Las Fuerzas Armadas de Turquía preparan una campaña de relaciones públicas en favor de un exorbitante plan de reequipamiento militar que exigiría un gasto de 150.000 millones de dólares a lo largo de los dos próximos decenios.
Los militares necesitan "vender" el plan con sumo cuidado, tanto a la opinión pública como a los estamentos políticos, en vista de que la deuda externa de Turquía importa actualmente 70.000 millones de dólares y el déficit presupuestario anual es de 7.000 millones.
En una primera fase, durante los próximos ocho años, el plan demandaría la compra de armamento por valor de 67.000 millones de dólares.
El jefe del estado mayor, general Ismail Hakki Karadayi, se reunió la semana pasada con académicos y empresarios para obtener apoyo a la carga impositiva que demandaría tan abusivo gasto.
Según las estimaciones de Karadayi, el ejército de tierra necesitará 60.000 millones de dólares en nuevos equipos, la armada requerirá 25.000 millones y la fuerza aérea 65.000 millones.
Ilnur Cevik, director del diario editado en Ankara en lengua inglesa, Turkish Daily News, juzgó que este plan invierte la política implantada por la ex primer ministro Tansu Ciller, quien asumió el gobierno en 1992 y lo abandonó este año para dejar paso a Mesut Yilmaz.
"Después de la salida de Tansu Ciller se produjo un misterioso aumento en las compras de armamento", dijo el periodista.
"Las Fuerzas Armadas vuelven a jugar un papel dominante en las adquisiciones, mientras se mantiene en silencio el departamento del gobierno que debe dirigir la industria de defensa", añadió Cevik.
Los economistas temen que el esfuerzo financiero exigido por el plan militar dispare los impuestos y la inflación, presionando más de lo tolerable al sector privado y a los débiles equilibrios del sector público.
"La asignación presupuestal para la defensa ya representa 25 por ciento del gasto del Estado, y en un momento en que existen presiones para reducirla, las pretensiones militares son simplemente imposibles de afrontar", dijo el analista económico Mustafá Sonmez.
Los militares pidieron a los académicos el aporte de su conocimiento especializado en apoyo del desarrollo técnico de las nuevas fuerzas armadas, y una "orientación científica" en el proceso de toma de decisiones.
Los planes de los militares tocan un nervio aún vivo en este país, que fue gobernado por un régimen dictatorial castrense entre 1980 y 1983 y todavía conserva una sensibilidad especial hacia la dañina influencia de sus generales.
"La diplomacia turca tradicional se apoya en un sentimiento de hostilidad hacia unos y hacia otros", recordó Yavuz Onen, presidente de la Fundación de Derechos Humanos y de la Unión de Cámaras de Arquitectos e Ingenieros de Turquía.
"Sólo esto podría justificar el intento de los que mandan en este país por rearmarlo otra vez, pero está muy lejos de reflejar los verdaderos deseos del pueblo turco y de los pueblos vecinos", declaró Onen a IPS.
"Da la impresión de que se estuvieran haciendo preparativos para una nueva serie de operaciones militares. Turquía ha sufrido y aún sufre a causa de la guerra. Un nuevo rearme no conduciría más que a otra catástrofe", concluyó.
Los fabricantes de armamentos de todo el mundo se disponen a abrir sus brazos a Turquía, pero de la misma forma que ocurrió con las últimas ventas de helicópteros de combate a Ankara, el plan podría provocar una considerable inquietud internacional.
El gobierno ha sido frecuentemente criticado en materia de respeto a los derechos humanos en el disputado sudeste del país, donde los insurgentes kurdos combaten a las fuerzas estatales.
La industria bélica turca ha venido preparándose desde 1990 para competir en la nueva demanda que supondría la puesta en marcha de este plan, mediante un drástico programa de reforma.
"Naturalmente, el ejército espera que una industria nacional desarrollada pueda proteger a las Fuerzas Armadas turcas de algún embargo de armas en el futuro", señaló Sonmez.
Los oficiales militares, en cambio, hacen incapié en la necesidad de reforzar la industria de defensa para prevenir un gasto excesivo de las limitadas reservas internacionales turcas.
La industria de defensa turca está ahora en condiciones de producir componentes, o construir bajo licencia, una variedad de armamento de alta tecnología, desde el avión de combate F-16 de Estados Unidos hasta submarinos.
Turquía fabrica actualmente 21 por ciento de sus principales armas, equipos y repuestos, un porcentaje que Sonmez calificó de "no tan malo", dadas las exigencias de alta tecnología y de uso intensivo de capital que esta industria presenta. (FIN/IPS/tra-en/nm/rj/arl/ip/96)