La guerra que libra el Frente para la Liberación del Enclave de Cabinda (FLEC-FAC) casi nunca alcanza el mundo exterior, pero para los guerrilleros se trata de una lucha a muerte por separar su territorio del resto de Angola.
Por cierto siguen muriendo en la lucha, aunque no existen cuentas confiables de las bajas en ese frente. Algunas de las víctimas son soldados niños, como Cristiano Massanga, el guerrillero de 16 años que IPS conoció en esta pequeña aldea de unos 500 habitantes, en los bosques de Cabinda.
Un día domingo, Cristiano y unos pocos compañeros se mantenían vigilantes mientras las Fuerzas Armadas de Angola (FAA), apostadas a unos 800 metros del lugar, disparaban contra Cuto con cañones de 82 milímetros.
"Son malos disparos, nos disparan todos los días pero no pueden alcanzarnos y la gente no les teme", dijo el joven soldado a un grupo de periodistas extranjeros.
"Pero las cosas cambiarán cuando cojamos a algunos de ellos, porque éste es nuestro territorio y sabemos exactamente dónde se encuentra el enemigo".
No obstante, Cristiano no podrá ver ese día. A la mañana siguiente, durante un tiroteo con una unidad de las FAA a 100 metros de Cuto, fue alcanzado por balas Kalachnikov junto con otro joven combatiente.
"Fue un enfrentamiento realmente duro", dijo Boniface Tchicaya, jefe de operaciones militares del FLEC-FAC. "Nuestras fuerzas se defendieron bien y fueron capacer de contener al 'invasor".
Cabinda, un enclave de 7.200 kilómetros cuadrados situado justo al sur de Congo, está separado del resto de Angola por una estrecha franja de territorio zaireño.
La población de unos 300.000 habitantes -menos de tres por ciento de la población de Angola, de 10,5 millones- tiene más en común, por su cultura y su idioma, con sus vecinos del norte que con los angoleños, algo que los rebeldes no dejan de destacar.
Durante la guerra de liberación de Angola contra la dominación portuguesa, que terminó en 1975, el FLEC persiguió la independencia de Cabinda mientras que el Movimiento Popular por la Liberación de Angola (MPLA), que ahora gobierna en Luanda, se ha opuesto siempre a la separación del enclave, rico en petróleo.
Pese a que la guerra de 19 años entre las FAA y la principal fuerza rebelde de Angola -la Unión por la Independencia Total de Angola (UNITA)- terminó en 1994 tras una larga negociación auspiciada por una mediación internacional, el conflicto de Cabinda se ha agravado pero no ha atraído la atención de casi nadie fuera del enclave.
El FLEC, que ahora es llamado FLEC-FAC, se ha mantenido fiel a sus exigencias originales. Al contrario que otros grupos del enclave que han aceptado la autonomía ofrecida al territorio por el gobierno del MPLA, la organización guerrillera no acepta menos que la independencia para Cabinda.
El grupo reivindica haber liberado 340 kilómetros cuadrados del enclave, en su mayor parte áreas forestadas como Cuto.
Sin embargo, sus dirigentes tienden a desestimar el hecho de que muchos de los combatientes, de los que ellos mismos dependen para mantener una lucha que ya lleva más de dos décadas, son niños. En visitas a los campos insurgentes, IPS pudo ver una buena cantidad de adolescentes portando armas.
Muchos de los jóvenes que pelean con el FLEC-FAC abandonaron los estudios pensando que no les quedaba otra opción que enrolarse. Es el caso de Raoul do Carmo Buity, de 18 años, que se enroló hace cinco años.
"Dejé la escuela porque mis padres son pobres no me quedaba otra alternativa que tomar las armas por mi país. En el ejército cuidan de mí y soy útil a la comunidad", dokp Raoul.
Otros continúan sus estudios en el bosque, dividiendo su tiempo entre el frente y las escuelas dirigidas por el FLEC-FAC.
Pese a proclamar su valía, los soldados niños de Cabinda desean el fin de la guerra. Todos los que hablaron con IPS dijeron que quieren vivir libremente en una Cabinda independiente y hacer las cosas que hacen los jóvenes de su edad.
También expresaron su rencor hacia la comunidad internacional, que en su opinión les ha abandonado a su suerte. (FIN/IPS/tra-en/lo/kb/arl/ip/96)