Las negociaciones de un tratado universal de prohibición de las pruebas nucleares entraron hoy en la fase decisiva, caracterizada por un clima de mayor optimismo entre las delegaciones de los 37 países participantes de la Conferencia del Desarme.
El holandés Jaap Ramaker, presidente del comité especial para el Tratado de Interdiccion Completa de Ensayos Nucleares (TICE), declaró su confianza en que los debates arriben a buen puerto al término de las siete semanas de la conferencia, el 28 de junio.
Sin embargo, la organización pacifista Greenpeace insistió en identificar a China como un obstáculo para la concertación del acuerdo.
Wendl Hilti, dirigente de Greenpeace-Suiza, sostuvo que mientras Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia aceptan la prohibición de todos los ensayos, la quinta potencia nuclear, China, se propone realizar nuevas explosiones experimentales que conspiran contra el tratado..
A pesar de esos presagios, Ramaker manifestó optimismo aunque admitió que las discusiones serán arduas. El jefe de las negociaciones fundó su confianza en una actitud diferente percibida en los representantes de los países participantes.
Las delegaciones "vienen bien preparadas y listas para llegar hasta el final", observó Ramaker. "Eso significa que tienen instrucciones actualizadas".
El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Luiz Felipe Lampreia, confirmó a la conferencia que había impartido directrices a la delegación de su país para que redoble sus esfuerzos por lograr que el tratado se establezca en los plazos fijados.
La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) recomendó en diciembre pasado que el tratado de interdicción completa de los ensayos nucleares comience a firmarse durante la próxima sesión del cuerpo, que comienza en septiembre.
Pero las negociaciones de Ginebra se entorpecen cuando llegan a los temas políticamente más sensibles y cruciales.
Ramaker dijo que desde ahora la conferencia modificará su método de trabajo, para concentrarse en la dilucidación de las cuestiones críticas.
Uno de los aspectos más debatidos es el texto del preámbulo del tratado, donde constarán las relaciones que existirán entre el acuerdo de interdicción de ensayos nucleares y otros concordatos internacionales sobre desarme.
El alcance del tratado sigue siendo motivo de discrepancias. La mayoría de los países auspicia una interdicción completa, pero China sostiene que el tratado debe excluir a los ensayos nucleares pacíficos, que tienen por finalidad objetivos de investigación civiles.
Los otros puntos de fricción se relacionan con la aplicación y la verificación del tratado. Incluyen la composición del consejo ejecutivo y el funcionamiento del Sistema Internacional de Vigilancia (SIV) que alimentará un Centro Internacional de Datos.
Una parte compleja del tratado es la financiación del SIV, que requerirá entre 70 y 82 millones de dólares de instalación y unos 20 millones de gastos anuales de funcionamiento.
El sistema de vigilancia usará cuatro tipos de tecnologías: sismológica, hidroacústica, radionuclide e infrasonido. Algunas delegaciones propugnan la inclusión de las tecnologías de satélites y de pulso electromagnético.
La entrada en vigor del tratado es un aspecto que todavia provoca disensiones.
El ministro británico de estado para Asuntos Exteriores y de la Mancomunidad Británica, David Davis, estimó este martes que el tratado sólo debería regir cuando cuente con la adhesión de todos los países que pueden realizar explosiones nucleares.
Militantes de la filial suiza de Greenpeace establecieron este martes una simbólica "zona de exclusión radiactiva" alrededor del Palacio de las Naciones de Ginebra, donde sesiona la Conferencia del Desarme.
La organización pacifista colgó carteles en los alrededor de la ONU con la leyenda "Todos los ensayos nucleares contaminan la Tierra-Prohibición ya de todas las pruebas". (FIN/IPS/pc/ag/ip/96)