El control de cambios en Venezuela comenzará a extinguirse la próxima semana y los viajeros accederán a divisas sin cupos, anunció Gonzalo Aguirre, coordinador de la Junta de Administración Cambiaria, un organismo que también desaparecerá.
El gobierno lanzará después de Semana Santa un paquete de medidas de ajuste, con devaluación y desmonte parcial del control de cambios, y alza en el precio de la gasolina y en las tasas de interés, con temido impacto inflacionario inmediato.
Venezuela negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un acuerdo de préstamo por 3.000 millones de dólares y aval para obtener más recursos de otras fuentes multilaterales, y las medidas de ajuste integran un programa de choque que apuntalaría la negociación con el FMI.
Los recursos del FMI, que llegarían en tramos trimestrales durante tres años, se usarán para "fondear" las reservas internacionales, nominalmente unos 10.000 millones de dólares o un año de importaciones, y que se prevé encajen una gran demanda represada de divisas.
Aguirre dijo que durante el control de cambios, dispuesto en junio de 1994, la Junta asignó cerca de 18.000 millones de dólares a importadores, deudores, viajeros, inmigrantes o estudiantes, y parcialmente a inversionistas para repatriación de dividendos.
Las divisas quedaron vedadas para el movimiento libre de capitales y restringidas, literalmente racionadas, a los restantes usuarios, tanto empresas como particulares, por lo que durante 21 meses hubo una lluvia de quejas y reclamos sobre la Junta y su discrecionalidad.
El control afectó las relaciones con socios comerciales, sobre todo con Colombia, segundo mercado después de Estados Unidos, e hizo florecer un mercado negro que a su vez incidió sobre los índices de inflación, que anualizada pasa de 70 por ciento, la mayor de la región.
El gobierno de Rafael Caldera, dando un viraje a la política dirigista de la economía que aplicó durante dos años, decidió desmontar el control de cambios, aunque lo mantendrá para la cuenta de capital, a fin de impedir la fuga abierta de divisas.
El ministro de Hacienda, Luis Matos, dijo como enunciado general que "los controles se mantendrán para 10 por ciento de la economía", lo que economistas independientes traducen como caída de controles previos para transacciones comerciales.
Según el Banco Central, Venezuela registró en 1995 un saldo superavitario de 1.572 millones de dólares en la cuenta corriente de su balanza de pagos, resultado de un saldo positivo de 6.647 millones en mercancías y negativo de 5.218 millones en servicios, más 143 millones en transferencias unilaterales.
Aguirre explicó que para impedir la fuga de capitales por la vía de los viajes de turismo o de negocios, se mantendrá un control sobre los gastos de los venezolanos que viajen, tanto en efectivo como con tarjetas de crédito.
El funcionario no abundó en detalles sobre el mecanismo, pero señaló que será posterior al viaje, lo que no implicará cupos como los actuales, y no lo efectuará la Junta que se extingue sino una oficina del Ministerio de Hacienda.
Durante la vigencia del control, se popularizó la figura de los "viajeros overnigth", generalmente jóvenes que viajaban a un destino en el exterior para hacerse con el cupo de dólares. Gastaban unos pocos en una noche, y el resto representaba un pingüe negocio.
Un viajero a Europa, Asia y algunos destinos de América del Norte podía comprar hasta 2.000 dólares y gastar otros 2.000 con sus tarjetas de crédito, en tanto para ir a otras plazas americanas se disponía de entre 500 y 1.500 dólares.
Durante 20 meses y pese a restricciones cada vez mayores, proliferó el turismo overnigth, sólo contenido hace un mes, cuando se dispuso que al comprar dólares el viajero dejase una fianza en bolívares por la mitad de las divisas adquiridas.
La demanda diaria de dólares para turismo descendió entonces de 15 a tres millones de dólares, "una cifra acorde con la demanda histórica", señaló Aguirre. (FIN/IPS/hm/dg/if/96)