Los insurgentes hutus aseguran haber ampliado su actividad a todo el territorio de Burundi y amenazan la capital, mientras la gestión de los mediadores internacionales permanece estancada.
"Desde hace tres meses, nuestras fuerzas ocupan los alrededores de Bujumbura", dijo a IPS Innocent Nimpagariste, representante en Nairobi del rebelde Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia (CCDD).
Nimpagariste afirmó que los rebeldes controlan los caminos que llevan a la ciudad. "Nuestra intención no consiste en atacar Bujumbura, sino en persuadir al ejército a dialogar", agregó.
El CCDD ignora deliberadamente el gobierno de coalición, pues cree que el poder reside en realidad en el ejército, controlado por la minoría tutsi. Pero los militares se niegan a negociar con los insurgentes.
Esa posición tiene el apoyo del primer ministro tutsi Antonie Nduwayo y de la Unión para el Progreso Nacional (Uprona), que desde 1994 comparte el gobierno con el Frente para la Democracia en Burundi (Frodebu), en el que prevalecen los hutus.
El ex presidente de Tanzania, Julius Nyerere, intenta con respaldo internacional la apertura de negociaciones con participación del ejército.
"Estamos dispuestos a conceder una oportunidad a Nyerere. Pero si él fracasa, el CCNN no tendrá otra elección que el cambio de estrategia", manifestó Nimpagariste.
Un funcionario estadounidense de visita en Burundi, John Shattuck, advirtió la semana última que Washington no reconocerá ningún gobierno que surja de la fuerza.
Shattuck, secretario asistente para los Derechos Humanos, la democracia y el Trabajo, declaró a la prensa en Bujumbura que la violencia en Burundi debe resolverse por vías políticas.
Burundi "debe tomar el camino del diálogo, pues la violencia sólo lo conduciría al suicidio político", dijo Shattuck, quien dirigió su advertencia a los rebeldes y el ejército.
Nimpagariste aseguró a IPS que el CCDD está en contacto con Washington. "Mantenemos conversaciones con el ex presidente Jimmy Carter y con funcionarios estadounidenses", afirmó.
Carter ha intervenido en las gestiones para resolver la cuestión de Burundi mediante conversaciones con el presidente Sylvestre Ntibantunganya y con los jefes de Estado Mobuto Sese Seko, de Zaire, Pasteur Bizimungu, de Ruanda, Yoweri Museveni, de Uganda, y Benjamin Mkapa, de Tanzania.
Pero no logró resultados tangibles. Los rebeldes hutus parecen ser más efectivos. Su presión obligó a Ntibantuganya, que también pertenece a la etnia hutu, a exigir al ejército que se abstenga de medidas represivas sobre la población.
Un mapa distribuido por los representantes en Burundi de la Organización de Unidad Africana mostraba que, hace dos meses, los rebeldes actuaban en 12 de las 15 provincias del país.
"Ahora, nuestras fuerzas se encuentran en todo el territorio nacional", aseguró Nimpagariste.
La CCDD se declaró a principios de este mes lista para comenzar negociaciones, y propuso Roma como sede de su propuesto diálogo con el ejército. Pero Ntibantunganya replicó que sería el gobierno y no los militares el encargado de negociar.
Burundi, con un área de 27.830 klómetros cuadrados y seis millones de habitantes, cayó en el caos en octubre de 1993, cuando el presidente hutu Melchior Ndadaye fue asesinado por soldados que intentaban un golpe de Estado.
La violencia desencadenada por el asesinato de Ndadaye, el primer presidente surgido de elecciones, causó la muerte de más de 100.000 personas, la mayoría no combatientes, según la Organización de Naciones Unidas. (FIN/IPS/tra-en/mn/kb/ff/ip/96)