TRINIDAD-TOBAGO: Acoso sexual, confuso dilema para caribeños

Tanyahsa Yearwood, de 24 años, recapituló correctamente el dilema de los varones trinitarios en la era de las denuncias por acoso sexual.

"Algunas mujeres no creen que lucen bien si un hombre no se lo dice. Nosotras los confundimos… Si una está de buen humor les sonríe, otros días, al contrario, parecemos mortalmente ofendidas y los rechazamos", comentó.

A medida que mayor número de mujeres declaren inaceptables comentarios sexuales y contactos equívocos, los varones trinitarios se sentirán más y más confusos y acorralados.

La cuestión del acoso sexual, pese a ser un tema prevalente en el Caribe, se convirtió en una cuestión mucho más seria en 1991, despues del debate Anita Hill-Clarence Thomas en Estados Unidos.

La controversia, en la que un aspirante a la Corte Suprema de Estados Unidos fué acusado de molestar sexualmente a una empleada y exhibida tan gráficamente en la televisión por cable, sensibilizó a muchas mujeres de la región sobre el hecho que no deben soportar más actitudes provocativas si no lo desean.

Sin embargo, para muchos hombres caribeños, como aquellos que suscitaron la compasión de Yearwood, es difícil determinar donde esta la línea de demarcación, sobre todo porque las mujeres de la región nunca fueron tan puritanas acerca de su sexualidad como sus iguales del norte.

"Algunos mujeres sienten que es complementario tener hombres que describen sus anatomías. Despues están los jefes afectuosos que llaman a las mujeres "querida" o "cariño". No hay nada malo en eso pero peude conducir al acoso sexual", declaró Elizabeth Nicholas, de la ONG Mujeres que Trabajan por el Progreso Social.

"El acoso sexual no está claramente definido. Crecimos en una cultura donde los hombres lanzan piropos a las mujeres en la calle y estas los aceptan sin considerarlos ofensivos", señaló.

"Tenemos una cultura en la cual la gente hace chistes, existe el contacto casual y la expresión afectuosa. Se trata de un tipo de camaradería en el lugar de trabajo que es normal y ajeno a un clima envarado y lleno de falso pudor", acotó Trevor Johnson, un supervisor bancario.

Sin embargo, la camaradería en el lugar de trabajo de Johnson, el Republican Bank, salió de su cauce normal porque tres empleadas denunciaron por acoso sexual al auditor asistente, Deolal Mohess.

Mohess fué exonerado pero el sindicato de empleados del banco se dirigió al Tribunal de la Industria para cambiar la decisión. "La sanción de licenciamiento fue un castigo inapropiado dadas las circunstancias", adujo el sindicato. No obstante, el tribunal dictaminó en marzo que la sanción contra Mohess fué justa.

Tres mujeres, identificadas como M, R y P, se quejaron que Mohess las hizo objeto de indeseables y ofensivas atenciones entre 1991 y 1994. Mohess había trabajado en el banco durante 25 años.

Según la empleada M, Mohess la había besado en la mejilla mientras ambos se encontraban en el archivo del banco. Añadió que 18 meses antes al incidente de mayo de 1994, Mohess la acosó cuando estaba reposando en un sillón del baño de mujeres.

Dijo que el hombre se le acercó por détras, le rodeó la cintura, le palmeó el trasero y recorrió con la mano sus pantorrillas comentando su notable actractivo sexual.

En su defensa, Mohess dijo que "un beso de aprecio" era "cosa común" entre compañeros de trabajo del banco.

El caso de Mohess fue un hito en Trinidad-Tobago, un país que carecía de legislación sobre acoso sexual. La sentencia de 20 páginas emitida por el juez Cecil Bernard tuvo en cuenta las peculiaridades de los caribeños.

"Reconocemos que en ciertos sectores de la sociedad y en cierto tipo de empleos "picong" (insinuaciones) pueden ser groseras y comunes", admitió el magistrado, pero indicó que el aspecto relevante era cuando esa conducta era "mal recibida" o "indeseada'.

El primer caso de ese tipo fué un alegato contra el actual primer ministro Basdeo Panday, que se ventiló hasta fines del año pasado cuando el político se postuló para la jefatura del gobierno.

"No fué políticamente correcto condenar a un aspirante a primer ministro, de modo que los cargos se depusieron y el caso de archivó", declaró un oficial de policía.

La decisión del Tribunal Industrial fue saludada por muchas mujeres activistas en el país, que destacaron lo díficil que era presentar ese tipo de acusaciones a la justicia.

"Las mujeres, hasta haber hablado conmigo no estaban preparadas para atestiguar en un tribunal por temor a la victimización", comentó Hazel Thompson Ahye, abogada y titular de la subcomisión de la Universidad de Indias Occidentales sobre Acoso Sexual.

Johnson señaló que el 70 por ciento de los 2.000 empleados bancarios son mujeres y, sobre todo, jóvenes. Los hombres que carecen de autocontrol pueden colocarse en una posición "vulnerable y de riesgo", subrayó. (FIN/IPS/tra- en/ne/aj/da/ego/pr).

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