CUBA: Impuestos desestimulan a vendedores

A pesar de los síntomas de mejoría económica que anuncia el gobierno de Fidel Castro, los cubanos sienten una fuerte presión en sus bolsillos ante el protagonismo creciente de los impuestos en sus vidas.

La estampida de muchos vendedores de productos agropecuarios de los mercados libres, por la reciente imposición de gravámenes a sus ingresos, provoca fuertes polémicas en las calles y en los medios de información locales.

"No hay salario que aguante" es la expresión de moda para quienes viven de un sueldo estatal, temerosos de un alza de precios en los mercados libres a causa de las más recientes medidas impositivas.

El impuesto, desconocido en Cuba durante 37 años de gobierno socialista, regresó como parte de las reformas económicas que se producen en la isla desde 1993.

Como instrumento para el saneamiento financiero, los impuestos completaron, junto al alza de los precios y tarifas, un paquete de medidas tendientes a eliminar el exceso de circulante monetario, que alcanzó la cifra de 12.000 millones de pesos (igual al dólar al cambio oficial) en 1994.

En septiembre de ese año el vicepresidente Carlos Lage aseguró que la liquidez en manos de los particulares se había reducido en más de 2.670 millones de pesos.

Sin embargo, economistas locales consideran insuficiente esa reducción del exceso de circulante, lejano aún del punto de equilibrio, estimado entre 3.500 y 4.000 milones de pesos.

Peaje para el tránsito por autopistas y el impuesto a privados que transporten carga o pasajeros son otros de los gravámenes anunciados recientemente por el Ministerio de Finanzas y Precios.

En la carretera de Matanzas a Varadero, famoso balneario situado a 120 kilómetros de La Habana, por donde transitan a diario 5.000 vehículos, comenzó a funcionar la primera estación de peaje.

Hasta diciembre próximo se espera recaudar por ese concpeto cerca de tres millones de dólares en total, según informó a IPS Oscar Roque, director del Fondo para la Inversión, Conservación y Administración de Vías.

"Con los ingresos por este gravamen se pretende remozar las carreteras cubanas que en 60 por ciento se encuentran en regular o mal estado", dijo Roque.

Pero al parecer, para el ciudadano que vive de un salario (la mayoría) el impuesto al intermediario entre el productor agropecuario y el comprador es uno de los más controvertidos.

La emisora local Radio Rebelde se hizo eco del debate público que generó esta nueva medida impositiva. Algunos oyentes comentaron vía telefónica la notable disminución de concurrencia de los vendedores y sus productos en los mercados.

Mercedes Toiriño, 50 años, vende vegetales frescos en uno de estos mercados pero asegura que sus ganancias no dan para vivir con lujos.

"Que nos pongan impuestos pero no tantos", respondió al preguntársele su opinión sobre los nuevos gravámenes.

El campesino productor vende a 50 pesos el saco de ajíes a Mercedes, quien debe pagar además el transporte, almacenaje, la tarima en la que oferta su mercancía y 200 pesos mensuales por el nuevo impuesto.

"Si tengo que pagar todas esas cuentas al final de mes me veo sin grandes ganancias. O subo los precios o abandono el oficio", confesó Mercedes.

Cada día Mercedes gana 50 pesos, al descontarle los seis que necesita para alcanzar los 200 de impuesto al mes, se queda con 44, es decir más de 1.200 pesos mensuales, cinco veces el salario medio de un trabajador estatal.

Los vendedores de carne de cerdo no tienen la misma preocupación, pues sus ofertas se traducen en mayores ganancias, cien pesos diarios según estimados oficiales.

El impuesto mensual no incluye hasta el momento la diferenciación por productos.

Luis Francisco Suero, especialista de la Oficina Nacional Tributaria (ONAT), considera que los impuestos aprobados por el Parlamento cuentan con elementos de justicia social, pues no se gravan los ingresos brutos sino netos.

Los trabajadores por cuenta propia, unos 209.000 a inicios de este año, aportarán, según estimados de la ONAT, más de 140 millones de pesos al presupuesto estatal.

Para Silvio Gutiérrez, del Departamento de Asistencia al Contribuyente, los gravámenes preocupan más a los trabajadores privados, acostumbrados a las ganancias libres.

Sin embargo, Armando Nova González, espcialista del Instituto de Investigaciones Económicas, considera que el impuesto tendrá un impacto sobre los precios y los volúmenes de ofertas en estos mercados.

"El vendedor aumentará el precio para mantener su ingreso y verse afectado lo menos posible. Así, transferirá parte del impuesto al consumidor", comentó Nova.

Por su parte las autoridades financieras afirman que los precios se regularán si aumenta la competencia estatal.

El administrador de uno de los mercados más céntricos de La Habana confesó a IPS que durante las dos últimas semanas se nota cierto incremento de la presencia estatal en los mercados libres.

Economistas locales consideran que el mercado agropecuario es una costosa tabla de salvación para variar la deprimida mesa cubana ante la insuficiente oferta del mercado estatal normado.

El cubano común sigue mirando con recelo los impuestos a pesar de que por ahora no gravan directamente su salario.

Entre impuestos y contribuciones, en 1996 los cubanos deberán aportar unos 460 millones de pesos a las arcas del gobierno central. (FIN/IPS/rn/dg/if/96)

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