Desilusión y resignación dominaban Venezuela "el día después" que el presidente Rafael Caldera asumió, al cabo de 25 meses de gobierno, la jefatura efectiva de un plan económico, que devuelve el país a la senda neoliberal.
Los precios de la gasolina se quintuplicaron y las tasas de interés fueron libradas al juego del mercado apenas el mandatario anunció el plan, que luego traerá liberación del tipo de cambio, una sustancial devaluación y aumento de 12,5 a 16,5 por ciento en el impuesto a las ventas.
Personas que escucharon el discurso de Caldera en cafeterías y edificios de residencias dijeron a medios de comunicación que las medidas debió tomarlas hace dos años, y no ahora "cuando todo está peor", y seguraron que las aceptan porque "no queda más remedio".
Otro, disgustado, señaló que "Caldera se metió en el barro y quiere que entre todos lo saquemos", y dijo cómo se sacrificarán los demás, pero "no él, su gobierno".
Muchos dudaron, además, sobre si el mandatario cumplirá con el plan que asume.
Caldera, de 80 años, es un socialcristiano que defendió bondades del populismo en economía, adversó el recetario neoliberal y fue un tenaz crítico de la "insensibilidad social" del Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que su gobierno tiene casi concluído un borrador de acuerdo.
El discurso de Caldera, la noche del lunes, abundó en llamados a la unidad de los venezolanos, careció de sorpresas, pues los medios de comunicación habían esbozado las medidas que anunció, y fue vago en materias que aguardan por precisiones.
Entre los empresarios hubo reacciones de resignación y apoyo, pero en medios políticos se criticó las medidas, que Caldera no presentara un diagnóstico del país, de lo hecho por su gobierno y un rumbo claro de lo que hará en el futuro.
"Las medidas son duras, pero son la única manera de ordenarnos el gobierno, los empresarios, los trabajadores y la sociedad civil venezolana", comentó Jorge Serrano, presidente de Fedecámaras, el principal organismo empresarial.
Fedecámaras sostuvo que "es necesario un nuevo rumbo, para erradicar el capitalismo de Estado y el clientelismo populista, y parte de esto es hacer efectiva la privatización".
Caldera indicó que las medidas buscan enjugar el déficit fiscal, que otras autoridades estiman en siete puntos del producto interno bruto (PIB) o un tercio del presupuesto, y entre los mecanismos cuyo uso confirmó figura la privatización.
El mandatario dijo que se privatizarán activos del Estado en empresas de aluminio, la telefónica, una aerolínea cerrada y varios bancos intervenidos durante la crisis financiera de 1994, "lo que abre camino a las inversiones".
"Podemos decir que los inversionistas están haciendo cola", aseveró.
El ministro de Inversiones, Alberto Poletto, señaló que las privatizaciones de este año pueden dejar 3.300 o 3.400 millones de dólares (4,5 puntos del PIB, a precios actuales).
El privado Consejo Nacional de Promoción de Inversiones dijo que ha identificado intereses o intenciones de invertir en Venezuela unos 40.000 millones de dólares, incluídos los 18.000 millones que atraería la apertura petrolera, un sector que fue monopolio estatal entre 1976 y 1991.
Los dirigentes de los gremios de industriales, empresarios agrícolas, de la construcción e importadores de maquinarias, advirtieron de inmediato caídas en sus respectivos sectores, por el costo del dinero en bolívares con nuevas tasas de interés, y en dólares, por la devaluación.
Fedecámaras, en nombre del conjunto, presentó una declaración formal para reiterar "la voluntad del empresariado de participar y contribuir a la solución de los problemas que vive Venezuela".
En el frente político, el octogenario escritor Arturo Uslar, considerado el mayor intelectual vivo del país, dijo que "por fin el gobierno reconoce la gravedad de la crisis, que hasta ahora se decía era responsabilidad de conspiradores internacionales interesados en desprestigiar".
El secretario general de la conferencia episcopal católica, Mario Moronta, declaró que "hubo más expectativas en la Nación con respecto a lo que el presidente dijo", pero consideró positivo que se admitiera que "la gente es lo más importante".
"Para nuestro gobierno lo primero es la gente", dijo Caldera al presentar una decena de medidas de compensación a sectores pobres, incluído un subsidio por gasto de combustible a 120.000 particulares abocados al transporte público de pasajeros.
El ex presidente Carlos Andrés Pérez, quien lanzó un programa de ajustes en 1989, dijo que se había quedado "con las ganas de un discurso más denso y completo", y advirtió que algunas medidas "son muy drásticas, una barbaridad".
"Luego de dos años de cometer disparates, la situación se ha complicado demasiado", comentó Pérez, quien sin embargo consideró "un paso que un presidente cuyo discurso de campaña fue no arrodillarse ante el FMI, ahora diga que el FMI es indispensable".
Caldera manifestó su confianza en que las conversaciones para un acuerdo con el FMI "pronto culminarán de una manera satisfactoria", considerando que el mismo sería "muy importante para la confianza en los medios financieros del mundo".
El ex mandatario socialcristiano Luis Herrera dijo que "lo mejor del discurso fue el semblante del presidente", en alusión al estado de salud de Caldera, quien en su discurso habló con tono vehemente, y aseguró que la gente no tiene certidumbre de que el presidente crea en la bondad de las medidas anunciadas.
Los partidos políticos se abocaban este martes al estudio del mensaje y del plan anunciado por Caldera, adelantándose un arcoiris de opiniones que ibasn desde pronósticos de fracaso de la izquierdista Causa Radical hasta el pleno respaldo de las formaciones oficialistas. (FIN/IPS/hm/ag/ip-if/96)