El conductor del Banco Central de Yugoslavia, Dragoslav Avramovic, aún sobrevive a los intentos del gobernante Partido Socialista por cesarlo, una mala recompensa para quien puso freno a la inflación de 313 millones por ciento que sufrió el país entre 1993 y 1994.
"Tengo la cabeza sobre los hombros, al menos por ahora", se ufanó Avramovic, un octogenario economista que trabajó para el Banco Mundial, mientras meditaba sobre sus encontronazos con los socialistas.
El gobierno se enfureció a causa de las conversaciones que el experto mantiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que la entidad readmita a Serbia y Montenegro, aún federadas en Yugoslavia, y por su negativa a que los ministros gasten más de lo debido.
Aunque ignorado por los medios periodísticos oficialistas, el gobernador del Banco Central es uno de los pocos funcionarios de Belgrado que conserva el respaldo de la ciudadanía y, al mismo tiempo, goza de respeto en el extranjero.
Su destitución, especialmente si es seguida por actos de vandalismo macroeconómico, significaría un duro golpe contra los intentos del presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, para restaurar la imagen internacional del país.
Milosevic invirtió mucho capital político en reavivar la economía después de años de sanciones impuestas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra Belgrado por su participación en la guerra en Bosnia-Herzegovina.
El problema para el Partido Socialista es que la integración al FMI requiere una disciplina económica que resulta políticamente incómoda. "Tienen un problema ideológico con el Fondo. Creen que vamos a entregarnos a un puñado de capitalistas", ironizó Avramovic.
"El segundo problema para ellos es que el involucramiento del FMI en nuestros negocios podría destapar ciertas ollas. Sus monopolios se verían en peligro", agregó el técnico.
Avramovic acusó de "obstrucción" a algunos integrantes de la delegación oficial que lo acompañó a París, donde entabló este mes conversaciones con el FMI, que mantiene dudas sobre el derecho de Belgrado de heredar la categoría de la antigua Yugoslavia, integrada por seis estados.
Las cuatro naciones que abandonaron a Serbia y la pequeña Montenegro, que se mantuvieron federadas, fueron admitidas por el FMI como estados independientes. Lo que Avramovic denominó el "ala política" de la delegación reclamó que la actual Yugoslavia sea aceptada como sucesora de la antigua federación.
La insistencia de Belgrado en este sentido se vincula a la eventual propiedad de unos 4.000 millones de dólares bloqueados por bancos extranjeros cuando la ONU dispuso las sanciones en 1992. La deuda externa de la antigua Yugoslavia asciende a 16.000 millones de dólares.
El FMI estima que 36 por ciento de esta deuda corresponde a Serbia, 2,4 por ciento a Montenegro, 24 por ciento a Croacia, 19 por ciento a Eslovenia, 12,4 por ciento a Bosnia-Herzegovina y 5,8 por ciento a Macedonia.
Algunos ministros sugirieron que la actual federación pague el total de la deuda de la vieja Yugoslava en fecha, lo cual, alegaron, sería posible si los bancos liberaran el dinero bloqueado y los ex estados federados se convirtieran, a su vez, en deudores de Belgrado.
"Esta es la idea más estúpida que escuché en mi vida", replicó Avramovic. Los países otrora aliados a Yugoslavia ya se adelantaron a esta iniciativa, pues Eslovenia renegoció el mes pasado su parte de la deuda anterior a 1991 con 350 bancos y Croacia lo hará este mes.
El reclamo de la herencia de la antigua Yugoslavia y el rechazo a aceptar que los cuatro países son ahora independientes "es algo que Milosevic necesita con urgencia como herramienta política", comentó el semanario independiente Vreme.
El presidente de Serbia "necesita echarle la culpa a otros (Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina y Macedonia) que 'heredaron ilegalmente' a la antigua federación", según la publicación.
"Esto significaría que Milosevic no tiene la culpa de nada, que Serbia no es un agresor y que sus decisiones políticas eran correctas", agregó Vreme.
La disputa con el FMI también pone a prueba la capacidad yugoslava de derrotar las sanciones indirectas que sustituyeron a las directas contra Serbia y Montenegro, levantadas en diciembre.
Estados Unidos argumenta que estas sanciones, que incluyen la prohibición de disponer de créditos blandos y limitaciones en la membresía a entidades financieras internacionales, son necesarias para mantener a Serbia a raya en Bosnia-Herzegovina.
El diario independiente Nasa Borba, de Belgrado, reveló cartas reservadas enviadas por Avramovic a Milosevic que detallan la dramática caída de las reservas en divisas internacionales del país, que ascienden actualmente a 300 millones de dólares "y se reducen un millón de dólares al día".
"Negar la cooperación del FMI en estas condiciones sería muy costoso, pues conduciría a la impresión adicional de dinero y a una hiperinflación de la que, esta segunda vez, no podríamos sobrevivir", escribió Avramovic, quien no recibió respuesta.
Misa Brkic, director de Nasa Borba, sostuvo que fue necesario "el coraje del gobernador Avramovic para decir en público que los grupos de presión del todopoderoso partido de estado roban a este país un millón de dólares al día a través de su monopolio del comercio exterior".
"El pequeño círculo de la élite económica del partido cree que es mejor mantener al país aislado, porque así podrán obtener gigantescas ganancias personales. Esta gente cree que es fácil, en nombre de la ilusión de de la gente, imprimir enormes cantidades de dinares sin importar su valor real", dijo Brkic.
Pero los granjeros, a medida que se acerca la estación de siembra, requieren créditos para semillas, cuyos subsidios se han cortado. Los expertos advierten que Serbia corre riesgo real de pasar hambre. Apenas un tercio de las tierras cultivables han sido sembradas.
Yugoslavia, que fue uno de los más grandes graneros de Europa y sobrevivió tres años y medio de sanciones internacionales sin estrecheces alimentarias, podría verse obligada a importar comida, lo cual menguaría aun más sus reservas.
Pero Avramovic se muestra inamovible en su postura. "Cuando le dije al ministro de Agricultura Ivko Djonovic que no imprimiría más dinero, se puso verde de rabia", declaró.
"Si los socialistas quieren mi renuncia, deberían ir por ella al parlamento federal", agregó. El gobernador del Banco Central sabe que cuenta con el respaldo de diputados montenegrinos, más proclives que los serbios a las ideas de libre mercado.
El dirigente opositor Vuk Draskovic advirtió que Milosevic planea reemplazar a Avramovic con el banquero Borka Vucic. Pero el gobernador del Banco Central parece haber ganado el primer round contra el gobierno.
Sin embargo, la mayor batalla, la privatización de la industria serbia y la apertura de la economía a la inversión extranjera, todavía está pendiente. "Y esto será otra historia", pronosticó Avramovic. (FIN/IPS/tra-en/vpz/rj/mj/ip if/96)