Cuando un conocido médico local pidió que se distribuyeran condones entre los presos como una manera de prevenir el virus que causa el sida, no tuvo en cuenta el cúmulo de polémicas y sentimientos encontrados que suscitó en Barbados.
Las radios fueron inundadas con llamados, la mayoría de los cuales eran contrarios a la sugerencia. Líderes de la comunidad eclesiástica se unieron al clamor, y tambien lo hicieron los dos principales diarios locales.
Timothy Roach, un miembro del Comité Asesor Nacional sobre Sida, no solo pidió la distribución de preservativos sino tambien la descriminalización de la homosexualidad para facilitar la tarea.
La legislación de la isla considera a la homosexualidad una ofensa criminal y, por lo tanto, la reprime.
"Si debemos cambiar la ley para poder introducir condones en las cárceles, entonces hagámoslo de una vez", dijo Roach.
La demanda de Roach se produjo como consecuencia de los recientes decesos de dos reclusos en la prisión de Glendairy, la única que hay en la isla. También dijo que otros cinco prisioneros habían contraído el mal y tres eran portadores sanos del virus HIV, que causa el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
Desde que comenzó el monitoreo de la propagación del virus en 1984, perecieron 521 adultos y nueve niños menores de cinco años. La última estadística reveló que 1.250 barbadianos son portadores del HIV mientras otros 632 contrajeron la enfermedad. La isla tiene actualmente 250.000 habitantes.
Sin embargo, dijo el padre Clement Paul, vicario de la Iglesia Católica, la distribución de condones no es una respuesta al problema. "Sería una forma muy cruda de encarar una situación que ya es desagradable por sí misma", declaró.
En su opinión, laa distribución de preservativos en la cárcel, además, alentará la homosexualidad.
"No importa que la homosexualidad sea legal o no, siempre será moralmente equivocada. La iglesia siempre estará en contra de la homosexualidad porque es contraria a la voluntad de Dios", dijo.
"Distribuir condones a los presos es como escupir en el agua", aseveró William Cuke del movimiento de Pentecosteés. "Se necesita una receta diferente. El problema radica en la práctica de una conducta sexual inmoral e irresponsable", añadió.
"A menos que hagamos algo para corregir ese acercamiento inmoral al sexo, solamente enfrentaremos el síntoma y no la causa", sentenció.
La distribución de condones en la cárcel enviara un fuerte mensaje tanto a los reclusos como al público porque dará a los prisioneros varones "protección" para practicar la homosexualidad, observaron muchos barbadianos.
Sin embargo, la propuesta de Roach recibió expresiones de apoyo desde algunos sectores. El obispo anglicano Rufus Brome, es uno de los que respalda al médico. El prelado se apresuró a aclarar que su posición no significa que la iglesia dejó de considerar pecaminosa a la homosexualidad, pero no hay razón para criminalizarla.
"La homosexualidad entre adultos consensuales no debería ser tratada como un crimen. Cambiar la legislación no significa que los niveles (de los valores) han sido rebajados", expresó.
"Estamos viviendo en el mundo real y no se puede menos que preguntar como habría reaccionado Jesús. Debemos aproximarnos a los enfermos de sida y sus familias. Si estamos interesados en salvar vidas, si valorizamos la existencia, creo que Jesús habría dado prioridad a la gente. Si los condones significan la preservación de la vida, ¿porqué no?…", demandó Brome.
El diario "Advocate" dijo en un reciente editorial que hacen falta más celdas y no condones para enfrentar el creciente problema del sida en la prisión de la isla.
"Lo que hace falta es separar a los prisioneros dentro de la carcel, con más celdas, no condones…", arguyó.
El otro diario, "The Nation", a su vez, apoya el suministro de condones para los reclusos. En un editorial, citó una declaración de la Organización Mundial de la Salud (OMS), formulada hace tres años, en que invitaba a los gobiernos a distribuir condones entre presos para frenar la propagacion del virus HIV.
El diario apuntó que muchos países desarrollados, ante el problema de la transmision del HIV, distribuyen condones entre los prisioneros.
"Han aceptado que existe la homosexualidad en sus cárceles y están preparados para hacer algo al respecto. En Barbados nos ha costado mucho trabajo admitir incluso que existe esa homosexualidad institucionalizada", observó.
"Muchos solo ven el problema en el contexto moral y están preparados para dejar que mueran los homosexuales de Glendairy, aunque el uso de condones brinde esperanzas en una situación cada vez más desesperada", concluyó el editorial.
Entretanto, el fiscal general, David Simmons, declaró que la cuestión de descriminalizar la homosexualidad requerirá una amplia consulta y una discusión entre la iglesia, organizaciones no gubernamentales (ONGs) y el público en general. (FIN/IPS/tra- en/ta/cb/ego/pr-he).
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