PARAGUAY: Sombra de Stroessner regresa por voluntad de las urnas

La sombra del general Alfredo Stroessner regresó a Paraguay de la mano de la marea democrática que determinó el amplio triunfo en el gobernante Partido Colorado de Luis María Argaña, el candidato más identificado con la tradición autoritaria y populista.

La paradoja desaparece a la luz de la historia de la organización que controló el ex dictador (1954-89), fundada en 1887 tras la guerra de la Triple Alianza, con una vocación "nacionalista, republicana, agrarista, popular y democrática".

"Que el pueblo decida, esto es democracia", comentó en la noche del domingo 28 en la sede colorada, adonde concurrió a festejar el triunfo de Argaña, un joven alto y rubio con nombre sugestivo: Alfredo Stroessner Domínguez, nieto del dictador.

"Somos demócratas, creemos en la fiel expresión de la voluntad popular", aseguró Argaña en una noche de festejo que reveló el profundo carácter popular de su organización, tras unas elecciones en las que participaron dos tercios de los más de 900.000 afiliados colorados.

Su éxito se atribuyó a un discurso populista y estatista, basado en la tradición partidaria, y en la crítica implacable al "neoliberalismo" del desprestigiado presidente Juan Carlos Wasmosy y al proceso de integración de Paraguay en el Mercado Común del Sur (Mercosur).

El presidente electo de la Junta de Gobierno colorada recurrió a la historia para avalar las credenciales democráticas, al recordar que "la cuna de la democracia en Paraguay está en el gobierno del general Bernardino Rivadavia", quien fundó el partido en 1887.

Señalado en amplios sectores del país como el mayor obstáculo que deberá enfrentar el proceso democrático, iniciado en Paraguay en 1989, tras la salida de escena del ex jefe del ejército Lino Oviedo, el nuevo presidente colorado mostró a sus adversarios la jornada del domingo como un ejemplo.

"El Partido Colorado dio una muestra de cultura cívica que es una respuesta a quienes acusan a nuestro heroico partido de retardatario", afirmó.

Desde la jefatura del partido de gobierno, Argaña deberá encabezar un proceso de modernización del Estado paraguayo que implique una clara delimitación con el gobierno y el Ejército, una necesidad que se presenta impostergable tras la intentona golpista del ex general Lino Oviedo.

Si bien las fidelidades en las altas esferas del Partido Colorado suelen cambiar con cierta facilidad, la trayectoria de su nuevo presidente aparece ligada a la figura de Stroessner, a quien visitó en un polémico viaje a Brasilia el 3 de noviembre pasado, cuando el ex dictador cumplió 83 años.

Aunque también fue canciller en el gobierno del general Andrés Rodríguez, quien derrocó a Stroessner en 1989, la mayoría de los analistas paraguayos no dudan en presentarlo como el dirigente colorado más cercano al viejo líder entre los que cuentan con poder real.

En Asunción se recordaba en estos días los tiempos en que Argaña, presidente de la Corte de Justicia durante la dictadura, concurría al máximo tribunal con un pañuelo colorado al cuello, revelando que la invasión del partido no se limitaba al gobierno y el ejército, sino que alcanzaba también al Poder Judicial.

En Brasilia, donde vive asilado desde su derrocamiento, el ex dictador de 83 años está condenado al silencio político. En Asunción, en cambio, su presencia se ve con toda claridad en las filas de un partido tradicional al que le impuso su marca, desviándolo de sus postulados fundacionales.

En la época de Stroessner, el Partido Colorado se convirtió en un apéndice de su proyecto político, basado en el anticomunismo, la doctrina de la seguridad nacional y el populismo, aseguran dirigentes tradicionalistas de su organización.

Pero también se tejió una tupida red organizativa partidaria, que llega hasta los más remotos rincones del país, al extremo que el Tribunal Electoral partidario debió suspender los comicios en algunos lugares del interior que quedaron aislados por la lluvia.

Marcada por contradictorias tendencias, pero con una implantación a nivel nacional que las elecciones de este domingo revelaron con toda claridad, la Asociación Nacional Republicana, nombre oficial del Partido Colorado, continúa siendo hoy por hoy la más poderosa fuerza política de Paraguay.

Compras de cédulas, incidentes aislados y descalificaciones mútuas por parte de los principales aspirantes a la conducción partidaria no impidieron que los comicios fueran considerados un ejemplo cívico y democrático, no sólo por las tendencias en pugna, sino también por la oposición.

La prensa de Asunción saludó que no hubiera habido muertos en la jornada electoral colorada del domingo 28.

Domingo Laíno, líder del Partido Liberal Radical Auténtico, segunda fuerza política paraguaya, reconoció que estaba muy impresionado por el comportamiento del electorado colorado.

"No escuché golpes, trompadas, empujones, todo se hizo civilizadamente", dijo el líder liberal, quien deberá competir con el carismático alcalde de Asunción, Carlos Filizzola, por la candidatura de la oposición en las elecciones presidenciales de 1998.

"Hago votos porque esta democratización del Partido Colorado contribuya a la consagración de la democracia en nuestro país", dijo Guillermo Caballero Vargas, presidente saliente del Encuentro Nacional, tercera fuerza del país. (FIN/IPS/ag/dm/ip/96)

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