CHINA-EEUU: Washington impuso castigos comerciales contra Beijing

Los productos textiles y las prendas de vestir procedentes de China, que representan exportaciones por 3.000 millones de dólares a Estados Unidos, serán gravadas con un arancel de 100 por ciento dentro de 30 días de acuerdo con las sanciones anunciadas hoy por Washington.

Este duro castigo comercial, que duplicaría el precio de una amplia lista de productos chinos en el mercado estadounidense, procura la derrota de la piratería de productos fabricados en el país norteamericano, especialmente en las industrias del entretenimiento y la informática.

Tras el fracaso de las conversaciones entre China y Estados Unidos registrado este martes, la representante comercial de Washington, Charlene Barshefsky, dijo que las sanciones son necesarias para obligar a Beijing al respeto de los acuerdos comerciales suscriptos en 1974 por los dos países.

"Desafortunadamente, China no tomó acciones decisivas para el cumplimiento del acuerdo comercial", afirmó Barshefsky.

En concreto, las empresas de Estados Unidos acusan a Beijing por su fracaso en la lucha contra el copiado ilegal de películas en vídeo, casetes y discos compactos musicales y programas para computadoras.

La piratería de discos compactos informáticos y productos de entretenimiento es especialmente importante a los ojos del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, quien cuenta con el apoyo político de grandes conglomerados del sector como la Time/Warner.

Para la conquista de la reelección presidencial en los comicios de noviembre, Clinton pretende caer en gracia de la industria de los programas de informática y la producción cinematográfica con sede en California, un estado cuyo electorado es clave.

En los últimos días de negociaciones, China se declaró incapaz de controlar a las industrias del entretenimiento y de programas de informática, actualmente en expansión. Pero los funcionarios de Washington son escépticos en tal sentido, debido al control estatal al que se somete a esas empresas.

"Esto no es un problema de capacidad, sino de voluntad política", dijo Barshefsky, quien recordó que Beijing respondió con presteza el año pasado ante la queja de Estados Unidos ante la producción de vídeos pornográficos en China.

El vocero de la Casa Blanca, Mike McCurry, dijo que China dispondrá de 30 días para contestar a las sanciones y negociar con Estados Unidos. En ese lapso, advirtió un funcionario en Washington, se espera que la lista se reduzca a sanciones sobre 2.000 millones de dólares en exportaciones.

Los empresarios que se dicen perjudicados por la piratería china acusan pérdidas por posibles ventas no efectuadas que ascienden a 2.300 millones de dólares anuales, a causa de la venta de copias sin autorización de productos bajo protección de patentes, diseños y derechos de autor estadounidenses.

Sin embargo, el monto de las ventas totales de China a Estados Unidos asciende a 40.000 millones de dólares anuales, cifra que está en expansión.

Barshefsky dijo que las sanciones podrían implicar el aumento de los aranceles a 100 por ciento, especialmente sobre productos textiles y prendas de vestir.

Las compañías de estos sectores, agregó, son responsables por la producción de "más de la cuarta parte de las exportaciones de China al mundo". La mayoría de esas empresas se ubican en Guangdong, provincia meridional que, según Barshefsky, es "notoria por su piratería".

La funcionaria restó importancia al efecto de las sanciones sobre los consumidores estadounidenses, pues los productos afectados "representan menos de la séptima parte de un uno por ciento del mercado de textiles y prendas de vestir del país, que asciende a 205.000 millones de dólares".

Pero funcionarios de Washington están prevenidos por posibles represalias de China, que podría anunciar su propia lista de empresas estadounidenses afectadas por nuevos aranceles. Los analistas advierten que la guerra comercial se desatará si las dos partes no llegan pronto a un arreglo.

A pesar del tono duro empleado por Barshefsky para anunciar las sanciones, Clinton pretende mantener buenas relaciones con Beijing.

El presidente y el candidato del Partido Republicano a sucederlo, Bob Dole, insistieron juntos en mantener a China en la categoría de "nación más favorecida", lo cual le da al gigante asiático acceso preferencial al mercado estadounidense. La prórroga de esta ventaja se resolverá a principios de junio.

Al declarar su posición sobre el asunto, Clinton y Dole se mantuvieron al margen de un espinoso debate político generado en torno a la vinculación de las preferencias comerciales de China a las violaciones a los derechos humanos por parte de su gobierno.

Los funcionarios de Washington coinciden en que, al margen de la actual escaramuza comercial, los derechos humanos y otras controversias políticas no deberán perjudicar los vínculos entre Estados Unidos y China.

Los lazos entre los dos países, según McCurry, son "enormemente importantes para el pueblo de Estados Unidos, pues el país está inmerso en una creciente corriente comercial con una nación que se convertirá en uno de los más grandes mercados del mundo, si no el más grande, en el próximo siglo".

"No podemos arriesgarnos a que la relación se dañe. Debemos hacer concesiones mutuas", dijo el vocero del Departamento de Estado de Estados Unidos, Nicholas Burns.

Las relaciones entre Estados Unidos y China, de todos modos, ya se vio perjudicada este año, cuando Washington envió naves de guerra al estrecho de Taiwan en marzo, en respuesta a las prácticas militares dispuestas por Beijing poco antes de las elecciones presidenciales en Taiwan.

Otros asuntos, como la venta de tecnología nuclear de Beijing a Pakistán, también calentaron los vínculos, aunque ninguno de esos problemas dañó los crecientes lazos económicos entre Estados Unidos y China. (FIN/IPS/tra-en/fah/mj/if ip/96)

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