El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, expresó hoy su confianza en que la asamblea semestral de su institución y el FMI fije la semana próxima un plazo para la adopción de una nueva iniciativa sobre el alivio de la deuda de países pobres.
Sus declaraciones aliviaron una atmósfera crecientemente pesimista en torno a un plan conjunto del Banco y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para reducir la deuda de algunas de las naciones más pobres del mundo, la mayoría de ellas africanas.
"Confío en que la asamblea establezca un límite de tiempo para este asunto", manifestó Wolfensohn en una conferencia de prensa ofrecida en Washington este sábado.
Agregó que, pese a las críticas al plan por parte de funcionarios del Banco y el FMI, así como de miembros del Grupo de los Siete (G-7), el hecho de que se haya propuesto formalmente una iniciativa constituye "un avance significativo".
La rueda de prensa coincidió con la llegada a Washington de ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales para las reuniones de primavera de las instituciones de Bretton Woods.
El Grupo de los 24, que representa a los países en desarrollo en el encuentro, y el Grupo de los 10 (G-10), integrado por naciones industrializadas, se reúnen este fin de semana para promover sus respectivas inquietudes sobre la situación financiera internacional.
Las reuniones del Comité Interino y el Comité de Desarrollo, los órganos directivos del FMI y el Banco Mundial, comenzarán el próximo lunes.
El tema prioritario de la agenda es la iniciativa sobre la deuda multilateral y el plan conjunto del Banco y el FMI para reducir la deuda de "países de bajos ingresos gravemente endeudados".
En los últimos años, los gobiernos de estos estados y organizaciones no gubernamentales como la británica Oxfam, señalaron reiteradamente que la deuda de algunos de estos países se ha vuelto insostenible e imposibilita la atracción de capital de inversión.
Aunque las naciones donantes, principalmente del G-10, redujeron hasta dos tercios de la deuda bilateral por medio del Club de París, hasta el momento no ha habido ninguna forma legal de disminuir la deuda de los países pobres con las instituciones financieras internacionales (IFI).
Actualmente, la mitad de la suma pagada por estos gobiernos por concepto de intereses corresponde a las IFI, hecho que ha vuelto más urgente la solución del problema.
Luego de asumir la presidencia del Banco hace 10 meses, Wolfensohn prometió trabajar con su homólogo del FMI, Michel Camdessus, para elaborar un plan conjunto.
La iniciativa resultante solicita entre 7.000 y 8.000 millones de dólares en asistencia adicional para los 20 países cuya deuda, en opinión de ambas instituciones, se ha vuelto insostenible.
El plan suscitó varias quejas, principalmente entre los siete países más ricos del mundo (G-7), los cuales argumentan que la propuesta descarga demasiado peso sobre ellos y muy poco sobre las IFI.
Por otra parte, algunas ONG opinaron que el alivio de la deuda no debería limitarse a los 20 países ya identificados, y que el beneficio debería otorgarse más tempranamente en el proceso de ajuste estructural.
"Lo más preocupante es que el plan exige a los países seis años adicionales de ajuste estructural -el mismo que aumentó la desigualdad social en todas las naciones en que fue aplicado- aun antes de siquiera considerarlos para algún tipo de alivio de la deuda bilateral", señaló Soren Ambrose, portavoz de "50 años es suficiente".
La agrupación que integra Ambrose es una organización no gubernamental que se opone a los programas de ajuste estructural de las instituciones de Bretton Woods.
Sin embargo, Wolfensohn insistió en que tanto los plazos como las contribuciones todavía están por decidirse, y recalcó su optimismo.
"Hasta ahora, nadie ha atacado el principio del alivio de la deuda multilateral. El debate está centrado en cómo hacerlo", destacó. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/ml/if-dv/96)
