Los partidos políticos italianos se concentran en el voto de los católicos, que esta vez los obispos dejaron en libertad y será decisivo en el resultado de las elecciones parlamentarias del 21 de este mes.
En un país en que la inmensa mayoría se declara católica y donde se encuentra la sede del papado, el Vaticano, las dos grandes coaliciones políticas se han lanzado a la caza del voto de los catolicos.
Como "buenos creyentes", una buena parte de los dirigentes políticos dedicaron la Semana Santa a proclamar a los cuatro vientos sus profundas convicciones religiosas.
Las últimas encuestas indican una paridad casi total entre el centroderechista Polo de la Libertad y el centroizquierdista Olivo, las dos grandes fuerzas entre las que resolverán su voto la gran mayoría de los 49 millones de ciudadanos habilitados para votar.
Las elecciones se efectuarán por primera vez en un solo día y darán origen a una legislatura compuesta por 630 diputados y 315 senadores. Poteriormente, el parlamento designará nuevo gobierno.
La última encuesta, publicada hace una semana, concedió a cada uno de los grandes bloques 46 por ciento de la intención de voto de la masa de electores ya decididos.
Los indecisos sumaban 20 por ciento al momento de conocerse ese sondeo de opinión, el último autorizado por la ley electoral.
Los principales grupos incorporados al Polo de la Libertad son Forza Italia, del ex primer ministro Silvio Berlusconi, y la derechista Alianza Nacional.
Mientras, el Olivo tiene participación del Partido Democratico de Izquierda (PDS, ex comunista), de Verdes, ex socialistas y ex democristianos, y de movimientos políticos menores.
A través de una de sus tres cadenas nacionales de televisión, el multimillonario Berlusconi instó a los católicos a votar por su movimiento.
Berlusconi aseguró que Forza Italia "defiende la familia y la vida, cree en la persona humana, en el bienestar yy en la necesidad de la fraternidad, de la solidaridad, del altruísmo".
Posteriormente, en la noche del lunes, ignoró la veda de encuestas al afirmar en otro programa de televisión que, según sondeos, "40 por ciento de los católicos han votado o votarán por Forza Italia"
La desaparición en 1993 de la Democracia Cristiana (DC), provocada por acusaciones de corrupción que alcanzaron a la mayoría de sus dirigentes, dió lugar a la dispersión de sus cuadros y votantes.
Los escasos dirigentes democristianos que no abandonaron la actividad política formaron tres nuevos grupos, dos de los cuales apoyan el Polo de la Libertad y uno al Olivo.
La fuerza electoral total de los grupos ex DC oscila en torno de siete y ocho por ciento de los votos.
El líder del Olivo, Romano Prodi, un economista católico, puso en duda la fe religiosa proclamada por Berlusconi. "No se puede hacer marketing con los valores morales", afirmó Prodi, insinuado que el fervor católico de su adversario encubre en realidad "la caza del voto".
Agregó que "quien usa la política como instrumento para enriquecerse no puede hacer referencia a los valores cristianos".
Gerardo Bianco, presidente del Partido Popular, conformado por antiguos democristianos que apoyan al Olivo, acusó a Berlusconi de pretender sustituir a los obispos católicos que en el pasado señalaban a sus fieles las listas a votar.
El ex jefe de gobierno "formula llamamientos e indica el camino a seguir", dijo Bianco.
La Conferencia Episcopal Italiana dejó en libertad a los catolicos, sin indicar por quien deberian votar, un hecho sin precedentes desde el final de la segunda guerra mundial.
La actitud de Berlusconi fue cuestionada incluso por Pierferdinando Casini, secretario del Centro Cristiano Democrático, uno de los dos partidos ex DC incorporados al Polo de la Libertad.
Casino observó con preocupación que Forza Italia pretende "pescar" entre el electorado natural del Centro Cristiano Democrático.
Los católicos italianos "son más inteligentes que muchos políticos y saben muy bien por quién votar y quién los ha defendido en el parlamento", advirtió Casini. (FIN/IPS/jp/ff/np/96).