Su alto costo y la incomodidad que representan frente a la practicidad de la vestimenta occidental no impiden el uso de los trajes típicos guatemaltecos, que son expresión de una historia indígena no escrita.
La indumentaria indígena sigue por lo general en Guatemala reglas inalterables, mantenidas durante siglos. Se identifica con cada grupo por el color y diseño de los tejidos, así como por el largo de pantalones y faldas.
El historiador Celso Lara señaló a IPS que los trajes de los indígenas guatemaltecos, tal como hoy los conocemos, sólo comenzaron a usarse a partir del siglo XVI, después de la colonización española.
El vestido de la mujer consiste en un huipil (blusa), la prenda más elaborada, que presenta coloridos bordados, y en una falda larga hasta el tobillo llamada "corte". Se trata de una tela lisa o jaspeada de dos a seis varas (entre 1,70 y cinco metros) de largo, que se recoge alrededor de la cintura y es sostenida por una vistosa faja de colores.
El traje usado por los hombres también varía según la región, pero básicamente consiste en la camisa, un pantalón que puede ser largo o corto y abierto en la parte exterior de la pierna, la chaqueta o "cotón", las fajas y los "caites" o sandalias.
La mujer indígena es quien más conserva las tradiciones, y continúa usando el traje típico, tanto en el campo como en la ciudad.
Según Lara, las diferencias en la indumentaria tradicional se deben a su origen, ya que procede de la ropa utilizada para los distintos trabajos en que los españoles empleaban a los indígenas.
Los indígenas hicieron suyos esos vestidos y los transformaron. Era ropa impuesta por el conquistador, pero en el siglo XVII comenzaron a expresar elementos de la conciencia colectiva de los aborígenes, dijo Lara.
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