CHINA-EE.UU.: A nadie conviene la guerra comercial

China dio hoy la esperada respuesta en especie a las sanciones económicas dispuestas por Washington por un valor estimado en 3.000 millones de dólares, pero dejó abierta la puerta a nuevas conversaciones que puedan resolver la disputa comercial que ha agravado las ya tensas relaciones bilaterales.

Beijing contestó este jueves a las medidas reveladas 24 horas antes por Estados Unidos, anunciando inminentes sanciones a la importación de productos estadounidenses, desde carne hasta partes y piezas de automóviles, y telecomunicaciones.

Otros renglones seleccionados para posibles represalias fueron películas y programas televisivos importados de Estados Unidos, y licencias para fabricar productos químicos y farmacéuticos.

No obstante, la diplomacia china no mostró la misma dureza. "El enfrentamiento no llevará a ninguna parte", declaró este jueves en Beijing Cui Tiankai, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, ante representantes de la prensa china y extranjera.

"El gobierno de Estados Unidos debería revisar su posición en el asunto de los derechos de propiedad intelectual como forma de reparar el daño que ya ha hecho a las relaciones mutuas", dijo el funcionario aludiendo a la lista preliminar de sanciones anunciada este miércoles por Washington.

"Si Estados Unidos toma en consideración el interés general de sus relaciones con China y conduce sus negociaciones en pie de igualdad con el lado opuesto, esta cuestión podrá ser resuelta adecuadamente", añadió Cui.

Los analistas de las cuestiones sino-estadounidenses entienden que, por una parte, Beijing intenta proyectar una China madura – que ha actuado y continúa actuando de buena fe, respetando el acuerdo de 1995 sobre protección de la propiedad intelectual-, y por la otra señala la irracionalidad y exageración de Washington.

Ya en marzo, cuando China realizaba ejercicios militares con fuego real e intimidatorio a través de Estrecho de Taiwan, Beijing adoptó una táctica similar al acusar a Washington de elevar la tensión en la región con el envío de dos portaaviones.

No obstante, los observadores recuerdan que existen demasiados intereses en juego y que ninguno de los dos bandos desea poner en peligro cosas tan importantes en un enfrentamiento militar.

Por lo tanto, se espera que las partes lleguen a una transacción antes de la fecha límite del 17 de junio puesta por Washington para ejecutar las sanciones, antes que arriesgar un comercio bilateral de 40.000 millones de dólares al año y agregar nuevas tensiones en las relaciones mutuas.

"Volverá a verse la misma secuencia del año pasado", predijo un diplomático asiático, en referencia al acuerdo de última hora alcanzado en febrero de 1995 y referido al mismo tema que suscita la actual crisis: los derechos de propiedad intelectual.

Por cierto, es posible apreciar que la decisión -también anunciada este jueves por Beijing- de extender a las salas públicas de exhibición la vigilancia que aplica a las fábricas pirata, ha sido tomada con la intención de aplacar el ánimo de los estadounidenses y preparar un acuerdo de último momento.

La agencia oficial de noticias Nueva China informó que será prohibida la exhibición de películas pirateadas en salas públicas y se exigirá que todas las salas tengan licencia del gobierno.

Beijing niega con vehemencia las acusaciones estadounidenses de que ha empeorado el robo de patentes y derechos de autor desde que fue sellado el acuerdo de 1995, que precisamente se propuso reforzar la protección de la propiedad intelectual en China.

Washington afirma que existen ahora 29 fábricas en China -en comparación con las 15 de hace dos años-, las cuales producen 75 millones de discos por año. Los expertos industriales estiman que la capacidad del país para copiar discos compactos y discos láser se triplicó el año pasado.

Puesto que el mercado chino consume sólo cinco millones de estos discos por año, ello significa que la mayoría de la producción es exportada a mercados de Asia y el resto del mundo, con un perjuicio para los fabricantes estadounidenses de 2.300 millones de dólares anuales, según Estados Unidos.

"Estados Unidos se vio forzado a amenazar a China con una guerra comercial como única forma de captar la atención de Beijing", opinó un portavoz de Business Software Alliance, un fuerte grupo de productores de software de Hong Kong que ha lanzado una campaña general contra la piratería.

Fue ante este panorama que Washington reveló este miércoles un listado de productos chinos, tales como textiles y artículos electrónicos, a los que se aplicará un recargo aduanero de 100 por ciento al entrar al mercado estadounidense, lo que doblará su precio de venta.

Al elegir los textiles y los electrónicos, Estados Unidos ha apuntado a la provincia sureña de Guangdong, que aloja, no solamente a las industrias chinas productoras de esos bienes, sino también a las fábricas de discos compactos y discos láser pirateados.

Beijing afirma que sólo existen 22 plantas, debidamente registradas, que producen discos compactos y discos láser bajo una estrecha vigilancia para evitar que incurran en piratería.

China podría perder 2.000 millones de dólares en exportaciones de textiles cada año, si las sanciones fueran efectivamente aplicadas, según los expertos. Por ello, su firmeza del primer día no impide apreciar que la puerta para la negociación permanece abierta. (FIN/IPS/tra-en/rc/cpg/arl/if-ip/96)

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