Un operativo de gran magnitud realizado este fin de semana en la central región del Chapare, en Bolivia, abrió una nueva polémica entre gobierno y campesinos respecto al crecimiento del narcotráfico y el desarrollo alternativo.
El ministro de Gobierno (Interior), Carlos Sánchez Berzaín, expresó su sorpresa por la cantidad de fábricas de cocaína descubiertas en un área tan pequeña como las 400 hectáreas donde las fuerzas especializadas se movilizaron estos días.
En el operativo se destruyeron 36 fábricas de cocaína, 72 pozas de maceración, 9,5 hectáreas de coca nueva y 1.960 metros cuadrados de almácigos, equivalentes a 195 hectáreas de este cultivo.
El ministro afirmó que la operación permitió constatar que los campesinos están incumpliendo sus compromisos para la erradicación de coca, al continaur plantando al mismo tiempo que se erradica.
Los campesinos, en respuesta, señalaron que no existe ningún compromiso firmado con el gobierno para erradicar la coca considerada "nueva" (cultivos recientes, prohibidos por ley).
"No hemos firmado ningún convenio para reducir coca nueva y almácigos", dijo Evo Morales, principal dirigente de los campesinos cultivadores de coca del Chapare.
El dirigente advirtió que los campesinos continuarán produciendo coca nueva y almácigos mientras no se cambien los patrones económicos del problema, esto es, la sustitución de coca por otros productos rentables para los cocaleros.
"Este es más un problema económico y de buscar el desarrollo alternativo, antes que un problema de voluntad para erradicar la coca", aseguró.
Aunque el operativo "San Mateo", realizado entre el viernes y el domingo concluyó sin detenidos ni enfrentamientos, los campesinos del Chapare se declararon en "estado emergencia" y anunciaron su disposición a enfrentar la represión de las fuerzas policiales.
Sin embargo, las autoridades sostienen que en el Chapare existen actualmente más campesinos dedicados a los cultivos alternativos que a los de la coca.
Según el presidente del Fondo Nacional de Desarrollo Alternativo (Fonadal), Gerónimo Meleán, hay en esa región unas 54.000 hectáreas destinadas a proyectos económicos alternativos, frente a unas 30.000 hectáreas de coca, que casi en su totalidad se utilizan luego en la fabricación de cocaína.
Frente a la persistente crítica de los campesinos en sentido de que "los proyectos de desarrollo alternativo son un fracaso", la autoridad respondió que esa estrategia económica de lucha contra el narcotráfico está dando buenos resultados.
Cifras oficiales señalan que unas 60.000 familias campesinas del Chapare están directamente relacionadas con la economía agropecuaria y agroindustrial en aquella región, 30.000 personas siguen dependiendo de la economía ilegal de la coca destinada al narcotráfico y 20.000 campesinos están en un proceso de cambio.
Estos últimos se están alejando sistemáticamente de la producción de coca para dedicarse a actividades productivas legales, dijo Meleán.
Citó como ejemplo de alternativas económicas rentables el caso de la piña, que produce unos 5.000 dólares por hectárea y el palmito, que da ganancias por 2.500 dólares, en tanto una hectárea de coca produce una ganancia bruta de 2.027 dólares.
"Con estos resultados, la coca está dejando de ser un producto rentable", aseguró.
En 1995, Bolivia exportó unas 440.000 cajas de banano al norte de Argentina y 330 toneladas de piña del Chapare a ese país y a Paraguay.
Con esos resultados, el gobierno invitó a los empresarios privados a invertir en la región del Chapare para sustituir la economía de la coca y la cocaína con proyectos de industrialización.
Para ese propósito, el gobierno ha preparado un proyecto de Ley de Industrialización del Trópico de Cochabamba, que podría generar ingresos entre 50 y 100 millones de dólares en bienes de capital y agroindustria.
El proyecto pretende convertir al Chapare, en un plazo de 10 años, en una región con condiciones similares a las de una zona franca con liberación de impuestos para capitales y producción. (FIN/IPS/jcr/ag/ip-dv/96)
