ONU: EE.UU. rechazó impuesto a vuelos aéreos contra contaminación

Estados Unidos rechazó una propuesta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para recolectar impuestos a los viajes aéreos con el fin de reducir la contaminación en el planeta.

"No se ha demostrado que las emisiones de aviones sean una de las causas más significativas de la contaminación mundial", dijo el embajador de Estados Unidos, Mark Hambley, a la Comisión sobre Desarrollo Sostenible de la ONU.

Por lo tanto, concluyó el embajador, es "inapropiado escoger a la industria aeronáutica para un impuesto".

Hambley sostuvo la semana pasada que los vuelos ya están sujetos a una amplia gama de costosos controles ambientales y contra la contaminación sonora. Una tarifa adicional simplemente aumentaría el costo de los viajes aéreos, perjudicando a los consumidores, en especial en los países en desarrollo.

La Comisión de Desarrollo Sostenible de la ONU finalizó la semana pasada una sesión de dos semanas en la cual revisó los avances en el logro de las metas de la Conferencia sobre Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro en 1992.

Países pobres y ricos acordaron en Río rehabilitar el medio ambiente planetario sobre la base de su responsabilidad compartida.

Pero el flujo de recursos financieros y la transferencia de tecnología no siguieron el ritmo de los compromisos asumidos y las expectativas generadas.

El impuesto al viaje aéreo es una de varias propuestas para obtener nuevos recursos de financiación con el fin de impulsar la Agenda 21, el plan ambiental global adoptado en Río.

El viceministro de Ambiente de Colombia, Ernesto Guhl-Nanneti, dijo que la comunidad internacional no ha entregado suficientes recursos para cumplir con la Agenda 21.

El Informe de Desarrollo Humano de 1994 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), hizo algunas recomendaciones para la recaudación de fondos, proponiendo un impuesto al movimiento del capital especulativo, siguiendo la idea de James Tobin, ganador del Premio Nobel de Economía.

Una segunda sugerencia fue un impuesto de un dólar a cada barril de petróleo, con una tarifa equivalente sobre el carbón.

Ambos impuestos generarían unos 266.000 millones de dólares anualmente, a ser utilizados solamente para financiar proyectos ambientales.

La ONU estima que los compromisos de Río requieren unos 125.000 millones de dólares anuales de nuevos recursos. Pero los únicos fondos adicionales generados hasta ahora provinieron del Fondo Mundial de Medio Ambiente (GEF), administrado por el Banco Mundial, el PNUD y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Mohamed el-Ashry, director del GEF, dijo a la Comisión de Desarrollo Sostenible que el fondo había sido reestructurado y refinanciado con 2.000 millones de dólares, y lo consideró el mayor logro de la cumbre de Río.

El GEF, que opera en 60 países, es el mecanismo financiero interino que guía la Convención sobre Biodiversidad y la Convención sobre Cambio Climático.

El GEF ya asignó unos 415 millones de dólares para 1997, y tiene un objetivo de 520 millones para 1998. El año 1997 será crucial, dijo el-Ashry, porque las negociaciones podrían ser retomadas en función de la nueva refinanciación del GEF.

La organización no gubernamental Amigos de la Tierra urgió a la Comisión de Desarrollo Sostenible que establezca objetivos concretos y un cronograma para las decisiones tomadas en Río.

Amigos de la Tierra propuso la creación de dos ecoimpuestos para el 2000, sobre el combustible de automóviles y aviones. (FIN/IPS/tra-en/td/yjc/lp/en-ip/96)

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