El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y otras agencias internacionales de crédito empiezan a reconocer que prestar 150 dólares a un carpintero es más seguro que entregar 1,5 millones a un gran empresario o a un gobierno endeudado.
Esa conclusión está apoyada en estadísticas del Banco Mundial que revelan un índice muy bajo de incumplimiento de pagos entre los deudores de entidades dedicadas al microcrédito, mientras los préstamos tradicionales, superiores a 10.000 dólares, presentan un promedio mundial de casi 20 por ciento de retrasos o de cese de amortización.
Otra revelación inesperada. De acuerdo con la organizacion no gubernamental estadounidense Acción Internacional, los microcréditos crean más empleos que los grandes préstamos.
Resultado: lo que antes era considerado un mal negocio, es visto ahora como alternativa segura del punto de vista de la contabilidad y eficaz en el combate contra el desempleo masivo, el gran fantasma de la economía mundial que, según la Organización de Naciones Unidas, registra cerca de 800 millones de personas sin trabajo o subocupadas.
Al crear un fondo especial de 12,5 millones de dólares para créditos a microempresarios centroamericanos, el BID reconoció ímplicitamente la exitosa experiencia del Banco Solidario (BancoSol) de Bolivia, fundado hace poco más de cuatro años.
La gran mayoría de los 63.000 clientes del BancoSol han recibido préstamos de un valor promedio de 125 dólares, y esa entidad encabeza la lista de bancos comerciales bolivianos en materia de puntualidad de pagos por sus deudores, con un índice de incumplimiento de sólo 2,2 por ciento.
El microcrédito fue ignorado hasta ahora por los grandes bancos por la cuestión de los intereses y por dudas sobre la garantía de pagos. La matemática financiera mostraba que en el auge de la especulación y de la inflación era más lucrativo prestar a quien aceptara altas tasas de interés.
Pero hoy, los bancos latinoamericanos observan que las empresas arruinadas a causa de la recesión imperante en la región generan pérdidas millonarias al sistema financiero, al no poder pagar los préstamos recibidos. La mina de oro del crédito especulativo parece agotarse.
Entonces, prestar a mucha genete sumas bajas, casi irrisorias, es más seguro y socialmente mas eficiente. La primera experiencia mundial correspondió al Banco Grameen, de Bangladesh, que revolucionó el mundo de las finanzas hace 20 anos al conceder préstamos de 250 dólares a comunidades miserables.
Hoy, el Grameen tiene una cartera de 540 millones de dólares en microcréditos por año, 90 por ciento de los cuales son concedidos a mujeres.
El gran secreto del éxito del BancoSol en Bolivia y de otras experiencias en el mundo es la relación de las entidades financieras con la comunidad y la eficiencia administrativa.
Cuando los beneficiarios son comunidades pobres, la presión del grupo garantiza los pagos al día, siempre que los intereses sean tolerables. Para el banco, el gran desafío consiste en reducir su burocracia, para evitar que la máquina administrativa consuma 10 por ciento del valor del préstamo, como es habitual en la mayoría de los casos.
El Banco Mundial acaba de crear el Grupo Consultivo de Asistencia a los Pobres para otorgar dimensión internacional al microcrédito y aumentar el número de beneficiarios.
Se trata de una iniciativa revolucionaria, según el periódico estadounidense World Paper (Diario Mundial) que, no obstante, lanza una pregunta provocadora: ¿Puede un elefante (el Banco Mundial) construir un nido de pajaro?. (FIN/IPS/cc/ff/dv/96)