La apertura oficial de un nuevo Museo de la Bomba Atómica, que conmemora el bombardeo de esta ciudad portuaria del sudeste de Japón, no evita que los asiáticos aún sientan el dolor de las heridas dejadas por la colonización japonesa en Asia durante la primera mitad de este siglo.
El museo fue abierto al público esta semana, levantando de inmediato las críticas de Beijing, que protestó por la omisión de fotos que ilustren la matanza de miles de chinos durante la invasión de China por Japón en 1937.
El hecho también coincide con el momento en que arrecian las reivindicaciones levantadas por las mujeres que fueron forzadas a la práctica sexual con militares japoneses durante la Guerra del Pacífico en la década de 1940. Las sobrevivientes de aquellos años reclaman disculpas oficiales e indemnización individual.
La liberación de los territorios ocupados por Japón en el este y el sudeste asiático tuvo lugar cuando Tokio se rindió a las fuerzas aliadas victoriosas en la Segunda Guerra Mundial, a raíz del bombardeo atómico de Nagasaki por Estados Unidos, el 9 de agosto de 1945, tres días después de la destrucción de Hiroshima.
La ciudad japonesa de Hiroshima tiene también un Museo de la Paz, recordatorio del holocausto provocado por la primera bomba atómica arrojada sobre la humanidad.
Más de 140.000 personas murieron en el acto de las explosiones nucleares, y otros muchos fallecieron en los meses siguientes. El bombardeo también mató algunos prisioneros de guerra de los países aliados.
"El museo es un símbolo de Nagasaki, que fue devastada el día en que la bomba fue lanzada sobre ella. Hacemos votos porque el mundo nunca deba sufrir el mismo dolor", dijo el alcalde de la ciudad, Ichuo Ito, en la ceremonia de apertura.
Beijing, sin embargo, hizo que su consulado en Nagasaki emitiera una queja oficial con referencia a la sección del museo dedicada a la invasión japonesa en China.
Ya antes de la apertura, China publicó, la semana pasada, una declaración en la que censuró la retirada de fotos en las que se mostraba "la destrucción de Nanjing", la ciudad donde Beijing afirma que fueron masacradas 300.000 personas por las fuerzas invasoras japonesas.
Los funcionarios de Nagasaki que guiaron a los periodistas en una visita por el costoso museo dijeron que las fotos a las que se refiere el gobierno chino fueron suprimidas porque resultaban "demasiado repugnantes".
El hecho no fue pasado por alto por ciertos grupos militantes, que distribuyeron una declaración en el exterior del museo. "La voz de Nagasaki e Hiroshima no es fácilmente aceptada", dice el documento.
"El gobierno y el pueblo de Japón no han reconocido con modestia, credibilidad y claridad, y tampoco han ofrecido sus disculpas e indemnizaciones, por los diversos crímenes que ese país cometió antes de sufrir las bombas atómicas", expresa la declaración.
"Existen diferentes interpretaciones de la colonización de Japón en Asia", dijo un funcionario municipal. "Al no haber un consenso nacional, la ciudad de Nagasaki ha basado su interpretación en los libros de texto oficiales".
Los libros de texto japoneses sobre la historia siempre han sido motivo de disputa entre los países del este y el sudeste asiático y el gobierno de Japón.
A mediados de la década pasada, tras una fuerte presión por parte de China y Corea del Sur, el gobierno japonés accedió a quitar las referencias al "avance" de Japón en Asia, y las reemplazó por "agresivos" ataques militares.
Más reciente ha sido la inclusión, en los textos escolares, de una referencia a las "mujeres de placer", es decir, las jóvenes asiáticas que fueron forzadas a una virtual esclavitud sexual al servicio del antiguo ejército imperial japonés. (FIN/IPS/tra-en/sk/cpg/arl/ip-hd/96)