El norte de México sufre la peor sequía de los últimos 50 años, mientras en las zonas sur y centro el agua se derrocha y contamina. Es la paradoja de un país que agoniza de sed cerca de la fuente, sostienen los expertos.
Diez millones de toneladas de granos perdidos, erosión, desaparición de zonas verdes y muerte o venta obligada a bajo precio de tres millones de reses, son desde 1992 algunas de las consecuencias de la sequía, informó la Confederación de Propietarios Rurales.
A la pobreza, el desempleo y la acumulación de deudas que enfrentan miles de campesinos por la sequía, se sumaron en las últimas semanas problemas políticos entre estados por la distribución del agua de las represas del norte, cuyos niveles de almacenamiento bajaron a menos de 15 por ciento.
Para "bombardear" nubes, optimizar canales de riego y dar asistencia médica y alimentaria, el gobierno prometió a los estados del norte del país, donde las temperaturas ahora superan los 43 grados centigrados, ayuda de emergencia por alrededor de 151 millones de dólares.
La sequía sin precedentes en medio siglo que castiga el norte obligará a aumentar la importación de algunos alimentos, como leche y granos, para atender la demanda interna, reconocieron las autoridades.
La sequía del norte es "una de las paradojas más grandes de este país", pues en el centro y en el sur hay una cantidad suficiente de agua, al punto de que se desperdicia y contamina con gran irresponsabilidad, dijo a IPS Carlos Oliveros, experto de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Según estudios de la secretaría de Medio Ambiente, 80 por ciento del territorio nacional (el norte) recibe apenas 20 por ciento del agua disponible, mientras en el centro y sur se capta 80 por ciento.
Una de las peores tragedias del país es su imposibilidad de distribuir de manera equitativa una producción anual de más de 2.000 kilómetros cúbicos de agua obtenida por lluvias y almacenada en lagos y presas, señala Oliveros.
Actualmente existen dificultades para regar cerca de un millón héctareas de tierras agrícolas. En contraste, se calcula que 50 por ciento del agua que llega a las ciudades se pierde por fugas y se desperdicia por mal uso en los hogares.
El gasto de agua de la población de la capital duplica el promedio mundial. Cada habitante de ciudad México emplea 360 litros diarios, una cantidad "absurdamente irracional", destacó la Comisión de Aguas del Distrito Federal.
Según los estudios, se recicla menos de diez por ciento de las aguas residuales de las ciudades mexicanas, y la consecuencia es la contaminación de ríos y cultivos.
La estatal Comision Nacional del Agua calcula que 79 por ciento del agua de superficie está contaminada y requiere tratamiento. Quince de los 91 millones de habitantes del país no tienen agua potable y 30 millones no cuenta con servicios de drenaje.
En este país, segundo en biodiversidad en el mundo, se ha desperdiciado el recurso hídrico y los ecosistemas han sido afectados de tal forma que 80 por ciento del territorio sufre algún grado de desertización y erosión, advirtió la secretaria de Medio Ambiente, Julia Carabias.
El gobierno de Ernesto Zedillo lanzó varios programas con la meta de crear una "cultura del agua" y cambiar los hábitos "depredadores" de los mexicanos. Además, ha diseñado nuevos planes de inversión para atender a campesinos pobres y mejorar los sistemas de riego.
Con un atraso productivo de tres décadas respecto del crecimiento de la población, en los 21 millones de hectáreas de tierras agrícolas mexicanas se concentra 75 por ciento de la pobreza extrema del país.
Aunque México exporta productos como aguacate y tomate, su producción agrícola global es deficitaria y el gobierno invierte cada año alrededor de 5.000 millones de dólares para importar productos del campo.
FAO (Fondo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) estima que en la última década, el consumo por habitante de maíz, fríjoles y trigo descendió en México en un promedio superior a 35 por ciento. (FIN/IPS/dc/ff/en dv/96).