CUBA: Al igual que con China, Tokio no sigue la línea de EE.UU

Japón quizá ajuste habitualmente su política exterior a la de Estados Unidos, pero, cuando se trata de Cuba, sigue su propia línea, según analistas que trazan comparaciones entre la forma como Tokio se relaciona con La Habana y Beijing.

"El vínculo entre Japón y Cuba puede ser comparado al que tiene con China, otro bastión comunista. Japón optó por una aproximación práctica, al revés que Washington, pues confía en que China se abra más rápido. Esta estrategia, de algún modo, funcionó", dijo Akira Higuchi, especialista en asuntos de Cuba.

Al menos oficialmente, el gobierno de Japón alienta a los inversores a no romper el embargo estadounidense sobre La Habana, pero presta asistencia a la isla caribeña e incluso recibió a su presidente, Fidel Castro, en la visita oficial que efectuó el año pasado.

"En los papeles, Tokio sigue la política de Washington, que es hostil a Cuba. Pero cada vez más japoneses quieren considerar esta situación de otra manera en la posguerra fría", dijo Kanako Yamaoka, experto en asuntos cubanos del Instituto de Economías en Desarrollo en Tokio.

Funcionarios de la Cancillería que reclamaron anonimato dijeron que Tokio no sigue la línea dura de Estados Unidos con respecto a Cuba al pie de la letra, a pesar de que mantiene sus relaciones con La Habana frías pues consideran "antidemocrático" al gobierno de Castro.

"Japón alienta el establecimiento de embajadas y también el intercambio cultural con Cuba, lo cual marca una gran diferencia con la política de Washington", afirmó un funcionario.

Si Tokio no manifiesta en forma extrovertida como los gobiernos de América Latina o la Unión Europea sus críticas a los perjuicios a terceros países de la Ley Helms-Burton, es solo porque Cuba no forma parte del grupo de objetivos principales de los inversores japoneses.

La Ley Helms-Burton, aprobada este año por el Congreso de Estados Unidos, establece sanciones para los países que mantengan relaciones comerciales con Cuba.

La Unión Europea, la gran mayoría de los países de América Latina y los socios de Estados Unidos en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), México y Canadá, rechazaron la ley pues, afirman, colide con las relaciones que establecen con Cuba de forma soberana.

"El embargo económico golpeó duro a la economía cubana, lo que desalentó a los inversores y empresarios japoneses", dijo Yamaoka.

Otra importante preocupación es la gran deuda que mantiene Cuba con Japón, que asciende a unos 2.000 millones de dólares, según el Ministerio de Finanzas.

El intercambio comercial, además, se redujo en la década del 90, y se restringe a importaciones de azúcar y productos ictícolas de Cuba y la exportación de maquinaria y vehículos japoneses.

Las importaciones de azúcar cubana, que durante las décadas del 70 y el 80 constituían 20 por ciento de las compras del producto por parte de Japón, cayeron de forma aguda, de 73 millones de dólares en 1990 a 19 millones de dólares en 1995.

Ese fue uno de los puntos principales de las conversaciones celebradas en diciembre entre Castro y el entonces primer ministro de Japón, el líder del Partido Socialista, Tomiichi Murayama, en la primera visita oficial del presidente de Cuba a Tokio.

Este viaje sucedió a las visitas de Castro a Beijing y Hanoi, donde reafirmó sus relaciones con regímenes comunistas asiáticos.

Castro logró entonces que Tokio aportara unos 100.000 dólares a proyectos académicos. No fue mucho dinero pero significó un gesto de buena voluntad, según los analistas.

Japón, sin embargo, no incrementó su asistencia técnica y anunció que no lo hará hasta que La Habana no emita señales convincentes de tránsito hacia la democracia.

Los observadores afirmaron que Tokio es más duro con La Habana que con Beijing respecto de cuestiones políticas, pero acotaron que esto se debe a que Cuba no tiene la misma importancia geopolítica y económica que China, por el tamaño y la proximidad del gigante asiático.

Pero la visita de Castro fue significativa en sí misma, según los analistas.

"Se registra un creciente interés en Cuba", dijo Higuchi, quien destacó en ese sentido la cantidad de libros editados en Japón sobre el país caribeño.

Los turistas japoneses, que nunca se habían sentido muy atraidos hacia la isla, están hoy más interesados. Unos 3.000 visitaron la isla el año pasado, cuando en 1991 lo habían hecho apenas 1.000.

La pobre situación económica de Cuba y su distancia geográfica son los mayores obstáculos en el desarrollo de las relaciones bilaterales. (FIN/IPS/tra-en/sk/cpg/mj/ip if/96)

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe