Las posibilidades de sobrevivencia del gobierno recién formado en India por el primer ministro Atal Behari Vajpayee, más allá del fin de este mes, es el tema preferido en los círculos políticos del vecino Pakistán.
El nuevo gobierno indio, hinduista y de derecha, debe someterse a un incierto voto de confianza en el Parlamento, y las especulaciones sobre una todavía dudosa mayoría ocupan la portada de los diarios de este país, que siguen el desarrollo de los acontecimientos minuto a minuto.
A nadie debe sorprender el interés de los paquistaníes, pues los dos países eran un solo territorio hace medio siglo, y aún hay mucha gente que tiene familiares y amigos del otro lado de la frontera.
También existe cierta inquietud por la reacción que un gobierno dirigido por el Partido Bharatiya Janata (BJP) en India -en vista de la orientación abiertamente antimusulmana de ese partido-, podría producir en la derecha religiosa de Pakistán.
"El hecho de tener un parlamento dividido significa también una India debilitada", comentó Fawad Usman Khan, un experto social. "Eso significa una señal de peligro para Pakistán y más inestabilidad en la región".
"Somos como hermanos gemelos", observó I.A. Rehman, miembro del Foro Popular Indo-Paquistaní por la Paz y la Democracia, una iniciativa independiente de paz lanzada en ambos países por gente que desea dejar atrás años de hostilidad. "Todo lo que pase allá afectará nuestra situación, y viceversa".
Conocido militante por los derechos humanos, Rehman juzgó que la llegada al poder del BJP, incluso con un parlamento dividido, "calentará la mente de los elementos más conservadores de este país, quienes podrán pensar que ellos también alcanzarán un día el gobierno".
Aunque sostenida por una minoría, la derecha religiosa de Pakistán ha logrado que los partidos políticos no se deslicen por la senda liberal.
Por ejemplo, una ley discriminatoria contra la mujer, que fue promulgada por un dictador militar, es puesta en práctica por una mujer elegida para el cargo de primer ministro -Benazir Bhutto- a despecho de las protestas de las organizaciones feministas y los grupos defensores de los derechos humanos.
Largos años de gobierno militar fortalecieron las fuerzas paralelas del patriarcado feudal y del conservatismo religioso en la sociedad paquistaní. Los liberales de este país admiten que la situación no es ni remotamente parecida en India.
El gobierno paquistaní se ha atenido a las reglas diplomáticas en su reacción ante el cambio de gobierno en el país vecino. La primer ministro comunicó a Vajpayee su deseo de que "pueda ser revisada toda la situación imperante en la región y sean de nuevo encarriladas las conversaciones entre ambos países".
India y Pakistán son rivales jurados. Sus respectivos primeros ministros no suelen mantener contactos directos y sus tropas libran una guerra muy costosa para ambos bandos en las montañas Himalayas. (FIN/IPS/tra-en/bs/an/arl/ip/96)