En medio de la campaña electoral en Israel, una película corta preparada por el opositor partido derechista Likud abordó frontalmente en la publicidad televisiva la delicada cuestión de la influencia palestina en los comicios.
En el aviso, un palestino con ciudadanía israelí habla frente a la cámara, mientras una voz fuera de imagen previene al espectador que el voto árabe podría decidir el próximo primer ministro de Israel.
El palestino no es un israelí árabe cualquiera. Se trata del doctor Ahmed Tibi, un ginecólogo de Galilea que fue uno de los principales asesores del presidente palestino Yasser Arafat hasta que renunció a su cargo para postularse a un escaño en el Knéset (parlamento israelí).
El pequeño y mal preparado Movimiento Arabe por el Cambio, el partido de Tibi, podría no alcanzar la cantidad de votos necesaria para conquistar una de las 120 bancas del Knéset. Sin embargo, para los votantes derechistas de Israel, la idea del aviso es lo que cuenta.
Los árabes israelíes ostentan tradicionalmente una alta concurrencia a las urnas (cerca del 70 por ciento), y este año cuentan con tres nuevos partidos para atraer más votantes. Entre ellos se incluye, por primera vez, una agrupación islámica.
"Están presentando al electorado árabe como una amenaza interna", declaró Marwan Darweish, prominente analista del Centro Palestino-Israelí para Investigación e Información, con sede en Jerusalén, que estudia la campaña proselitista del Likud.
"Estos avisos alimentan los temores del israelí promedio, que piensan que no es suficiente con que haya un gobierno palestino, pues aquí tenemos un peligro interno, más grave, dentro del propio estado de Israel", dijo.
Con Peres y su rival del Likud, Benyamin Netanyahu, corriendo cabeza a cabeza en los sondeos de opinión efectuados entre los judíos, es la minoría árabe, que constituye la quinta parte del electorado, lo que decidirá quién será el primer ministro.
Las nuevas leyes electorales de Israel permiten a cada votante introducir dos boletas en su sobre, una correspondiente al primer ministro y otra por el partido.
Así, por primera vez, la dividida comunidad árabe que en el pasado desparramó sus votos por todo el espectro político estará capacitada para concentrar su poder en las urnas.
En una irónica vuelta del destino, podría ser la minoría árabe la que empuje a Peres a recuperar el cargo y timonear el futuro de los acuerdos de Oslo con sus hermanos palestinos en Gaza y Cisjordania.
Darweish estima que 80 por ciento de los israelíes árabes apoyan el acuerdo de paz firmado con los palestinos. Otro 95 por ciento respalda la creación de un estado palestino en Gaza y Cisjordania, algo que la derecha israelí trata afanosamente de evitar.
Esto significa, según los analistas, que la mayoría de los árabes votarán por Peres, cuyo Partido Laborista modificó su plataforma para contemplar la posibilidad de que surja un estado palestino cuando concluyan las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos, como se prevé, en 1999.
Pero el voto mayoritario de los árabes por Peres no es necesariamente algo descontado, pues éstos están furiosos por las acciones militares de Israel en Líbano, en especial la matanza de 100 civiles en un refugio de la ONU. Muchos dirigentes árabes exhortaron a sus prosélitos a abstenerse.
Peres replicó que podría considerar la designación de un ministro árabe en su gabinete si lograba formar el próximo ejecutivo.
Sin embargo, el airado electorado árabe, cansado de que su apoyo se dé por descontado en nombre de la paz con los palestinos mientras sus comunidades obtienen poco y nada a cambio, se muestra escéptico.
Los árabes "prefieren que Peres maneje toda la cuestión palestina", declaró Sa'id Zeedani, profesor de ciencias políticas en la Universidad Birzeit de Cisjordania y una de las personalidades que respaldaron la creación de la Coalición Demócrata Nacional.
El electorado árabe "comprenden la importancia" del voto por Peres en la continuidad del proceso de paz iniciado en Oslo, "pero tienen impulsos contradictorios", explicó Zeedani.
"La solidaridad de los árabes israelíes con los palestinos es muy clara, y por eso apoyan al laborismo. Así, indirectamente, respaldan a sus hermanos palestinos. Pero no todo se puede subordinar al proceso de paz", agregó.
La Coalición Demócrata Nacional es una fuerza pequeña, aliada al combativo partido comunista israelí Hadash, que contiene en su seno muchas voces de la comunidad árabe que en el pasado rechazaban la creación de dos estados como solución del conflicto entre palestinos e israelíes.
Estos dirigentes se manifestaban entonces en favor de un estado secular y democrático, en el cual ninguna religión en particular resultara predominante.
Zeedani dijo que los israelíes árabes aspiran, sobre todo, a sentirse iguales a los israelíes judíos en todas las facetas diarias de la vida, sin discriminación ni prejuicios. Sin embargo, tambien desean la preservación de su identidad nacional y cultura.
Según Zeedani, esa dicotomía convierte a los israelíes árabes en esquizofrénicos. Son ciudadanos israelíes, son palestinos, integran la vasta comunidad árabe y tienen fuerzas para influir sobre esas identidades a las que son fieles.
Tanto Zeedani como Darweish dijeron que la voz arabe-israelí se ha hecho más fuerte, especialmente desde que el nacionalismo palestino en Gaza y Cisjordania abrió paso a la "intifada", la revuelta de siete años contra la ocupación militar de Israel.
"Como su voces y su número han aumentado, lo mismo ocurrió con la definición de sí mismos y sus demandas por una participación activa en la política de Israel", apuntó Zeedani. (FIN/IPS/tra- en/dh/fn/ego/ip/96)