Serbia condenó la destitución este miércoles del primer ministro serbobosnio Rajko Kasagic por el autoproclamado presidente Radovan Karadzic, mientras se intensifica la lucha por el poder en la República Serbia de Bosnia.
La reacción de Belgrado era aguardada ansiosamente por la comunidad internacional, ya que refleja la actitud de Serbia a cinco meses de la ratificación de los acuerdos de Dayton, que pusieron fin al más sangriento conflicto de Europa desde la segunda guerra mundial.
Karadzic anunció este miércoles la destitución de Kasagic por considerar que éste "perjudicó gravemente a la república serbia, poniendo en peligro intereses fundamentales de la población y el Estado". Kasagic no aceptó la decisión, por provenir de un presidente que no fue electo por el pueblo.
Mientras, el presidente de la República de Serbia, Slobodan Milosevic, declaró que "Kasagic intentó levantar el odio contra el pueblo serbio, condenado al ostracismo desde 1991, y dentro de los límites de sus posibilidades y de estos difíciles tiempos, lo logró".
La actitud de Serbia contribuye a aislar aún más a Karadzic, el líder serbobosnio acusado de crímenes de guerra en Bosnia- Herzegovina.
El depuesto primer ministro Kasagic, de 53 años, quien ocupó su cargo el pasado octubre, es considerado por Occidente como un político moderado y cooperador, dispuesto a colaborar con la implementación de los acuerdos de Dayton.
La prensa oficial de Bosnia publicó este jueves una declaración del gobierno en la que considera la decisión de Karadzic "ilegítima e inválida" y "contraria a los intereses del pueblo de la República Serbia de Bosnia". Además, Belgrado exhortó al parlamento de dicha república a expedirse sobre la medida.
En general se considera que Milosevic tiene aún suficiente influencia sobre ciertos parlamentarios serbobosnios como para revertir la decisión de Karadzic. Se cree también que Kasagic se encuentra bajo la influencia del presidente de Serbia.
El gobierno de la Federación Yugoslava (Serbia y Montenegro) emitió el mismo jueves otra declaración en que condenaba la destitución de Kasagic, considerándola "un acto ilegal, antidemocrático y totalmente inaceptable", y agregaba que la decisión "debe ser revocada".
Ambas declaraciones se produjeron luego de conversaciones separadas entre Milosevic y el ministro alemán de Relaciones Exteriores Klaus Kinkel, el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Javier Solana, y el comandante en jefe de la alianza atlántica, general George Joulwan.
La serie de encuentros internacionales en Belgrado estuvo destinada a presionar a Milosevic para actuar rápidamente en contra de Karadzic, considerado el principal obstáculo para la implementación de los acuerdos de Dayton, que Milosevic firmó en representación de los serbobosnios.
También existe creciente presión sobre Serbia para que entregue a Karadzic al tribunal creado por la Organización de las Naciones Unidas para juzgar crímenes de guerra en la ex Yugoslavia, establecido en La Haya.
Distintas declaraciones oficiales emitidas tras los encuentros de Milosevic con Kinkel, Solana y Joulwan señalaron que el tema discutido fue "la normalización de la situación en Bosnia, incluidas la libertad de movimiento y la normalización de las condiciones de vida".
Para lograr estos objetivos, es necesaria la "estricta aplicación de los aspectos civiles y políticos de los acuerdos de Dayton", observaron las declaraciones.
Evidentemente la lucha por el poder entre Karadzic y Kasagic es una de las prioridades de la agenda, mientras la amplia publicidad otorgada por la prensa oficial a las conversaciones sugiere que Milosevic está dispuesto a cooperar con Occidente.
Los gobiernos occidentales consideran a Kasagic como una alternativa aceptable a los radicales de la jerarquía serbobosnia, liderados por Karadzic. (FIN/IPS/tra- en/vpz/fn/ml/ip/96)