Las mujeres hermosas, especialmente las que se ajustan al modelo promovido por los medios, son seres afortunados. Al menos esa es la premisa de "La verdad sobre perros y gatos", una deliciosa comedia estrenada este mes en cines estadounidenses.
A diferencia de casi todas las comedias románticas, este filme de la Twentieth Century Fox, dirigido por Michael Lehmann y escrito por Audrey Wells, tiene aspectos auténticamente satíricos.
En un momento en que la mayoría de los romances norteamericanos se centran en parejas jóvenes y físicamente atractivas, éste transcurre a través de los ojos de una mujer de aspecto corriente.
La comediante Janeane Garofalo encarna a Abby, una conductora de un programa radial que se especializa en ofrecer consejos sobre animales y desconfía de las personas, especialmente de los hombres, que no le prestan atención por no ser una belleza estereotípica.
Como consecuencia, cuando un oyente (interpretado por Ben Chaplin) se interesa en ella, le pide a su vecina, una modelo rubia encarnada por Uma Thurman, que se haga pasar por Abby.
A la vez, Abby finge ser Donna, una amiga ficticia de la falsa Abby, de forma de poder mantenerse cerca del primer hombre que se enamoró de su personalidad radial.
En poco tiempo, Chaplin no sabe bien a cuál Abby ama: la atractiva pero insípida mujer que ve o la ingeniosa y cálida conductora radial que escucha por teléfono.
"La verdad sobre perros y gatos" tiene algo en común con "Cirano de Bergerac", de Edmund Rostand. Como en la historia clásica, esta película extrae cierto patetismo de un personaje central cuya personalidad inspira amor, pero no su apariencia.
Sin embargo, la "fealdad" de Abby es mucho menos evidente que la de Cirano, con su larga nariz. Siendo en realidad bastante atractiva, se condena a verse fea simplemente por los arquetipos sociales.
Justamente ese factor es el que otorga a la película su carácter de comedia. "Eructas y los tipos lo consideran maravilloso", dice Abby a su vecina. Abby reacciona con sorpresa al notar que todos los hombres intentan mostrarse amables con su amiga, mientras a ella la ignoran.
Wells carga el diálogo con varias referencias a mitos sobre la belleza, desde un cómico intercambio de palabras en una tienda de cosméticos, donde el ego de Abby queda totalmente aplastado, hasta el momento en que Thurman se enamora de Chaplin, simplemente porque él le permite comer una porción de pastel.
Para muchas mujeres, el amor significa no tener que ser hermosas y delgadas a los ojos de un hombre, sugiere Wells.
La película también ofrece ingeniosos comentarios, por ejemplo el de Thurman cuando admite: "Si uno es lo que come, entonces yo no soy nada".
Irónicamente, Garofalo debió adelgazar 18 kilos para representar a Abby. De esta forma, el público puede notar que quien se queja de su gordura es en realidad una mujer de peso más que adecuado.
Aún más extraño resulta que la figura anoréxica de Thurman se aproxime más al ideal masculino que la de Garofalo. Aparentemente, el mensaje de la película podría tener bastante aplicación en el propio ambiente de Hollywood. (FIN/IPS/tra- en/fah/ml/cr/96)