Adormecida, congelada en el tiempo y con una intrigante sonrisa melancólica, el cadáver de la princesa inca de Ampato viajó este fin de semana a Washington, en donde será exhibido en el Explorer Hall de la editorial National Geographic.
El traslado a Estados Unidos del cuerpo de la joven inca provocó la protesta de historiadores y científicos peruanos que rechazan la exhibición, a la que atribuyen propósitos comerciales de la editorial, afirmando que la integridad de los restos corre riesgos.
El ex ministro de Salud y profesor de patología Uriel García, llamó este sábado a los patólogos y paleontólogos estadounidenses a que se nieguen a participar "en una exhibición poco seria".
Pero las autoridades del Instituto Nacional de Cultura, que debe cautelar el patrimonio aruqeológico, y la Universidad de Arequipa, propietaria legal de los momificados restos de la joven inca, aprobaron y participan en el viaje a Estados Unidos.
La iniciativa, financiads por National Gregographic, se produce dos años después de la exposición en Estados Unidos de la tumba, ornamentos y restos del "Señor de Sipan", cuyo descubrimiento fue calificado como el suceso arqueológico más importante desde el hallazgo de la tumba de Tutancamon, en Egipto.
De unos 14 a 16 años, y perteneciente a un alto linaje, a juzgar por las prendas y joyas de oro que se encontraron con ella, la princesa de Ampato fue probablemente sacrificada en una ceremonia ritual de homenaje a los "apus", dioses tutelares de la cosmogonía inca, representados por las montañas.
Sus restos no estaban solos. Cerca fue encontrado el cadáver de otra adolescente, probablemente una servidora de su familia, y más lejos el cuerpo de un varón joven, presuntamente muerto junto con ellas y enterrado allí para que las proteja en su "viaje al más allá".
Las primeras investigaciones, realizadas en la Universidad de Arequipa, no revelaron cómo se produjo la muerte de la princesa, pues no se le encontraron huellas de estrangulamiento, heridas ni contusiones.
Los antropólogos suponen que fue victimada con alguna droga, que la adormeció sin sufrimiento, a juzgar por la placidez de su rostro y la inexplicable sonrisa que exhibe.
En el aeropuerto de Lima fue despedida con honores de dignataria, con trompetas y saludos militares. Viaja acompañada de dos arqueólogos peruanos y hará una escala de dos días en la ciudad de Baltimore, en donde será sometida a estudios científicos y médicos en el hospital John Hopkins.
El cadáver fue encontrada en septiembre de 1995 en la cumbre del cerro Ampato gracias a un suceso natural extraordinario: las cenizas del vecino volcán Sabancaya descongelaron las nieves perpetuas que lo cubrian y lo conservaron.
El descubrimiento es atribuido al arqueólogo estadounidense Johan Reinhard, quien llegó hasta la cumbre del cerro Ampato luego que el andinista peruano Migue Zárate le informara que el deshielo había dejado en descubierto una plataforma de piedra y algunos vestigios arqueológicos.
Reinhard es una mezcla de aventurero trepador de montañas y arqueologo explorador, sus viajes son generalmente financiados por National Geographic y ostenta el récord de ascensos a glaciales de 6.000 metros sobre el nivel del mar, casi todos en América del Sur, buscando los llamados "santuarios de altura".
Alrededor de los tres cuerpos fueron encontrados casi un centenar de objetos, como prendas de vestir, tejidos, piezas de cerámica, algunos de ellos conteniendo alimentos para que los sacrificados comieran durante su viaje "al otro mundo", y tres ídolos de oro, de 25 centímetros de largo, envueltos en tejidos.
Los restos fueron bajados en hombros de los arrieros que acompañaban a Reinhard y Zárate, quienes tuvieron la precaución de mantener los trozos de hielo del nevado que se encontraron adheridos a los cuerpos, decisión que permitió mantener el extraordinario estado de conservación de la "damita de Ampato".
Una polémica se originó entre los patrocinadores de la expedición (National Geographic) y las autoridades peruanas sobre el destino inmediato y futura posesión del hallazgo arqueológico.
Según las leyes peruanas, los restos arqueológicos están bajo el cuidado del Instituto Nacional de Cultura, entidad que carece de recursos no sólo para investigar sino también para proteger las áreas monumentales que le han sido encomendadas.
La controversia fue resuelta cuando terció la Universidad de Arequipa, que no participó en la preparación de la expedición (según algunos ni siquiera estaba informada de ella) y señaló que como Zárate era su alumno el hallazgo podía ser considerado parte de sus actividades académicas.
La Universidad recibió una donación de National Geographic, que utilizó para construir la sala en donde quedarán permanentemente los restos de la sacrificada niña inca, provista de las costosas instalaciones de refrigeración y deshumidificación necesarias.
Al centro de estudios le será entregada la información que los científicos del hospital John Hopkins obtengan entre el lunes y el martes a partir de la tomografía estereolitográfica tridimensional y resonancia nuclear magnética que practicarán al cuerpo.
El día 21, National Geographic inaugurará la exhibición de la princesa inca en su sede central, en Washington, durante un acto que será difundido mundialmente por la televisión satelital, en simultáneo con el lanzamiento de una edición especial de su revista. (FIN/IPS/al/dg/cr/96)