Parado junto con la familia en la puerta de su casa y con expresión desafiante, Mohammed Ruman observó las espirales de humo blanco dejadas por las bombas israelíes a dos kilómetros de distancia y se negó a marcharse.
Mientras la mayoría de los pobladores de su aldea se dirigieron al norte para escapar de los incesantes bombardeos israelíes en El Líbano meridional, que ya duran seis días, Ruman afirmó que no vé motivo alguno para huir.
Para este aldeano, al igual que un creciente número de shiitas en el sur del país, es un deber patriótico resistir a los esfuerzos israelíes de declarar zona de exclusión una franja de tierra que ya alcanza a 30 kilómetros.
"Nosotros somos la resistencia. Esta es nuestra tierra y nada podrá hacer que la abandonemos", afirmó Ruman, erguido junto a su esposa y nueve hijos.
Mientras Israel y los guerrilleros islamitas hezbollah continuaron este martes su guerra de desgaste, cada vez más libaneses se incorporan a las filas de aquellos que optan por permanecer en sus aldeas natales.
Muchos se quedaron porque son muy viejos para marcharse o carecen de medios de transporte. No obstante, un creciente número han quedado relativamente cerca de sus hogares en deliberado desafío a la advertencia israelí de no dirigirse al sur de la tierra de nadie.
Los aldeanos fueron ayudados por agencias libanesas de asistencia que trajeron víveres, mantas y medicamentos, y los alentaron entonces a quedarse, al menos en el sur si no era posible en sus aldeas.
"Estamos tratando de convencer a la gente que no venga a Beirut", declaró Randa Berri, esposa de Nabih Berri, titular del parlamento libanés y líder del grupo shiita Amal. "Beirut no está en condiciones de recibir una gran cantidad de refugiados".
"Queremos que se queden en el sur, donde serán concentrados y no dispersados en todo el país, para que podamos ayudarlos mejor", dijo Randa Berri.
No todos han hecho caso al llamado de Berri. Su agencia humanitaria esta ayudando a unas 70.000 personas que se han mantenido cerca de sus hogares. No obstante, más de 300.000 refugiados escaparon hacia el norte, hacia las ciudades costeras de Tiro y Sidón, y la capital Beirut.
En Nabatiyeh, donde Israel comenzó a bombardear esta semana tras dar un plazo de evacuación de dos horas a los residentes, las calles están vacías y a veces circula un automóvil cargado con hezbollah que deja la aldea.
Los residentes tambien han huído o permanecen en sus casas, dando a la aldea el clima de una población fantasma. Otros libaneses, desafiantes, permanecieron en el norte de la aldea, observando con calma los helicópteros artillados que sobrevuelan sobre sus cabezas y, de vez en cuando, dejan caer alguna bomba.
En Beirut, donde Israel bombardeó énclaves de hezbollah por quinto día consecutivo, los libaneses endurecidos por 15 años de guerra civil se limitan a mirar al cielo mientras caminan a lo largo de la playa o conducen sus automóviles. Algunas personas hasta subieron a las terrazas para observar a los aviones de combate israelíes lanzar bombas en áreas suburbanas.
En el sur, operadores humanitarios coordinaron sus esfuerzos con UNIFIL, la agencia de las Naciones Unidas que ha estado ayudando a residentes en el sur del Líbano desde la invasión israelí de 1982.
Berri estimó que su agencia esta gastando 500.000 dólares diarios para aportar solo víveres esenciales, mantas y medicamentos. Indicó que la mayoría de los fugitivos se refugiaron temporalmente entre la zona prohibida marcada por Israel y Sidón, observando el desenlace de la lucha y contando con volver al hogar.
Mientras la relativa concentración de refugiados ayuda a la tarea de su agencia, la demarcación de áreas restringidas por parte de Israel obstaculiza su capacidad de abastecer a la población.
"Esto es un infierno porque no podemos movernos. Ningún auto puede circular por los caminos. Es imposible llevar leche y medicamentos a los aldeanos", lamentó Berri.
Equipos occidentales de televisión, que llegaron con un convoy de ayuda de la ONU, filmaron tanques israelíes que cañonearon el camino frente a sus vehículos para impedirles de avanzar, aunque los camiones están claramente marcados.
También a pesar de las condiciones adversas, los aldeanos siguen apoyando tenazmente a los hezbollah. Israel fracasó claramente en su intento que los lugareños se volvieran contra el grupo islamita, que ahora goza más que nunca del apoyo popular.
Tel Aviv considera a los hezbollah un instrumento de Irán, pero los libaneses lo ven como un grupo político comunitario que realiza un vasto programa de atención sanitaria e integra el partido más numeroso en el parlamento.
"Todos somos hezbollah", afirmó Leila Hamis, de 34 años, que se vió obligada a dejar su aldea el viernes con seis hijos.
"Estamos luchando contra Israel, la ocupación de nuestra tierra y por la libertad", declaró joven un partidario de los hezbollah en una escuela elemental en Beirut que alberga a refugiados. Como lo rechazaron como voluntario para atentados suicidas, se ofreció como voluntario para ayudar en áreas controladas por los hezbollah.
Más de 70 extremistas suicidas se dirigieron el domingo al sur para perturbar la ofensiva terrestre de los israelíes. El joven de 19 años explicó que fué rechazado por el grupo guerrillero porque es un estudiante de biología en la Universidad de Beirut y los hezbollah cuentan con que será un futuro médico.
Si bien una ofensiva terrestre no se considera inminente, la guerra de desgaste prosigue con ataques mediante cohetes katyusha contra aldeas en el norte de Israel, por parte de los hezbollah, e incursiones aereas de hostigamiento de Tel Aviv.
"Los políticos libaneses no permitirán ahora una paz con Israel", indicó el parlamentario Abdallah al-Amin, alineado con el partido prosirio Ba'ath.
"Libano no puede hacer la paz con Israel sin Siria", dijo Al- Amin. "La verdadera paz tendrá lugar cuando el presidente sirio Hafez Assad estreche la mano de Shimon Peres (el primer ministro israelí)". (FIN/IPS/tra-en/dho/pvdb/rj/ego/ip).= 04161132 DAP062
= 04161139 DAP005