Estados Unidos comete un error si piensa que China cederá ante la escalada de la guerra de palabras sobre las sanciones comerciales con las que Washington amenaza a Beijing, señalaron analistas en esta capital.
Aunque Washington desconozca que cuando se trata de asuntos comerciales Beijing adopta una posición inflexible, los empresarios estadounidenses no lo olvidan, advierten los obsevadores.
Mientras Estados Unidos amenaza con una nueva guerra comercial contra China, los analistas creen que la amenaza de represalias de Beijing será llevada a cabo.
Un bancario estadounidense en Beijing sostuvo que las autoridades chinas "consideran que la política forma parte de la ecuación empresarial", y han dejado claro que comerciarán con el mercado europeo si empeora el clima político con Estados Unidos.
Un ejemplo de ello es la actitud tomada por China el mes pasado, al entregar un pedido de 33 aviones por 1.500 millones de dólares a la francesa Airbus Industrie, competidora de la estadounidense Boeing.
En un año de elecciones presidenciales en Estados Unidos, el presidente Bill Clinton está interesado en que el tema no lo perjudique. Los analistas comparan la situación con el enfrentamiento de 1992, centrado en el estatuto de nación más favorecida de China, planteado nuevamente ahora.
El entonces candidato demócrata Clinton amenazó con revocar el estatuto preferencial para castigar a China por supuestas violaciones de los derechos humanos, sólo para revertir su anuncio tras la victoria electoral, y bajo presiones de empresarios estadounidenses, renovar los privilegios a Beijing.
Ahora vuelven a dibujarse los frentes de batalla. El miércoles, Estados Unidos dijo que el 15 de mayo publicará una lista preliminar de 3.000 millones de dólares de importaciones chinas que podrían quedar cubiertas por tarifas de 100 por ciento impuestas por las sanciones.
Pero los aranceles más altos no tendrían efecto durante un mes, para dar tiempo a reducir el valor de los bienes importados a 2.000 millones de dólares. La medida se propone sancionar a China por violar el acuerdo sobre derechos de propiedad intelectual alcanzado por ambos países en febrero de 1995.
China sostiene que está haciendo avances en el cumplimiento del acuerdo, en especial en el sur del país, donde están situadas la mayoría de las fábricas piratas de discos compactos, vídeo cassettes, programas de computación y otros productos.
La renovación de las sanciones se planteó mientras Beijing y Washington discuten en varios frentes.
En las últimas semanas, Beijing advirtió que el discurso de la Casa Blanca sobre las violaciones de los derechos humanos en China, la piratería de derechos de propiedad intelectual y la venta de armas nucleares pone en peligro el acceso de empresas norteamericanas al creciente mercado chino.
Este jueves, China advirtió que contraatacaría si Washington continúa con sus amenazas de sanciones, y un vocero de la cancillería dijo que "si Estados Unidos elige imponer ese perjuicio a China, esta no tendrá más alternativa que proteger sus derechos legítimos".
El director general del ministerio de Comercio Exterior y Cooperación Económica, Zhang Yuejiao, dijo que "tomaremos de inmediato un paquete de medidas de represalia por un valor aún mayor".
En un esfuerzo por evitar una guerra, el enviado especial de Estados Unidos Lee Sands llegará a Beijing a comienzos de la semana próxima.
Los productores de aviones estadounidenses se consideran los más perjudicados si la tensión de las relaciones cierra el mercado chino que durante largo tiempo han dominado.
La Unión Europea (UE), mientras tanto, se distancia de las advertencias de Estados Unidos sobre los derechos de propiedad intelectual, y anunció que no impodrá sus sanciones, lo cual aumentará su competitividad. (FIN/IPS/tra-en/rc/cpg/lp/if-ip/96)
