Los paquetes de maíz frito que estaba tratando de vender quedaron diseminados por la carretera en Lagos, mientras un grupo de simpatizantes llevó a Uche, de 12 años, al hospital más cercano para que los médicos le curaran la fractura de un miembro.
El niño fue embestido por una motocicleta cuando trataba de escapar de los soldados de la Fuerza de Tareas de Lagos sobre Sanidad Ambiental, cuya misión es limpiar las calles de la ciudad, no solamente de basura sino tambien de vendedores ambulantes.
Privados de su presa en ese tórrido atardecer, los soldados desviaron su atención a una niña de 10 años que vendía naranjas a automovilistas atascados en un embotellamiento sobre el trajinado puente Eko, uno de los tres que unen tierra firme con la isla de Lagos. Fue subida a un camión ya repleto con otros vendedores.
La fuerza de tareas realiza regulares redadas contra vendedores ambulantes. Por lo general, son liberados tras pagar multas que oscilan entre 1,25 y 2,50 dólares. Sus mercaderías son confiscadas, pero esto no evita que vuelvan enseguida a las calles.
Muchos vendedores son niños obligados a complementar los ingresos de la familia en mala situación debido a los duros efectos de las reformas económicas iniciadas en 1986.
Según un sondeo de la asociación Child Lifeline, una ONG dedicada a la defensa minoril, cerca de 10.000 niños con edades entre siete y 13 años trabajan en las calles de Lagos, si bien en 1991 Nigeria ratificó la Convención sobre Derechos de la Infancia que pretende poner fín a los abusos contra menores.
En 1993, el gobierno esbozó un Decreto de la Niñez basado en la convención de la ONU y la carta de la Organización de Unidad Africana (OAU) sobre derechos y bienestar del niño, pero todavía debe cobrar fuerza de ley.
"El decreto, que contiene cambios revolucionarios en la lucha por la supervivencia, desarrollo y protección de la niñez, reemplaza a la cincuentenaria legislación sobre la infancia vigente en Nigeria", explicó Bukola Ponle, un miembro del Comité Nacional de Implementación de los Derechos del Niño.
"Constituirá la base de supervivencia infantil porque, sin una ley contra los abusos a niños, seguirán siendo maltratados", dijo Ponle. "La firma anticipada del decreto dará respaldo legal a la labor de monitoreo del comité".
Las funciones del comité incluyen la revisión de los derechos de la infancia y el diseño de programas para mejorar el estado de los menores nigerianos, los cuales deberá aprobar el gobierno.
"El comité tiene una misión importante que cumplir porque la niñez nigeriana está en crisis", apuntó Batilloi Warrita, jefe de información en Nigeria del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Warrita dijo que UNICEF está desarrollando el programa nigeriano de acción para los próximos cinco años, el cual servirá de antecedente a los esfuerzos para aliviar la situación de mujeres y niños en el país.
El borrador del documento, conocido por IPS, deplora el aumento del trabajo infantil "debido a la situación económica surgida por los efectos de SAP, el alto grado de urbanización y el vuelco resultante en el sistema familiar".
"La ley de trabajo prohibe que el niño sea empleado bajo circunstancias de explotación pero, desafortunadamente, factores culturales y socio-económicos han obligado una gran proporción a participar en actividades económicas como el comercio callejero", comentó Ponle.
Una de los principales motivos del trabajo infantil en Nigeria es la creciente pobreza de sus padres, muchos de los cuales están desempleados. En junio último, alrededor del 18 por ciento de la potencial fuerza activa de 34,6 millones estaba sin trabajo.
"El gobierno y sus malas políticas económicas han obligado virtualmente a esos niños a salir a la calle como mercachifles ambulantes y vender de todo, incluso agua en sacos de celofán", apuntó Isaac Onoba, un empleado estatal en Lagos.
"Los agentes públicos tienen sus salarios congelados mientras los precios de los bienes de consumo han sobrepasado el poder adquisitivo de la mayoría de los nigerianos", dijo. "Esto a forzado a muchos padres a usar sus hijos como mercachifles, incluso en las autopistas, en vez de mandarlos a la escuela".
Yemisi Adeola, que escapó al arresto el día que Uche fué embestido, contó que "dejé la escuela en tercer grado el año pasado porque mis padres no podían pagarla".
"Debo ayudar a mi madre a vender caramelos y chocolates cuando el tráfico está atascado. Mi madre tenía una tienda pero el edificio donde estaba fué demolido", dijo.
Las tiendas comerciales son escasas en la mayoría de las ciudades nigerianas y los alquileres mensuales para los pocos que pueden pagarlos oscilan entre 7,40 y 18,50 dólares, según la ubicación. Los propietarios, por lo general, piden tres años de alquileres adelantados.
Como resultado, la madre de Yemisi usa su departamento de un ambiente como depósito mientras sus tres hijos venden en las calles confecciones, platos plásticos, cosméticos, jabón, pasta de dientes y otros artículos.
"No nos gusta que nuestros hijos deban moverse en medio del tránsito para vender, pero no tenemos más remedio porque debemos sobrevivir bajo esta dura situación económica del país", declaró Comfort Oshadare, cuyos tres hijos la ayudan a vender los sacos para llevar las compras que fabrica en su casa. (FIN/IPS/tra- en/to/jm/kb/if).