Dos líderes diametralmente opuestos aspiran a encabezar el nuevo gobierno tras las elecciones parlamentarias del domingo próximo: el multimillonario Silvio Berlusconi y el profesor universitario Romano Prodi, un economista ligado en el pasado a la izquierda de la Democracia Cristiana.
Berlusconi, de 60 años, magnate de la television privada italiana que posee los tres canales nacionales, usa su potente avión personal para trasladarse de una ciudad a otra, mientras su adversario recorrió Italia en un autobús.
Abogado de profesión, nunca ejerció porque se dedicó a los negocios, primero en el campo inmobiliario y más tarde en la television. Casado dos veces y con cinco hijos, su segunda esposa es una hermosa y desconocida ex actriz, Verónica Lario.
Pero es sobre todo en la televisión, en cuyo uso es un maestro, donde Berlusconi ha basado la intensa campaña electoral. Vestido siempre de azul y sonriendo permanentemente, aparece contínuamente tanto en sus canales como en los de la estatal Radio y Television Italiana (RAI).
Sin embargo, recuerdan sus contrincantes, fue él mismo quien nombró a los directivos de la RAI, en la primera y una de las pocas medidas que adoptó durante su breve gobierno, entre mayo y diciembre de 1994.
Acostumbra presentarse con su imagen de triunfador, arma que le dio la victoria en las elecciones pasadas, sin faltar en absoluto a la verdad: de la nada, como cuenta, construyó el segundo mayor imperio económico italiano, Fininvest.
Aunque parece leyenda, pero avalada su veracidad por fotografías, Berlusconi se ganó la vida en su juventud como cantante en cruceros turísticos y aún hoy suele cantar, cuando está en compañía de sus amigos más íntimos.
Anticomunista acérrimo, en un pais donde se autodisolvió el poderoso Partido Comunista, que en 1993 se transformó en el Partido Democrático de Izquierda (PDS), una fuerza socialdemácrata a la cual la Internacional Socialista le abrió sus puertas de par en par.
Pero Berlusconi sostiene que sólo se han maquillado y recuerda que existe además el movimiento de Refundacion Comunista, pese a que es muy pequeño y muchas veces coincidió con él en sus críticas al PDS.
El líder de la coalicion de la centroderecha denominada Polo de la Libertad ha asumido cinco compromisos en caso de triunfo, posible según las encuestas, que le otorgan paridad con Prodi, quien encabeza una coalición de centroizquierda.
Los cinco puntos consisten en menos impuestos y pagarlos todos, reducir a la mitad la desocupación en cinco años, que llega a 2,6 millones de personas, el 12 por ciento de la población activa, financiamiento para la escuela privada, sistema de salud pública más eficiente y mayor seguridad ciudadana.
También se ha propuesto sustituir el actual sistema parlamentario por el presidencial, con la elección directa del Presidente de la República, que tendría amplios poderes.
En contraste con su adversario, Prodi, de 57 años, hace de la sencillez su caballo de batalla para llegar a la gente, intentando aparecer como el vecino de al lado, sobre todo porque en la televisión aparece inseguro y balbuceante.
Técnico más que político, el candidato de centroizquierda dirigió en la década del 80 el Instituto de Reconstrucción Italiana (IRI), creado al término de la Segunda Guerra Mundial, que controla las principales empresas públicas del país.
El secretario general del PDS, Massimo D'Alema, sacó a este economista que fue ministro de Industria a fines de los años 70 de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Bolonia, la más antigua de Europa y de gran prestigio, donde enseñaba desde hacía 25 años.
Casado una sola vez, con dos hijos, se muestra seguro de ganar e incluso aparece más confiado en el triunfo que Berlusconi. Según fuentes bien informadas, encuestas secretas señalan su triunfo.
Tres son sus prioridades -la familia, el trabajo y la edecación- , aunque este último tema es el que más le apasiona.
"O fundamos el país en la escuela o la juventud será atraída por la mafia u otras organizaciones criminales", afirmó.
Prodi se propone también cambiar el actual sistema parlamentario, pero en lugar del presidencial plantea uno semipresidencial a la francesa, en que el Presidente de la Repúblico sea elegido por voto directo pero deba someterse a un férreo control del parlamento.
Los casi 50 millones de electores decidirán el domingo próximo, cuando elijan a los 945 parlamentarios -630 diputados y 315 senadores- que darán vida al décimotercer período legislativo.
El nuevo parlamento debe darle el voto de confianza al jefe del gobierno que designe el Presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, en base a los resultados de la elección.
En caso de derrota, Berlusconi y Prodi coinciden en que se irán para su casa, afirmación que en el caso del primero se traduce en que se pondrá al frente de su imperio económico y en el del segundo, que regresará a los antiguos muros de la Universidad de Bolonia.
Pero podría ocurrir que los dos colgaran los botines, ya que según las encuestas no descartan un empate.
En este caso, Scalfaro podría nombrar a otro jefe de gobierno, que ofrezca garantías a los dos bloques, para que conduzca de nuevo al país a las urnas. (FIN/IPS/jp/ag/ip/96)