Bolivia aguarda con expectativa el día 31, cuando el máximo organismo del fútbol mundial decidirá si el seleccionado de este país andino puede jugar en La Paz, ciudad sede del gobierno situada a 3.600 metros sobre el nivel del mar.
El tema ha rebasado los límites de lo meramente deportivo para convertirse en un asunto de soberanía que ha movilizado desde el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada hasta miles de niños, que escriben la carta más larga del mundo por el derecho a vivir y jugar en la altura.
"Queremos mostrar al mundo dos verdades: la universalidad del deporte y el derecho soberano que tiene cada país de elegir el lugar donde quiere jugar y para nosotros esa ciudad es La Paz", dijo este martes el presidente de la Federación Boliviana de Fútbol, José Saavedra Banzer, poco antes de viajar a Roma.
En la capital italiana, Saavedra se reunirá el jueves próximo con el presidente de la Unión Europea de Fútbol Asociado (UEFA), Lennart Johansson, para pedirle su apoyo para la práctica deportiva en ciudades situadas a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar.
Una comisión boliviana de alto nivel viajará a París y Copenhague para continuar con sus gestiones en busca de apoyo.
Carlos Toranzo, analista del Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales, dijo a IPS que el veto tendría como consecuencia también la generalización de esa sanción a todos los deportes y a la posibilidad de vivir en la altura.
"Si la razón médica fuera científica, habría que probihir todo tipo de actividades, incluídas las diplomáticas, reuniones oficiales y eventos que siempre se han realizado en La Paz. Más todavía, sería una señal contra el desarrollo turístico de La Paz, Potosí o Cusco", en Perú, advirtió.
Bolivia encontró un gran aliado en Francia, sede de la Copa del Mundo de 1988. El presidente Jacques Chirac respaldó la libre determinación del país andino para que decida en qué ciudad quiere jugar las eliminatorias para el campeonato mundial.
La Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) podría prohibir a Bolivia que juegue en La Paz los partidos de la eliminatoria sudamericana, arguyendo daños a la salud.
"Es inhumano jugar en La Paz, porque te falta el oxígeno", ha repetido con insistencia el director técnico de la selección argentina de fútbol, Daniel Pasarella, en la frase que mejor resume ese sentimiento.
El temor reside en que, de aprobarse el veto, Bolivia se vería perjudicado no sólo a nivel deportivo, sino incluso económico y político, ya que La Paz, la principal ciudad del país, de 1,5 millones de habitantes, sería vista en el mundo como inhabitable.
Por este motivo, el gobierno boliviano ha desplegado una intensa campaña, que incluye contactos del presidente con todos sus homólogos sudamericanos y algunos europeos.
Sin embargo, la FIFA frenó esta campaña con una severa advertencia al gobierno para que se abstenga de plantear el asunto en los escenarios políticos, porque ese organismo es una entidad privada que no acepta injerencias, y menos políticas.
En América del Sur la campaña tuvo un éxito relativo. Todos los países, con excepción de Uruguay, han asegurado que están dispuestos a jugar en La Paz.
La campaña concluirá el día 30, en vísperas del fallo de la FIFA, con una masiva vigilia de los habitantes de La Paz.
El día 31, la FIFA recibirá en Zurich, Suiza, la carta más larga del mundo que en estos días escriben niños y jóvenes bolivianos en plazas y escuelas de La Paz, en defensa del derecho de vivir a 3.600 metros de altura.
Ese mismo día, el comité ejecutivo de ese organismo escuchará durante 10 minutos a la Comisión Boliviana de Defensa de la Altura, que hará una apretada exposición respaldada por estudios médicos y estadísticas.
"Más allá de lo deportivo, la situación de Bolivia se complicaría muy seriamente. (…) Sería un daño absolutamente irreparable para la ciudad de La Paz y para todos los que vivimos en la altura", dijo el prestigioso periodista Carlos Mesa, quien integra la Comisión. (FIN/IPS/jcr/ag/ip-cr/96)