El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi ingresó en su decadencia política con la misma rapidez con que había ascendido.
Los analistas locales coinciden en que la derrota de la coalición de centroderecha Polo de la Libertad en los comicios de este domingo está personalizada en un rostro, una figura y una voz: la de Berlusconi, su líder, quien fracasó en su intento de volver a dirigir el gobierno.
El magnate de las comunicaciones en la península esperó todo un día antes de anunciar este lunes en conferencia de prensa que no se retirará de la política y que se propone encabezar la oposición al gobierno de la coalición de centroizquierda el Olivo, para "garantizar la libertad".
Hace sólo dos años Berlusconi aparecía como la nueva estrella de la política italiana, habiendo sido capaz de constituir en "un dos por tres" un movimiento político, Forza Italia, que se transformó en la primera fuerza del país en apenas tres meses.
El ex primer ministro irrumpió en enero de 1994, con la aureola de un empresario exitoso, que había conformado de la nada un impresionante imperio económico, el segundo más importante de Italia después de la Fiat.
Carismático, generoso con sus amigos, a quienes ofrece costosísimos regalos, siempre bien maquillado, Berlusconi deslumbró a los italianos por la forma en que aparecía en la televisión, un medio que explota a la perfección y que contribuyó a su riqueza personal.
Berlusconi es propietario de los tres canales privados de televisión de alcance nacional.
Tres meses después de haberse iniciado en la política con el fin de impedir, como lo declaró públicamente, el triunfo de la izquierda, el dirigente derechista logró acceder al gobierno al frente del Polo de la Libertad, unido a Alianza Nacional (AN), un movimiento que aun no cortaba sus lazos con el fascismo.
Siempre ha dicho, con un no disimulado orgullo, que gracias a él la izquierda no había llegado al poder en momentos en que habían desaparecido los socialistas y los democristianos a raíz de las acusaciones de corrupción que pesaban sobre sus principales dirigentes.
Sin embargo, apenas seis meses después de haber constituído gobierno, en diciembre de 1994 Berlusconi debió renunciar tras el retiro del Polo de la Libertad de la mayoría del movimiento federalista Liga Norte.
Su caída, inesperada, coincidió con una serie de acusaciones que le formularon magistrados por presunta corrupción.
Berlusconi dejó ser entonces el dulce y persuasivo primer ministro para aparecer como un político violento, amargado, que no aceptaba haber perdido el gobierno.
Atacó a la magistratura con una dureza sin precedentes y acusó a los jueces de complotar contra él, sin jamás fundar sus dichos.
En los tramos finales de su campaña para las elecciones de este domingo echó mano nuevamente al recurso del anticomunismo, afirmando que en caso de triunfo del "Olivo las libertades se verían amenazadas.
Pero ese argumento le fue de escasa ayuda en un país en que el Partido Comunista (PCI) se disolvió en 1993 para dejar lugar a una formación socialdemócrata integrada a la Internacional Socialista, el Partido Democrático de la Izquierda, eje principal de la coalición de centroizquierda.
Por otra parte, el PCI había roto lazos con la Unión Soviética mucho antes de la caída del campo socialista. (FIN/IPS/jp/dg/ip/96)