Una reciente colisión naval frente a las costas orientales de Estados Unidos, que involucró a un submarino atómico, reforzó la posición de movimientos antinucleares que esos buques son una amenaza contra las personas y el ambiente.
El 17 de mayo, un subamrino nuclear de la armada estadounidense chocó con un buque mercante saudita en el Atlántico, costa afuera de Norfolk, donde se encuentra una base de ese tipo de sumergibles.
Mientras uno de los planos estabilizadores del submarino "Jacksonville" resultó averiado, no hubo información sobre daños en su planta de propulsión atómica.
No obstante, ese fué el último de una serie de accidentes navales ocurridos este año. El "Jacksonville" ha tenido dos colisiones previas en la misma área. En 1982, embistió a un carguero turco cerca de Cabo Charles y, en 1984, chocó con una barcaza de la marina y sufrió daños en la cúpula de su sonar.
Esos incidentes poco publicitados son la punta del iceberg de un peligroso conjunto de accidentes que tuvo como protagonistas a buques con propulsión nuclear o cargados con armas atómicas, observó el Centro Internacional de Afirmación Tecnológica (CTA), que está realizando una activa "Campaña Pro Mares Libres del (Peligro) Nuclear".
Funcionarios del CTA señalaron que si hay un accidente que dañe la instalación nuclear o las armas de esos navíos, o se produce una explosión, puede haber una gran pérdida de vidas así como irreparables daños ambientales.
Según un informe del Instituto de Estudios Ambientales, basado en Estados Unidos, más de 20.000 personas podrían perecer por cáncer si un accidente con un arma nuclear ocurre, por ejemplo, en un buque surto en el puerto nipón de Yokosuka, porque afectaría ciudades como Tokio o Yokohama en un radio de 100 kilómetros.
En un incidente que afecte al reactor de propulsión nuclear de un buque, se registrarían 77.530 muertes solo por fatalidades cancerígenas y un numero igual por daños genéticos.
El director ejecutivo del CTA, Andrew Kimbrell, y el director de política de defensa, Kay van der Horst, declararon que las operaciones de unidades nucleares constituyen el peligro más serio para el ambiente global y la seguridad humana.
"El fín de la Guerra Fría no terminó con la amenaza nuclear", advirtió Kimbrell. "Incluso si las superpotencias negocian el desmantelamiento de sus arsenales nucleares, hubo aceleración en la escalada de fabricación y despliegue de submarinos atómicos".
La CTA ha compilado un informe que se titula "La Amenaza a la Seguridad Global y al Ambiente de las Operaciones con Submarinos Nucleares", que es uno de los primeros intentos de catalogar accidentes relacionados con armas atómicas de potencias militares.
Mostró que desde 1965 se produjeron no menos de 15 colisiones directas entre submarinos nucleares de Estados Unidos, Rusia, Francia, Gran Bretaña y China, y buques militares de superficie.
Durante ese período, 43 ojivas nucleares soviéticas y siete de Estados Unidos, así como siete reactores nucleares se perdieron en el mar a raíz de hundimientos de submarinos, según el CTA.
Otras estadísticas publicadas por el CTA revelaron que se produjeron 612 accidentes que involucraron submarinos nucleares estadounidenses. Además, 19 reactores atómicos rusos y norteamericanos, así como dos pantallas de reactor de submarinos nucleares averiados, se hundieron en el mar.
El informe concluyo que "los submarinos nucleares son los navíos más peligrosos para la seguridad global del ambiente". Son los más propensos a sufrir accidentes con catastróficas consecuencias potenciales.
Submarinos armados con mísiles nucleares es el segundo tipo de navío a riesgo de severos accidentes. Plantean un peligro similar o mayor que los sumergibles con propulsión nuclear por el número de ojivas atómicas que transportan.
El CTA encontró apoyo y comprensión en Malasia. En abril, Tan Sri Razali Ismail, el representante malayo permanente en la ONU, advirtió ante la Comisión de Desarme que se habían producido muchos accidentes con submarinos nucleares "pero quedaron envueltos en un manto de secreto".
Muchos de los accidentes sufridos por submarinos nucleares involucraron a unidades navales de bandos distintos, lo que incrementó el eventual peligro de guerra, dijo el CTA.
En noviembre de 1969 un submarino soviético chocó con otro estadounidense durante una misión de inteligencia cerca de la base de sumergibles de Arcángel, en la ex Unión Soviética (URSS). Ambos buques resultaron dañados.
En marzo de 1984 un submarino soviético chocó contra el USS Kitty Hawk en el Mar de Japón.
En febrero de 1992, el submarino nuclear USS Baton Rouge chocó cerca de la isla Kildin con otro sumergible atómico de la Comunidad de Estados Independientes (CEI-ex URSS).
Finalmente, en marzo de 1993, un submarino ruso de la clase Delta III chocó con su similar USS Grayling en el Mar de Barents.
Los submarinos tambien se vieron afectados por otros tipos de incidentes tales como incendios, explosiones, anegamientos, naufragios, daños por mal tiempo y encalladuras.
Solo en los años '80 los submarinos nucleares estadounidenses fueron protagonistas de 612 accidentes.
La extinta Unión Soviética perdió en total cinco submarinos con más de 40 ojivas nucleares.
En 1986, un submarino soviético con mísiles balísticos se hundió en el Atlántico, aguas afuera de Bermuda, con 12 proyectiles y un total de 32 ojivas y dos reactores nucleares.
En 1968, el submarino K-129 naufragó con tres mísiles y dos torpedos nucleares cerca de las costas de Hawai.
Por último, en 1989, el sumergible soviético Komsomolents zozobró en el Mar de Noruega tras un incendio. Sus dos torpedos nucleares y un reactor se perdieron. La cantidad de contaminación radiactiva por ese accidente todavía se desconoce.
"Los desastres ambientales causados por submarinos misilísticos soviéticos hundidos son difíciles de controlar", dijo el CTA. "Las armas nucleares abordo de sumergibles soviéticos o rusos hundidos no pueden ser extraídas porque están conectadas con un sistema de autodestrucción".
Munido de esas estadísticas, el CTA está presionando a gobiernos y las Naciones Unidas para que investiguen esos accidentes y adopten medidas apropiadas.
En noviembre último, el Parlamento Europeo aprobó una resolución demandando a las potencias navales que provean información sobre armas y reactores nucleares perdidos en el mar. Además, pidió negociaciones internacionales para comenzar a detener el peligro global emanado por la pérdida de armas atómicas en el mar.
El CTA consideró la iniciativa del europarlamento como una victoria, si bien su propósito eventual es lograr una prohibición global de las operaciones de buques cargados con armas nucleares. (FIN/IPS/tra-en/mk/cpg/ego/ip-ap).
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