ESPAÑA: El negocio de la tierra es el subsidio, no la producción

En vastos sectores del campo español el negocio de la tierra no consiste en producir, sino en cobrar subvenciones de la Unión Europea (UE) para no hacerlo.

Y lo seguirá siendo al menos hasta fin de siglo, pues el actual sistema de subsidios de la UE está garantizado hasta el año 2000.

El presidente del gobierno autónomo de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, comentó a un grupo de periodistas que en su región, una de las más extensas y menos desarrolladas de España, hay terratenientes que periódicamente compran nuevas tierras con el dinero de las subvenciones.

En algunos casos, señaló, como en los cultivos del girasol, la UE entrega las subvenciones para que no se recolecte la cosecha.

Con las sumas percibidas en cuatro o cinco años, el agricultor puede comprar una extensión de tierra similar a la que le produjo las subvenciones. Tierra que, a su vez, sembrará con girasol para después recibir ayuda, con la condición de que no recoja la cosecha.

Vidal Maté, experto del matutino El País en materia agraria, indica que, tratándose de algunos cultivos, el girasol entre ellos, los subsidios superan el monto que podrían haber ingresado los productores en los años de mejor cosecha.

El precio promedio de la hectárea de tierra para uso agrario en España fue en 1995 de aproximadamente 5.000 dólares, una cantidad que baja a poco más de 1.000 cuando se trata de grandes superficies, para la producción de hierbas (pastos), trigo, cebada o girasol.

En Europa hay sectores agrarios altamente competitivos, pero otros que no lo son tanto y muchos que francamente poco eficientes, si se los mide en la relación entre calidad y precio.

La UE tiene en práctica una Política Agraria Común (PAC), orientada a mejorar la eficiencia del sistema, desalentar la producción poco competitiva y poner cupos de producción, para evitar la quiebra del mercado.

La progresiva liberalización de los mercados mundiales y los compromisos de la UE de reducir sus barreras arancelarias a la importación de bienes producidos en otras regiones, y en especial en el mundo en desarrollo, hicieron que la PAC tienda también a erradicar determinados cultivos.

La ayuda que entrega la UE sirven en algunos casos para mejorar los ingresos de los agricultores, pero también para el abandono de cultivos y la eliminación de viñedos y olivares y la dedicación de esos terrenos a uso forestal.

En 1995, la UE destinó al agro español el equivalente a 5.000 millones de dólares en ayuda directa. Es decir, son subsidios no condicionados por la producción, sino que se pagan sin tomar en cuenta los resultados de cada explotación.

Todo ello, señala Vidal Maté, ha producido una situación curiosa: el precio de la tierra ha subido en los dos últimos años.

El aumento no se debió a una mejor situación del mercado, ni a la perspectiva de una gran colocación de las cosechas, sino porque están aseguradas las ayudas de la UE. Ayudas que, en muchos casos, son para que no se produzca o, si se ha sembrado, para que no se levante la cosecha. (FIN/td/ff/dv/96).

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