Sao Paulo, la mayor metrópoli de Brasil, fue hoy un caos como consecuencia de una huelga que paralizó a los transportes públicos.
Menos de 200 de los 11.000 autobuses que cada día transportan a seis millones de habitantes circularon este miércoles, según indicó Francisco Cristovao, presidente de la Sao Paulo Transportes, empresa municipal que administra el sector.
La justicia laboral había determinado que por lo menos la mitad de la flota debería operar, por lo cual podría declarar ilegal al movimiento.
De los autobuses que las empresas pusieron en las calles, 35 fueron apedreados y dañados por los huelguistas.
Los cerca de 55.000 conductores y cobradores reclaman un aumento salarial de 48 por ciento, en parte para recuperar la inflación acumulada de los últimos doce meses, que alcanzó 33,7 por ciento de acuerdo a lo estimado por un instituto intersindical de estudios, señaló el sindicato del sector.
Otras mediciones establecen el aumento de la inflación entre mayo de 1995 y fines de abril último en entre 12 y 20 por ciento.
El alcalde de Sao Paulo, Paulo Maluf, ordenó despidos de huelguistas y dispuso medidas de emergencia, como la intensificación del transporte por subterráneo y la autorización para que vehículos particulares y taxis transporten grupos de pasajeros.
Las huelgas de autobuses se repiten en las grandes ciudades brasileñas, en general como producto de una complicidad entre trabajadores y los empresarios privados, que pretenden aumentar el precio del pasaje. Con mayores ingresos, las empresas pueden elevar los salarios.
Las compañías pretenden un alza de 23 por ciento a partir del 15 de junio, elevando a 80 centavos de dólar el pasaje más barato. Ese fue el precio fijado este miércoles en Brasilia tras dos días de huelga del sector.
Cristovao aseguró que en Sao Paulo la huelga bo es promovida por las empresas, ya que éstas recurrieron a la justicia para obtener que al menos la mitad de la flota disponible circule por las calles. (FIN/IPS/mo/dg/lb-ip/96)