Bajo la capital de México, una de la ciudades más pobladas del mundo, circula el tren subterráneo, orgullo de la ingeniería local cuya eficiencia contrasta con el caótico y contaminante sistema de transporte terrestre.
En los 1.300 kilómetros cuadrados de superficie de la metropoli, donde viven 20 millones de personas, más de dos millones de vehículos compiten diariamente por un espacio en calles y avenidas, mientras en el subsuelo fluyen con rapidez, sobre 178 kilómetros de rieles, cerca de 3.000 carros de metro.
Satisfechos de su obra, que es la sexta en extensión y la tercera en transporte de pasajeros en el mundo, las autoridades capitalinas presentarán su experiencia en la reunión Habitat II, que se realizará en junio en Estambul del 2 al 14 de junio.
Aunque no será el único tema a exponer sobre la capital mexicana, constituirá uno de los principales, pues se trata de una obra que gobiernos de otros países estudian con la intención de emularla, indicaron portavoces de la municipalidad.
Considerado el más barato del mundo gracias a los subsidios estatales (cada viaje, que puede incluir múltiples cambios de líneas, cuesta 0,13 dólares), el metro de México transporta diariamente, a un promedio de 57,5 kilómetros por hora, a unos cinco millones de personas.
El urbanista Jorge Legorreta, del no gubernamental Centro de Ecología y Desarrollo, considera que aunque el metro no ha logrado convertirse en el eje principal del sistema de transporte de la ciudad, como se pretendía cuando entró a operar en 1969, es sin duda el más eficiente.
"La obra civil del metro es un verdedero orgullo de la ingeniería mexicana", dijo Legorreta a IPS.
El tren subterráneo, en cuyas 10 líneas y 154 estaciones se pueden observar desde exposiciones de pintura hasta mendigos y vendedores ambulantes que logran burlar la vigilancia de unos 2.000 policias, fue construído en algunos tramos a más de 200 metros de profundidad.
Aunque sus líneas sólo cubren 15 por ciento del área urbana de la ciudad, sus instalaciones, que incluyen 332 escaleras mecánicas, consumen más de 580.000 kilovatios de energía al mes, suficiente para dotar de luz eléctrica a una ciudad de un millón de habitantes.
Según cifras oficiales, 65,1 por ciento de los habitantes de la capital utilizan autobuses, 18 por ciento automóviles particulares, 10,2 por ciento metro, 5,9 por ciento taxis y 0,8 por ciento trolebuses y tren ligero, los unicos que junto al metro no producen contaminantes ni saturan las vías.
Los vehículos automotores de la capital queman diriamente 43 millones de litros de gasolina, lo que genera graves problemas de contaminación afectando a los habitantes, que ante la saturación de las vías deben resignarse a invertir un promedio de entre 45 minutos y una hora por viaje.
Balances oficiales indican que debido a la emisión de contaminantes, especialmente de los vehiculos, menos de 20 por ciento de los días del año la calidad del aire puede considerarse satisfactoria en la ciudad de México.
En los últimos 26 años, el número de automoviles creció en la capital más de 500 por ciento, tres veces más que la población, presión que obligó a ampliar a más de 17.000 kilómetros la extensión total de avenidas y calles.
A pesar de su corta extensión en relación al tamaño de la ciudad, el sistema de transporte metro es el más eficiente, limpio y rápido, señala Legorreta.
En las horas de mayor circulación de vehículos, la velocidad en la superficie no supera los 20 kilómetros por hora.
Interesadas en optimizar el transporte, las autoridades de la ciudad invierten cada año grandes sumas de dinero en mejorar sobre todo el metro, que según planes oficiales, en los primeros años del próximo siglo podría tener casi el doble de su actual extensión.
Con una limpieza impecable, señalización precisa y un control central computarizado, el metro de la capital mexicana es considerado uno de los más seguros del mundo.
En los últimos 26 años se han registrado sólo dos accidentes menores.
Legorreta opina que por su alto costo de construcción, el metro difícilmente logrará cubrir las rutas de los autobuses, pero podrá mantenerse como la principal alternativa no contaminante del transporte en México. (FIN/IPS/dc/ag/tr-en/96