India y Rusia -al parecer presionados por sus propios conflictos internos- decidieron coordinar sus acciones en relación con la larga guerra civil de Afganistán, reforzando su respaldo al asediado presidente Buranuddin Rabbani a fin de restaurar la paz en aquel país de Asia central.
Tras una visita a Nueva Delhi durante el fin de semana, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Yevgeny Primakov, y su homólogo indio, Pranab Mukherjee, anunciaron su voluntad de mantener un estrecho contacto respecto de Afganistán.
Mukherjee informó a la prensa un acuerdo indo-ruso para "no permitir que el grupo Talibán -milicia estudiantil- refuerce su influencia" en Afganistán. Atrincherados al sur de Kabul, estos estudiantes guerrilleros musulmanes de tendencia conservadora reciben la ayuda de Pakistán, su vecino del sur.
El ministro indio dijo que Nueva Delhi y Moscú insistirán en una fórmula de tres puntos para resolver la crisis afgana. Ella consiste en respetar la integridad territorial de Afganistán, evitar la interferencia de terceros países y dar una oportunidad a las iniciativas de paz de las Naciones Unidas.
Ambos gobiernos mantendrán consultas a diverso nivel en relación con los esfuerzos para asegurar la estabilidad de la región, añadió Mukherjee.
Las insurgencias que tanto India como Rusia enfrentan dentro de sus respectivas fronteras no parecen ser ajenas a esta coincidencia de ambos países en asuntos de Asia central.
Según una óptica de estrategia internacional, la sobrevivencia del régimen de Rabbani resulta vital para los intereses de Nueva Delhi y de Moscú en la solución de sus propios conflictos nacionales, provocados por los separatismos de Cachemira en India y de la República de Chechenia en la Federación Rusa.
India acusa a Pakistán de estar detrás de los separatistas del estado de Cachemira, y se inquieta por las consecuencias que podría tener en este conflicto un éxito del movimiento Talibán en Afganistán.
Rusia, por su lado, siente que la rebelión chechena, al sur de su territorio, desafía su propio proceso de recuperación tras la caída de la Unión Soviética.
Por lo tanto, Moscú teme verse cogido en un movimiento de pinza en su vulnerable flanco meridional -las repúblicas ex soviéticas de Asia central- lo que podría ocurrir si triunfaran los rebeldes afganos, conocidos por su hostilidad a Moscú, y ejercieran presión en la región a través de Tajikistán.
"La integridad territorial de Rusia y de otros países como India es una prioridad para nosotros", expresó Primakov durante una conferencia de prensa conjunta con su colega indio, en respuesta a una pregunta sobre las acciones rusas en Chechenia.
"La comunidad mundial tendrá que prestar atención prioritaria a los problemas del fundamentalismo y el terrorismo, que amenazan a naciones multiétnicas como India y Rusia", dijo Mukherjee.
Los ministros destacaron que la reanudación de los contactos de emergencia en línea directa -la primera, instalada hace un cuarto de siglo cayó en desuso y fue desconectada- es una forma práctica de expresar la aproximación entre ambos países.
El acuerdo sobre Afganistán también señala un renacimiento de los muy estrechos lazos mantenidos entre Moscú y Nueva Delhi en la era de la guerra fría, que ambos gobiernos dejaron caer tras la disolución de la Unión Soviética. (FIN/IPS/tra-en/mu/an/arl/ip/96)