CANADA: Tráfico de vesículas y patas de oso es un gran negocio

Los 300.000 osos negros de Canadá todavía no están en peligro, pero su futuro se vé amenazado por una voraz demanda de vesículas biliares y otras partes de su cuerpo.

Si bien ambientalistas, funcionarios y deportistas están en desacuerdo con la caza furtiva y las medidas necesarias para frenarla, todos concuerdan aquí que llegó el momento de actuar.

Muchos dicen en Toronto que la demanda de partes de oso desde Asia ejerce presión sobre el la población de plantígrados.

"La demanda florece no solamente en Asia, sino tambien en crecientes comunidades asiáticas en Canadá y otras partes", según la Red Investigativa, que difunde informes para Canadá, Estados Unidos y sociedades humanitarias internacionales.

El último informe señaló que cada año son eliminados legalmente 40.000 osos en Canadá y otros 40.000 resultan víctimas de la caza furtiva para obtener partes de su cuerpo.

Según Thomas Tam, de la Sociedad de Servicios de Enriquecimiento de la Comunidad China Unida, con sede en Vancouver, "poca gente usa esa cuestión como un arma contra nosotros". Señaló que la mayoría de los chinos-canadienses acatan las leyes provinciales que prohiben la posesión y venta de vesículas.

El gobierno federal y numerosas provincias han aprobado una nueva legislación destinada a prohibir el comercio de vesículas y patas. Las vesículas son apreciadas en las medicinas tradicionales, mientras las patas son una especialidad culinaria en algunas comunidades asiáticas.

El tráfico de vesículas, según se cree, es lucrativo pero resulta difícil cuantificar sus beneficios. Los agentes aduaneros no son capaces de reconocer los órganos en forma de higo.

Aquellos que fueron sorprendidos raramente terminaron en la cárcel, pero la nueva ley federal contra el comercio ilícito y protección de la fauna salvaje contempla hasta cinco años de prisión con multas que llegan a 112,000 dólares por individuo.

Las penas podrían duplicarse en casos de corporaciones que fueran descubiertas comerciando vesículas.

Paul Hollingsworth, de la Hermandad de Animales Nativos, dijo que su grupo está uniendo a ancianos de la tribu Clan de Osos y jefes de otros grupos autóctonos en toda Norteamérica para que se opongan a la caza de primavera y el comercio ilegal de partes de oso negro.

"La población nativa está muy interesada en preservar estas especies", aseguró Hollingsworth, un miembro de la nación Ojibway.

Gail Anderson, una entomóloga forense en la Universidad Simon Fraser, cerca de Vancouver, que ayuda a determinar el momento de la muerte cuando es hallado un cadáver, asiste a la provincia de Columbia Británica en sus esfuerzos contra la caza furtiva.

Anderson denomina la caza furtiva de osos "el segundo crimen más rentable en América del Norte despues del narcotráfico". La experta denunció haber visto "camiones abarrotados de vesículas" de osos estadounidenses e instó a una prevención más dinámica en territorio canadiense.

Liz White, de la Alianza Animal de Canadá, arguyó que las leyes canadienses son inadecuadas. La Alianza y la Red Investigativa están alentando a ambientalistas para que apoyen un plan de siete puntos que pide una prohibición internacional sobre el comercio de vesículas, bilis y patas de osos.

El plan prevé que Canadá apruebe una legislación sobre especies en peligro, financie y mejore la protección de la fauna salvaje, y refuerce las leyes provinciales. En tres de las 12 provincias y territorios, el comercio de vesículas sigue siendo legal (una provincia no tiene osos).

Chris Brousseau, de la Federación de Cazadores y Pescadores de Ontario, dijo que su organización concuerda con la Alianza sobre la necesidad de una fuerte protección y una prohibición internacional del comercio. No obstante, adujo que vinculación con especies en peligro hace confusa la cuestión, porque los osos negros no corren riesgo, por ahora.

En efecto, indicó que la población de osos en la provincia de Ontario parece estable o en crecimiento.

"La caza legítima brinda recreación, comida y turismo, especialmente en el norte", declaró Brousseau, refiriéndose a las regiones septentrionales escasamente pobladas. "La caza legal tambien reduce el número de osos que deben ser abatidos porque son un peligro para las comunidades rurales", añadió.

Cada año, cerca de 20.000 personas reciben licencias para cazar en Ontario. La mitad no son canadientes y provienen de Estados Unidos, según funcionarios locales, quienes señalaron que un tercio de las personas munidas de licencia mata un oso.

White y Diana Wilson, de Bear Watch en Vancouver, afirmaron que la caza solo encubre a los furtivos, y muchas partes de osos procedentes de las capturas lícitas van a parar al mercado ilegal. También criticaron la caza primaveral por usar señuelos y perros.

White dijo que "señalaciones muy serias" culpan solo y erróneamente a los chinos. Agregó que la mayoría de los compradores o intermediarios son asiáticos o inmigrantes de esa región, pero casi todos los cazadores furtivos son blancos. (FIN/IPS/tra-en/bb/yjc/ego/en).

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