Los gobiernos de Ruanda y Zaire vuelven a intercambiar fuertes acusaciones, apenas tres semanas después de la reunión en la que jefes de estado centroafricanos en Túnez consideraron la marcha del proceso de paz en la región.
Las escaramuzas verbales entre Kigali y Kinshasa, sobre el telón de fondo de los progroms contra la etnia tutsi en Zaire, agregan nuevos motivos de preocupación respecto de la continuidad del proceso.
Los jefes de estado de la región de los Grandes Lagos, convocados por el ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, celebraron en marzo la última de las reuniones mantenidas desde 1993 con la finalidad de acabar con la inestabilidad política.
Tres semanas más tarde, los gobiernos de Ruanda y Zaire se acusaron mutuamente de respaldar a grupos opositores en sus países.
El ministro del Interior de Zaire, Kamanda wa Kamanda, afirmó que Ruanda entrena a alrededor de 20.000 rebeldes para desestabilizar la región de Kivu, en el noroeste de su país. Sus declaraciones provocaron la furia de Kigali.
El canciller de Ruanda, Anastase Gasana, calificó este martes la versión de Kamanda de "mentira del gobierno de Zaire para encubrir los problemas de inseguridad y las masacres en las provincias" de Kivu.
Se desconoce la cantidad de personas asesinadas en los ataques contra los tutsis de Zaire en Kivu, pero cerca de 40.000 huyeron de la limpieza étnica y se trasladaron a la localidad ruandesa de Gisenyi desde julio de 1994, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
Gasana adjudicó las masacres a la milicia Interahamwe y grupos extremistas de la etnia hutu vinculados al antiguo gobierno de Ruanda, respaldados por militares y autoridades civiles de Zaire.
Integrantes de la Interahamwe, del antiguo ejército de Ruanda y funcionarios huidos de Kigali se cuentan entre el millón de hutus que se refugiaron en Kivu después de que el Frente Patriótico de ese país se hiciera cargo del gobierno en julio de 1994.
La instauración de ese nuevo gobierno puso fin a tres meses de masacres en las que fueron asesinados al menos 500.000 tutsis y hutus moderados.
Ruanda acusó al gobierno de Zaire de usar a los refugiados como peones contra Kigali, pues, aseguró, amenazó con deportarlos de nuevo a su país, mientras permite a los extremistas incursionar en la frontera para realizar ataques.
El vicepresidente y ministro de Defensa de Ruanda, general Paul Kagame, fustigó estos "actos de desestabilización" y refutó los reclamos de Zaire en cuanto a que su gobierno no hacía lo suficiente para que los refugiados retornen a sus hogares.
"En realidad, creo que es Zaire el que no debe estar haciendo lo suficiente para que regresen. Nosotros deseamos que lo hagan y estamos prontos para recibirlos, tanto a los inocentes como a aquellos que cometieron crímenes", dijo Kagame.
"Le aclaramos a Zaire que no invadiremos ningún país para obligar a los refugiados a regresar", agregó. Ruanda recibió el año pasado a unos 15.000 refugiados luego de que fueron expulsados por las autoridades de Zaire.
Kagame sostuvo que "el otro día" las fuerzas de seguridad de Zaire estaban preparadas para "invadir los campos de refugiados y expulsarlos a Ruanda". "Estuvimos esperando, y no sé en qué habrá terminado el asunto", dijo.
Las hostiles relaciones entre los dos países se agriaron aun más luego del aterrizaje sin autorización de un avión zaireño Boeing 737 con 35 pasajeros en el aeropuerto Kamembe, en Cyangugu, Ruanda, el domingo.
Kinshasa alegó que el aterrizaje fue forzado debido al mal tiempo en el vecino aeropuerto de Bukavu, en territorio de Zaire, pero este argumento fue desacreditado por el prefecto de Cyangugu, Theobald Ritihunza.
Fuerzas de seguridad de Ruanda que inspeccionaron el avión afirmaron que el artefacto cargaba armas y municiones destinadas a rebeldes de su país en el marco de las preparaciones de una invasión.
Ritihunza afirmó que los comandantes del ejército de Zaire en Bukavu amenazaron con recuperar el avión por medio de la fuerza si las autoridades ruandesas no lo liberaban. (FIN/IPS/tra- en/jbk/jm/kb/mj/ip/96)