El gobierno de Beijing está observando atentamente un firme renacimiento islámico entre las minorías étnicas centroasiáticas de raíz turquestana, temeroso que pueda convertirse en un activo movimiento separatista en la región.
Si bien Beijing insiste que la separatista minoría étnica Uigur, que ha venido demandando durante décadas una patria independiente para el "Turkestán Oriental", es un grupo pequeño, recientes informes desde Xinjiang movieron a las autoridades chinas a aplastar cualquier actividad religiosa en la región.
En abril, por ejemplo, las autoridades comunistas locales prohibieron la publicación de libros o magnétofonos con grabaciones sobre el Islam, sin aprobación oficial.
"Todos los libros que tengan que ver con el Islam deben ser publicados por la Casa Editora Popular de Xinjiang luego de su aprobación por parte de las autoridades", dijo el diario oficial de Xinjiang. "Está absolutamente prohibido publicar libros o grabar casetes contrarios a las politicas y leyes del país".
Muchos analistas señalaron que gran cantidad de libros y casetes fueron contrabandeados a través de la frontera desde las repúblicas centroasiáticas de Kazajstán, Kirguiztán y Tayikistán, que pertenecieron a la extinta Unión Soviética, como tambien desde Pakistán y Afganistán.
Incluso las actividades religiosas permitidas por el estado han revelado un resurgimiento del Islam, si bien de una manera típicamente controlada.
Por ejemplo, una cantidad notable de chinos musulmanes fueron patrocinados por la Oficina Estatal de Asuntos Religiosos en Beijing para viajar al santuario de la Meca, en Arabia Saudita, para la tradicional peregrinación islamita del "haj".
Según un informe gubernamental, al menos 1.000 chinos musulmanes solicitaron viajar este año a la Meca, un aumento significativo si se compara con el promedio de 200 peregrinos que viajaron cada año a las mezquitas sagradas en Arabia Saudita desde 1949, cuando los comunistas tomaron el poder.
"Hubo un perceptible aumento en la cantidad", observó Barry Sautman, un sociólogo de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong que estudia las minorías étnicas en China.
Sautman indicó que ese factor en sí mismo debería haber puesto en guardia a Beijing, aunque los líderes religiosos entre la comunidad china musulmana no juegan el mismo papel en el movimiento nacionalista Uigur que los monjes budistas en la lucha contra la ocupación china del Tibet.
"Los Mullahs en Xinjiang no representan la misma amenaza para Beijing que la influencia del Dalai Lama en Tibet", apuntó.
No obstante, la perceptible alarma causada por el aumento del "fanatismo religioso" ha llevado a un aplastamiento de lo que Beijing y las autoridades comunistas locales califican de "actividades ilegales y reaccionarias" entre líderes religiosos en Xinjiang.
A fines del año pasado, el diario de Xinjiang citó al director provincial de la Oficina de Asuntos Religiosos, Ibrahim Rouzi, quien expresó que "debemos oponernos firmemente a las actividades religiosas ilegales que van contra el sistema socialista, dividen la patria e incitan al fanatismo mediante la propagación de discursos en las mezquitas sobre guerras santas".
Rouzi, que es tambien un Uigur, pidió una lista actualizada de clérigos y lugares de plegaria autorizados "para ayudar a la administración de las mezquitas". Añadió que los líderes musulmanes deberían estar sujetos a pruebas de suficiencia y munidos de certificados de idoneidad en caso de aprobarlas.
Solo esos líderes religiosos "políticamente leales" deberían tener el permiso oficial para oficiar en las mezquitas, opinaron los analistas en Hong Kong.
Las mismas fuentes vincularon el resurgimiento del fervor religioso al colapso de la Unión Soviética, que ha movido a los musulmanes de las repúblicas centroasiáticas a asumir un papel más importante en la política local, facilitando así que los musulmanes de Xinjiang busquen apoyo a través de la frontera, incluyendo textos religiosos y armas.
El diario de Xinjiang del 7 de mayo citó un aumento de ataques con bombas y "actividades terroristas" en la región, afirmando que los extremistas "están usando el arma de la religión para incitar a la guerra santa".
Refiriéndose al "renacido dinamismo" y "las intensas actividades subversivas de infiltración y división" de los grupos nacionalistas, el diario citó a líderes comunistas locales y dijo que el separatismo y la religión eran los principales factores de desestabilización en Xinjiang.
Beijing espera frenar esa actividad porque el mes pasado firmó sendos tratados con Rusia, Tayikistán, Kazajistán y Turkmenistán destinados a asegurar una paz duradera a lo largo de su extensa frontera con la disuelta Unión Soviética.
Sin embargo, activistas que actúan independientemente desde el linde kazajo afirmaron que cuentan con más de un millón de partidarios a través de la frontera y 27 organizaciónes secretas están actuando en China.
Esas afirmaciones pueden haber desencadenado la última represión contra supuestos terroristas, separatistas y criminales el mes pasado en la provincia, la cual motivó 1.700 arrestos durante una purga que duró seis días en abril último. (FIN/IPS/tra- en/ys/cpg/ego/ip).
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