El fín de la guerrra civil en Ruanda no alivió el sufrimiento de las víctimas del conflicto, porque las minas terrestres siguen matando y mutilando dos años despues del cese del fuego.
Las áreas más golpeadas en este pequeño país son el norte y el noreste, donde tropas gubernamentales minaron caminos, senderos y campos para impedir el avance del entonces rebelde Frente Patriótico Ruandés (FPR), que lanzó la insurreción en 1990 a través de la frontera ugandesa.
El gobierno liderado por el FPR que finalmente asumió el poder en 1994, tras poner fín al genocidio antitutsi que durante cuatro meses devastó esta nación centroafricana, lanzó este año un programa para detectar y desarmar el legado mortal de esa guerra.
"Con solo cuatro meses de operaciones, hemos logrado resultados satisfactorios en la anulación minas terrestres que mataron a civiles incocentes y amenazaron las tareas agrícolas en el norte y noreste del país", declaró el mayor Joshua Mbaraga, jefe de la Oficina Nacional Antiminas (ONA).
Antes que la ONA fuera creada en julio de 1995, no pasaba un día sin que el estallido de alguna mina cobrara la vida de algún campesino o un escolar en las áreas afectadas, apuntó Mbaraga.
Fuerzas especiales de Estados Unidos dieron tres meses de entrenamiento a unidades del Ejercito Patriótico Ruandés (EPR) y proporcionaron a la ONA detectores de minas, camiones y explosivos.
"Las operaciones se iniciaron en pequeña escala en 1996, sobre todo debido a nuestra escasa logística", apuntó el jefe de las tareas antiminas, capitán Ndore Rulinda.
La ONA eligió cuidadosamente las áreas que debían ser limpiadas primero. "Las fértiles pasturas de Mutara (noreste) recibieron máxima prioridad ya que muchos campesinos y ganaderos se estaban reinstalando en sus propiedades despues de la guerra", dijo.
Otras áreas que han sido libradas de minas forman parte del Parque Nacional de Kagera, actualmente empleado para reinstalar miles de refugiados que regresan de Uganda y escaparon a los pogrom antitutsi perpetrados por la mayoría hutu a comienzos de los '60.
"A raíz de la batalla por el control de Kigali en 1994, que duró tres meses, áreas cercanas a infraestructuras como escuelas, hospitales, fábricas y cuarteles militares fueron densamente minadas. Estas últimas tambien acapararon la atencion de la ONA", explicó Ndore.
Además de permitir la reanudación de la actividad agrícola en el norte y el noreste, así como la reubicación de refugiados, las operaciones de limpieza de minas tambien impulsaron la recuperación de las plantaciones de té del país, una de las principales fuentes de divisas extranjeras.
Mbaraga dijo que es imposible saber cuantas minas fueron diseminadas durante la guerra porque el FPR no posee mapas del ex ejército gubernamental.
El Comité Internacional de la Cruz Roja y el Departamento de Asuntos Humanitarios de la ONU, no obstante, estimaron que hay alrededor de 250.000 minas en un país de apenas 26.338 kilómetros cuadrados.
"Dada la característica de nuestra guerra, que puso muy cerca a los ejércitos enfrentados, esas minas son muchas y riesgosas", aseguró Mbaraga, indicando que las más comunes son las antitanque, antipersonales y UXOs, artefactos explosivos sin detonar como granadas y proyectiles de todo tipo.
El mayor problema para la ONA fué la detección de minas plásticas. Con ese propósito, Estados Unidos proporcionó 18 perros sabuesos, de los cuales los primeros 12 llegaron en enero. El paquete total de asistencia estadounidense para la ONA alcanzó un valor de 2,8 millones de dólares.
Sin embargo, la mayor ayuda recibida por la ONA para el hallazgo de minas y la reducción del número de víctimas fué la reacción de la gente. El gobierno ha montado una intensa campaña previniendo de los peligros de minas y UXOs.
"La mina mata o mutila, la mina es peligrosa. Evitemosla…", expresa un anuncio oficial repetido diariamente por la radio nacional y dirigido principalmente a los niños.
"La ONA ha estado recibiendo mucha información de la población y el número de víctimas ha disminuído mientras nuestra campaña en los medios se intensificó", dijo el oficial de informacion de la ONA, teniente Tony Kuramba.
"Los ruandeses son concientes de esa amenaza, que heredamos de nuestro triste pasado", afirmó con un dejo de orgullo por los éxitos logrados por su unidad en tan poco tiempo. (FIN/IPS/tra- en/jbk/oa/ego/ip).
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