HABITAT: Comunidades pobres pavimentan sus calles en Chile

El programa de Pavimentos Participativos, dirigido sobre todo a comunidades de bajos ingresos, es la principal experiencia que Chile quiere difundir en la conferencia mundial Habitat II de junio próximo.

Gracias a este programa, este año se pavimentarán en todo el país 500 kilómetros de calles y pasajes en áreas barriales, mientras en 1993, al comenzar esta experiencia, se pavimentaron 180 kilómetros.

Edmundo Hermosilla, ministro de Vivienda y Urbanismo, resaltó que en Chile existen ya 4.000 comités de Pavimentos Participativos que trabajan en el mejoramiento de sus calles y hay otros 4.000 en vías de formación.

Hermosilla será el portavoz de América Latina en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos (Habitat II), que se realizará desde el 3 al 14 de junio en Estambul, Turquía.

Clodomiro Gallardo, de Cauquenes, 400 kilómetros al sur de Santiago, fue uno de los vecinos que en 1995 participó en la creación del comité para extender la pavimentación de la calle Yungay, una de las principales de la ciudad.

Cauquenes, capital de la provincia del mismo nombre, una de las más atrasadas de la zona central de Chile, contaba con vías en buen estado sólo en unas 10 manzanas del casco central de esta urbe de 28.000 habitantes.

Las restantes calles, que comunican con sectores rurales donde viven unos 25.000 campesinos, eran permanentes focos de contaminación por partículas de polvo en verano y vías intransitables por el lodo en los lluviosos inviernos.

La calle Yungay estaba pavimentada hasta la intersección con Bulnes, donde se ubica la entrada principal del Regimiento Andalién, uno de los destacamentos del arma de Infantería del Ejército.

"Nos unimos todos, juntamos plata, y en conjunto con el MINVU (Ministerio de Vivienda y Urbanismo) pavimentamos estas seis cuadras", contó a IPS Norma González, esposa de Gallardo, quien atiende un pequeño comercio familiar.

Ahora, el pavimento de Yungay se extiende casi hasta la entrada oeste de Cauquenes, por donde transitan los fines de semana las carretas de los campesinos que vienen desde Pilén y otros caseríos rurales a vender sus hortalizas y artesanías de greda en la feria de la ciudad.

El programa, explicó Hermosilla, se organiza sobre la base de los depósitos en una virtual cuenta de ahorros de los vecinos agrupados en su comité y de los subsidios que luego aporta el Estado para completar el costo de la pavimentación.

Así como en Cauquenes y otras ciudades provinciales, el programa tiene una gran aplicación en las grandes urbes chilenas y es en Santiago uno de los componentes del plan de descontaminación de la Región Metropolitana.

Durante la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-90) se llevaron a cabo en la capital masivas erradicaciones de "campamentos", barriadas precarias surgidas de ocupación de terrenos baldíos por parte de familias sin casa.

Los traslados permitieron "limpiar" áreas residenciales del oriente de Santiago, donde se concentran sectores de altos ingresos, e iniciar planes para dotar de viviendas a las familias erradicadas.

Con estrictos criterios de mercado, el régimen de Pinochet contrató con empresas privadas la construcción de casas al alcance del bajo poder adquisitivo de los grupos familiares trasladados desde los antiguos "campamentos".

Las empresas optaron por construir donde resultaba más barato y por tanto más rentable para sus contratos con el gobierno, es decir en áreas periféricas de los municipios del oeste y sur de Santiago, donde los terrenos tienen menor costo.

Mediante este sistema, no sólo se expandió irracionalmente la ciudad ocupando tierras de vocación agrícola, sino que además se levantaron conjuntos habitacionales sin infraestructura de alcantarillas, agua potable, electricidad, teléfonos y vías de acceso.

Los miles de pasajes y calles sin asfaltar o pavimentar de la periferia de Santiago emiten permanentemente polvo en suspensión, que aumenta los índices de enrarecimiento del aire en esta capital, una de las de mayor contaminación atmosférica de América Latina.

Los planes de pavimentación con el concurso de toda la comunidad tienen, además del beneficio ambiental, una influencia directa en el mejoramiento de la calidad de vida de los sectores más pobres, destacó Hermosilla.

Las calles pavimentadas tienen un efecto multiplicador en frentes como la educación, pues facilitan la asistencia de los menores a los colegios aún en invierno, o la salud, en tanto posibilitan la evacuación oportuna de enfermos y accidentados.

"El programa de Pavimentos Participativos es para nosotros una nueva forma de participación y pedagogía social", afirmó Hermosilla, quien aseguró que una experiencia así no era viable bajo el sistema dictatorial.

"Chile tuvo un cambio muy importante en marzo de 1990 (al asumir el presidente Patricio Aylwin). Muy pocos de estos temas del hábitat estaban presentes en el debate público, pues los ciudadanos no participaban y predominaban sólo las políticas de mercado", indicó el ministro.

Hermosilla dijo a IPS que la experiencia de los Pavimentos Participativos es reproducible aún en países pobres del continente, como Haití, ya que el aporte de la comunidad puede consistir tanto en dinero como en mano de obra. (FIN/IPS/ggr/dm/pr/96)

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