Diversas calamidades ambientales afectan a los residentes de la provincia filipina de Marinduque, sitio de las operaciones a cielo abierto de Marcopper Mining Corporation, una de las mayores compañías mineras de Asia.
Varias localidades están inundadas con agua residual de la mina, los peces mueren en los ríos y muchas personas se enferman tras consumir pescado de cursos de agua afectados.
Un canal de drenaje conectado a un reservorio de agua se rompió el 24 de marzo y comenzó a arrojar desechos al río Boac, al oeste de la la vieja mina de la compañía sobre el Monte Tapian.
El reservorio se ubica bajo la mina inactiva, y se utiliza ahora para almacenar residuos a instancias del Departamento de Ambiente de Filipinas, que ordenó a Marcopper dejar de arrojar desechos en la cercana bahía de Calancan.
Marcopper -40 por ciento en manos de la canadiense Placer Dome Inc.- es el mayor empleador de Marinduque y una importantísima empresa en Filipinas, que en 1990 figuró entre los 10 mayores productores de cobre del mundo. Desde el desastre, la compañía suspendió la comercialización de sus acciones en el mercado local.
Diez metros cúbicos de desechos de minería fluyeron por segundo durante los cinco días que siguieron a la ruptura del canal, de 2,3 kilómetros de extensión.
Los residuos generalmente contienen cobre, zinc, cadmio y plomo, según ambientalistas. No obstante, el vicepresidente de Marcopper, Ted Gabot, aseguró que los desechos "no son tóxicos" porque la firma no utiliza cianuro ni mercurio para extraer el cobre.
La compañía declaró que los residuos "consisten básicamente en roca mezclada con agua, y por lo tanto son en su mayor parte inofensivos", aunque admitió que grandes cantidades de sedimentos pueden causar la muerte de varias especies acuáticas.
Por otra parte, funcionarios de gobierno informaron que al menos 24 aldeas y unas 4.000 personas, especialmente las que residen cerca del río, fueron afectadas por el derramamiento.
Los residentes están preocupados por la contaminación de su agua de consumo y la muerte de los peces, sin mencionar la pérdida de tierras de cultivo.
El río se ha vuelto sumamente peligroso para personas y animales, y "llevará más de 10 años para que este daño pueda ser reparado", advirtió el funcionario de Pesca Gilbert Olivar.
El desastre revivió preocupaciones sobre el costo ambiental de la explotación minera comercial en gran escala, poco después de la aprobación de una ley que deja la totalidad de la industria en manos de empresas extranjeras.
Grupos ambientalistas sostienen que el accidente de Marinduque es sólo la última advertencia sobre los peligros de la minería en gran escala, junto con la falta de medidas de seguridad adecuadas y el escaso control de las autoridades.
"En este país hay compañías mineras con malos antecedentes en su trato del medio ambiente y las comunidades locales", señaló Marvic Leonen, representante filipino de la organización ambientalista Amigos de la Tierra.
Las actividades mineras son "desastres en potencia", y continuarán siéndolo a menos que el gobierno no aprenda la lección del accidente de Marinduque, advirtió Leonen. (FIN/IPS/tra- en/js/cpg/ml/en/96)