mujeres embarazadas, cortar arterias principales para que la víctima se desangre, amputar miembros… todos los horrores imaginables", dijo a IPS.

La eliminación de sobrevivientes por sospechosos de participación en el genocidio de 1994 también fue reportada en abril de este año por Africa Rights, un grupo defensor de los derechos humanos con sede en Londres.

"Dos años después, los extremistas continúan activos, persiguiendo y matando sobrevivientes del genocidio y también testigos hutus para intimidarlos y, si es necesario, asesinarlos", sostuvo Africa Rights.

El informe reportó más de 25 casos de homicidio, intento de homicidio, secuestro e intimidación de sobrevivientes y testigos del genocidio. "Si se permite que la masacre prosiga, sus responsables se asegurarán la impunidad", advirtió.

Fuentes de IBUKA indicaron que algunos sobrevivientes que se atravieron a hablar sobre sus experiencias durante el genocidio fueron asesinados poco después de la publicación del informe de Africa Rights.

No obstante, no se adoptó ninguna medida para proteger a los sobrevivientes, pese a los numerosos pedidos realizados al gobierno y a la comunidad internacional.

Como resultado, muchos sobrevivientes se agruparon en torno a pequeños centros comerciales o a oficinas administrativas rurales, en busca de seguridad. Durante el día van a sus tierras y cosechan lo que pueden, y retornan a los campamentos antes del anochecer.

"Los sobrevivientes hemos quedado librados a nuestro propio destino", dijo a IPS una viuda refugiada en un campamento de Runyinya, en el sur del país. (FIN/IPS/tra-en/jbk/jm/kb/ml/hd/96)

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