El retorno a Bulgaria del rey exiliado Simeón II, previsto para el 25 de este mes, ha generado en su país una especie de furor en todo el espectro político.
Aunque el monarca, expulsado en 1946 por el gobierno comunista, es considerado a nivel personal un personaje inofensivo y bienintencionado, fuerzas de gobierno y opositoras especulan acerca del posible efecto de su retorno sobre el frágil sistema político de Bulgaria.
Simeón Coburg-Gotha, como se le conoce, asombró en febrero a la opinión pública de su país al negarse a descartar la posibilidad de postularse para la presidencia en las elecciones previstas para fines de este año.
El monarca de 58 años, que fue expulsado del país a los ocho, vive ahora en España. Recientemente declaró al semanario francés Action Française Hebdo que no limitaría sus opciones "a situaciones del pasado" y que está "abierto a la posibilidad de postularse para la presidencia".
Simeón retiene gran parte del afecto que los búlgaros sienten aún por su padre, el rey Boris III, quien falleció en circunstancias poco claras en 1943.
Para gran parte de la sociedad, frustrada por la estructura piramidal y los oscuros tratados que han caracterizado a su nuevo gobierno, el monarca ofrece la posibilidad del retorno a un pasado menos complicado y amargo.
Aun el presidente Zhelyu Zhelev ha revisado su posición acerca de la monarquía, y expresó admiración por "un rey exiliado que todavía piensa solamente en el bienestar de su pueblo".
"Hasta ahora siempre ha hablado bien de Bulgaria, ha ayudado a todos los búlgaros que visitaron España y nunca se vio involucrado en asuntos oscuros, por eso creo que podría adaptarse fácilmente a nuestra sociedad", manifestó la vendedora Dimitrinka Dobreva, entrevistada por IPS en Sofía.
"Todos tienen miedo al zar. No ha estado aquí y no pertenece a ningún grupo, por lo tanto es peligroso para todos", opinó otro ciudadano encuestado.
El propio Simeón citó encuestas de opinión publicadas en periódicos de Bulgaria, según las cuales 42 por ciento de la población acepta la postulación del monarca para la presidencia y votaría por él.
Simeón anunció su retorno luego de recibir en Madrid una solicitud, formulada en carta abierta, de 101 intelectuales y formadores de opinión de centro-derecha.
El rey rechazó una cláusula constitucional que exige a los candidatos presidenciales haber vivido en Bulgaria al menos durante los últimos cinco años, supuestamente insertada en la Constitución de 1991 para dejar al monarca fuera de la carrera.
"He consultado a varios especialistas en derecho constitucional, y me han dicho que en mi caso esta condición no es válida dado que yo vivo en el exterior porque fui obligado a ello, y no por elección", dijo Simeón a Action Française Hebdo.
Los principales detractores del monarca pertenecen al Partido Socialista de Bulgaria. "Simeón II es persona non grata, aunque la ley le concede todos los derechos inherentes a cualquier ciudadano búlgaro", afirmó el primer ministro Zhan Videnov, citado por el periódico Troud.
El gobierno se encuentra en una situación embarazosa por causa de sus infructuosos esfuerzos para que Simeón renuncie a la reclamación del trono. Simeón, por su parte, sostiene que técnicamente aún es rey porque nunca abdicó.
Las probabilidades de que un monarca sea electo presidente son escasas, pero "en un país donde el primer ministro y el presidente sólo se han reunido dos veces en el último año, todo es posible", opinó un diplomático occidental establecido en Sofía.
Simeón manifestó al semanario francés que considera posible la restauración de la monarquía en Bulgaria, a tenor de los regímenes de España y Bélgica. El rey tiene cuatro hijos y una hija que podrían continuar la monarquía si ésta es restaurada.
"Como garantía de democracia, creo que una monarquía constitucional es mucho más segura", agregó. (FIN/IPS/tra-en/bb/rj/ml/ip/96)